El feminismo es un movimiento y como tal, es abierto, y siempre está cargado de debate, pero nunca pierde un ápice de su esencia: los principios de igualdad y justicia. Los mismos que la democracia”

O
PINIÓN. Caleidoscopio. Por Laura Martínez Segorbe
Cofundadora de la Asociación Enjipai para mejorar las condiciones de vida de los masái de la aldea de Mfereji, Tanzania

08/03/24. Opinión. La cooperante internacional Laura Martínez, en esta colaboración por el Día Internacional de la Mujer para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el feminismo: “Para entender y formar parte del feminismo, con el orgullo que la historia del feminismo se merece, se hace imprescindible, sobre todo para las generaciones más jóvenes, saber de dónde viene...

...el movimiento feminista, por qué surgió y por qué sigue siendo tan necesario’.

Conmemorando y celebrando el 8 de marzo

Como si se tratara de las olas del mar, vuelve cada día y cada 8 de marzo, el Feminismo a azotar las orillas de la playa, en la llamada cuarta ola. El silencio que durante siglos ha sofocado los deseos legítimos de expresión que han tenido las mujeres de todo el mundo se hace sonoro. Y qué bien que así sea. Desde los primeros análisis y las protestas por la desigualdad entre hombres y mujeres, desde aquella primera Declaración de Seneca Falls o Declaración de Sentimientos, firmada en Nueva York por 30 hombres y 70 mujeres, entre las que se encontraban Lucretia Mott y Elisabeth Cady Stanton, para pasar después a la acción con las sufragistas conquistando el derecho al voto y el acceso a las universidades, llegando de nuevo la ola, la tercera, en la que se analiza e identifica claramente al patriarcado, se legisla y se modifican las condiciones de vida de muchas, no de todas, mujeres del mundo, llegamos a la cuarta ola feminista (aunque yo no estoy segura de si estamos aún en el final de la tercera) en plena actualidad. Leyendo y releyendo los textos feministas desde el siglo XVIII, me doy cuenta de la importancia que tiene saber de dónde viene este movimiento imparable. Si, para entender y formar parte del feminismo, con el orgullo que la historia del feminismo se merece, se hace imprescindible, sobre todo para las generaciones más jóvenes, saber de dónde viene el movimiento feminista, por qué surgió y por qué sigue siendo tan necesario. Fundamentalmente, para que nadie nos confunda. Pasa lo mismo con la historia en general. Si queremos entender la sociedad en la que vivimos, es necesario saber de dónde venimos. Y feminismo y democracia nacen exactamente del mismo sitio: en el siglo de la razón, siglo XVIII, siglo que establece la modernidad en la que vivimos. Somos hijas de aquel pensamiento y como tal nos comportamos, o como diría Amelia Valcárcel, gran filósofa "el feminismo es hijo no deseado de aquel siglo de la razón" pero llegó con el para quedarse. Es necesario, pues, hacer una revisión de todo lo conseguido por aquellas mujeres que nos precedieron. Es verdad que nosotras, las mujeres mayores de 40 años, nacimos una vez muerto el dictador Franco y con la alfombra de la transición y la democracia bajo nuestros pies, con muchísimos derechos conseguidos por generaciones anteriores en la mochila. ¡Cómo no estarles agradecidas!



Pero no hay que olvidar, que el feminismo es un movimiento y como tal, es abierto, y siempre está cargado de debate, pero nunca pierde un ápice de su esencia: los principios de igualdad y justicia. Los mismos que la democracia. Mientras más logre el feminismo, más sana y fuerte será nuestra democracia. De lo contrario, y en esto tenemos que andar con mucha cautela, los ojos bien abiertos y en estado de alerta, porque lo que se desande y se pierda, caerá, sin duda, sobre nuestras espaldas. Las espaldas de las mujeres. Como ha ocurrido a lo largo de la historia desde que el hombre, y nunca mejor dicho, es hombre. Así que chicas, adolescentes, mujeres en edad adulta, jubiladas, madres y abuelas, amigas, todas juntas (y si nos acompañan chicos, adolescentes, hombres en edad adulta, jubilados, padres y abuelos, amigos, muchísimo mejor) tengamos los ojos bien abiertos, porque un mínimo retroceso en derechos conseguidos (y mira que lo están intentando) caerá sobre nosotras, como si Sísifo fuésemos. Y puestos a elegir un mito, con su poder y simbología, pues no está mal Antígona y su transgresión del orden establecido, en su pleno ejercicio de la libertad, lo que tuvo, sin duda, resonancia social. Frente a una situación de injusticia, ya sea a nivel familiar o social, hay que reaccionar, a pesar de que en cada una de nosotras, por el peso de la historia, viva también una Ismene, aquella que no actúa con libertad y que tiene miedo al cambio. Romper el silencio ha sido una tarea larga y ya nadie nos va a callar. Antígonas e Ismenes: nos vemos en las calles.

Puede leer aquí anteriores artículos de Laura Martínez