Ex delegado de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y militante del PSOE
24/07/09. Opinión. El POTAUM (Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga) aprobado esta misma semana deja la parcela de El Arraijanal, el único tramo sin urbanizar del litoral malagueño, como un espacio reservado para un gran parque metropolitano...
OPINIÓN. Tribuna
abierta. Por Ignacio Trillo
Ex delegado de Medio Ambiente de la
Junta de Andalucía y militante del PSOE
24/07/09. Opinión. El POTAUM (Plan de Ordenación
del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga) aprobado esta misma semana
deja la parcela de El Arraijanal, el único tramo sin urbanizar del litoral
malagueño, como un espacio reservado para un gran parque metropolitano. Una
opción que maldice el alcalde de Málaga Francisco de la Torre, que quería hacer
viviendas residenciales y un puerto deportivo en estos terrenos. El ex delegado
de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en Málaga, Ignacio Trillo, desmonta
en esta colaboración con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com los argumentos del
edil del Partido Popular, al que invita a ”hacer un paréntesis con esta
cuestión en su ardor por el desamor, el agravio y la confrontación con la
Junta” para “ponerse a la cabeza de este proyecto de conservación y
restauración, sinónimo de respeto ambiental, muestra de preservación de lo que
quedará como escaparate del antaño paisaje ribereño y dunar del municipio
malagueño”.
Erre que erre con
El Arraijanal. El POTAUM da el ‘requiescat in pace’ a la insostenible
pretensión municipal
PARA quienes nos movemos a
diario entre la saturación constructiva y el colapso circulatorio de nuestro
municipio resulta muy difícil compartir las duras manifestaciones del alcalde
en su reacción alérgica contra el planteamiento de la Junta de que se
califiquen como sistema general los suelos litorales de El Arraijanal, hoy
libres de edificación, y sean destinados al uso público a modo de parque
marítimo metropolitano. Asimismo, a que el primer edil se oponga, en plena
época de crisis económica, a que se lleve a cabo dicha realización utilizando
el instrumento urbanístico que no reporta coste alguno para el erario público.
Con esta actuación, además, se previene nuestro saturado litoral y área
metropolitana que la circunda de nuevas construcciones.
NO se entienden las trabas
del alcalde, menos aún su radicalidad ¿El razonamiento?: Lo basa en el “interés
general de la ciudad”, en que “rompe el equilibrio del PGOU donde se han hecho
unas prioridades de espacio y éste no estaba considerado como prioritario”, en
“la invasión de sus competencias” -además interpreta que donde “antes la Junta
apoyó que fuera una marina deportiva con una edificabilidad, hoteles y
residencial determinada, ahora cambia de criterio”-, y en el “el esfuerzo
económico enorme que va a representar para el Ayuntamiento de Málaga”.
NO obstante, antes de entrar
a desmontar esa batería de galimatías de tanta pobreza argumental, quisiera
recordar cuestiones elementales de nuestro urbanismo que siguen pareciendo
extrañas a los inquilinos de la Casona del Parque.
EL urbanismo
nació para armonizar la convivencia de los seres humanos que comparten un
mismo espacio donde antes sólo hubo naturaleza: un motivo bien distinto al de
anteponer el suelo como negocio mercantil o fuente de financiación conveniada
para lo que sea, incluido inversiones en las nuevas infraestructuras que la
nueva urbanización va a demandar. Asimismo, los derechos de la propiedad de una
finca o parcela, reconocidos en nuestro ordenamiento jurídico, han de ser
ejercidos en perfecta concordancia con su función social, no al revés, lo que
obliga a un correcto equilibrio, entre el derecho individualizado que asiste a
cada propietario, con lo que se plantee y regule adecuadamente en base al
interés general. En este sentido, es obligación de los poderes públicos regular
la utilización del suelo de acuerdo a que toda la comunidad, no solo los
espabilados de turno, participe en las plusvalías que genere la acción
urbanística. En desarrollo de este mandato, y desde el entendimiento del
urbanismo como una función publica, que no mera suma de iniciativas provenientes
de intereses de promotores privados, existen mecanismos de intervención
administrativa en el mercado del suelo bien alejados del liberalismo salvaje
con que se ha irrumpido especulativamente en muchos casos y del que se ha
derivado un modelo desordenado de ciudad que desde el principio hasta el final
han acabado sufriendo sus moradores. Por postremo, cuando en determinadas
materias del urbanismo se dilucida una concurrencia competencial entre dos
administraciones, en unos casos da lugar al ejercicio de la tutela del ente
autonómico sobre la municipal, o bien, cuando la indeterminación pudiera llevar
a la desprotección de determinados derechos ciudadanos, existen instrumentos de
concertación, colaboración y coordinación entre las distintas administraciones
para realizaciones de interés público cuya implantación se vea precisa, antes,
incluso, de recurrir a otros remedios mayores o excepcionalidades.
SI estos retazos que
emanan de la normativa urbanística en vigor son descifrados conjuntamente para
la solución del conflicto surgido entre el Ayuntamiento de Málaga y la Junta de
Andalucía sobre los terrenos de El Arraijanal, mucho se puede avanzar. Vayamos
ahora a desmontar el razonamiento municipal:
EL “interés general de la
ciudad”. El litoral es un privilegio que no todas las localidades tienen
derecho a su disfrute. En el caso del municipio de Málaga, la presión
urbanística nos ha llevado a que algo más del 80% de la superficie de la banda
que va de 0 a 500 metros a la línea de costa, y que comprende 1.033,03
hectáreas (has.), esté urbanizada (la media del litoral andaluz ocupado en este
segmento está en la mitad). En cambio, de 500 a 1.000 metros (1.001,97 has.) la
urbanización está en el 40%, y de 1 a 5 kilómetros (9.757 has.) el proceso intervenido
ronda el 50% ¿Quién se atreve a desmentir que nuestra presión edificatoria no
se encuentre en su mayor medida en la primera línea de nuestro frágil litoral?
Basta observarlo a pie o mediante vista aérea. Por tanto, no es de extrañar que
haya habido que levantar playas artificiales de difícil estabilización por mor
de esa indebida colmatación e invasión edificatoria de la zona costera. De este
modo, plantear que El Arraijanal, la mayor zona virgen costera y dunar que con
diferencia sobrevive, no es una prioridad para nuestro Ayuntamiento, o que su
conservación no responde a un interés público general, es tanto como plantear
que nuestro equipo municipal está instalado en el limbo, contraviniendo con
ello la supresión vaticana dictaminada por el papa Benedicto XVI hace trece
meses.
“ROMPE el equilibrio del
PGOU”, dice el alcalde. De todos es conocidos la chapuza de revisión
improvisada que el equipo de gobierno municipal ha hecho en su propuesta de
nuevo planeamiento. Lo llevó a cabo con nocturnidad en sus aprobaciones
efectuadas a través de sendos plenos celebrados en fechas vacacionales y hasta
de Feria. El producto final que se nos ha servido: Puzzle de sumas de convenios
con promotores particulares sin tener definido el guión de un modelo de ciudad.
Rascacielos que se pretenden alzar en la ciudad consolidada de mayor saturación
humana (Carretera de Cádiz y Martiricos, reconocidos hasta en los datos que
como propios suministra el Observatorio de Medio Ambiente municipal) y donde a
esta altura de la película aún sobre planos unos días las torres suben de pisos
y otras mañanas bajan para dar seguridad a los pasajeros de los vuelos del
aeropuerto, mientras que a los vecinos que viven a ras de suelo se les hacina
aún más o se les complica su movilidad circulatoria por esas zonas colapsadas.
EL concepto que del
equilibrio del PGOU tiene el Ayuntamiento de Málaga es por tanto muy inestable.
El de la confrontación con las demás administraciones es más perseverante,
digamos que constante. Si no, reflexionemos sobre lo que ha hecho esta semana,
en plena fase final definitiva de la revisión del PGOU de Málaga por la Junta y
en vísperas de la aprobación por el gobierno autonómico del POTAUM (Plan de
Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga), declarando de
interés social un flamante macroproyecto hotelero en el suelo no urbanizable al
norte de El Limonar Alto y por encima de la ronda de circunvalación. Pero este
episodio da para otro artículo.
TAMBIÉN en el caso de El
Arraijanal las decisiones del Ayuntamiento han sido igualmente en ese tono
antológico. En la aprobación inicial de julio del 2006 de la actual revisión,
esta zona aparecía con un puerto deportivo interior y sin viviendas. Dos años
después, en la aprobación provisional del mismo documento, la marina había
desaparecido y brotaban viviendas, hoteles y comercios ¿Qué equilibrio contiene
el PGOU?: ¿el del mago con la chistera?
“ANTES la Junta apoyó que
fuera una marina deportiva con una edificabilidad, hoteles y residencial fijada
que ahora cambia de criterio”. Esta tesis es imaginaria, parece más pensada
para inflar las expectativas económicas o las compensaciones exigibles por la
titularidad del terreno que para hacer posible la realización de un proyecto
ambiental. De ahí el sablazo que ya ha hecho público la inmobiliaria que
acumula la propiedad del setenta por ciento de las más de cincuenta y dos
hectáreas que comprende su superficie. Demanda, ni más ni menos, 300 millones
de euros por la superficie del espacio: 821 euros el m2.
HASTA hace un tiempo, esta
promotora había fijado en 150 millones lo que iba a invertir: en la
construcción de una marina portuaria para el atraque de cerca de mil barcos,
canales que llegarían hasta las mil doscientas viviendas a construirse con
elevación de entre dos y tres alturas, en los 37.000 m2 edificados de hoteles,
en los 12.495 m2 de centros comerciales así como en las infraestructuras y los
equipamientos necesarios; es decir, gastaría la mitad de lo que ahora pide como
precio del suelo. Redondo negocio para los privados, aunque con estos datos
flaco servicio le hace el alcalde a la hacienda pública, al interés general, al
ambiental y a la calidad de vida de ese entorno ya de por sí atascado de coches
por tierra y ruidoso ante el trasiego aeroportuario que le llega por el aire. Todo
ello, cuando en el planeamiento vigente de Málaga, aprobado definitivamente en
1998 por la consejera de Obras Públicas de la Junta, figura que estos suelos en
tanto no se programasen quedarían asimilados al no urbanizable (Ver Anexo 1). Además, la oposición a
las aspiraciones munícipes y de la titularidad de implantar un modelo
desarrollista en ese territorio no sólo encontraron en la Consejería de Medio
Ambiente de la Junta, sino también en otros entes autonómicos y estatales
informes sectoriales desfavorables( Ver
Anexo 2). A la luz de lo antedicho, revisen los propietarios sus
pretensiones de precio para que sea acorde con el mercado el valor de
adquisición o compensación urbanística por lo público.
“EL esfuerzo económico
enorme que va a representar para el ayuntamiento”. Parece que es un lapsus
freudiano por no poder cobrar la cantidad conveniada de 28 millones de euros
que estipuló el equipo de gobierno a la propiedad de cara a que a que se
pudieran construir en estos terrenos 664 viviendas, hoteles y equipamiento
comercial. Por el contrario, el buen uso del instrumento urbanístico para la
adquisición de estos suelos como patrimonio público es un acto administrativo
que puede y debe tener coste cero para el Ayuntamiento y la Junta a la vez que
redunda en beneficio de la colectividad. Además, siempre cabe en la negociación
de la operación unbanística compensatoria que el Ayuntamiento no pierda ningún euro
de esos 28 millones del convenio citado y en cambio no se los tenga que gastar
en infraestructuras que el propio desarrollo constructivo, que deja de existir,
obligaría. Ahí debía estar presente la buena labor del gobernante local en el
pacto a lograr con la Junta y los particulares.
DE todo lo anterior, más
lo que amplío en los anexos, al alcalde De la Torre le incumbiría convencerse
que desde su azulada etapa como presidente de la Diputación en aquella
siniestra España del tardío desarrollismo sesentón, que también tomó el
factor ladrillo como motor de crecimiento con aterradoras viviendas que fueron
rompiendo el noble paisaje urbano y el rico patrimonio edificatorio heredado,
ha sido mucho lo que afortunadamente ha evolucionado el urbanismo en España,
hecho que no excluye que se sigan produciendo desmanes a diario. Hoy la
trasnochada Malagueta a la que tanto contribuyó en su alzado no es fuente de
inspiración de ningún modelo constructivo de litoral más allá del Benidorm de
ayer. Entiendo que lo que como urbanizador aprendió de joven le cueste
reconvertirlo pero es posible intentarlo al hilo de las nuevas palpitaciones de
los tiempos, como invitaba don Eugenio d’Ors. Por ello, quizás le convenga
pensar que, al igual que en su privilegiada trayectoria biográfica figuran
leales servicios prestados a dos regímenes políticos tan contrapuestos, no
estaría de más que, en aras a lo diametralmente diferente que es la Málaga de
nuestros días y la sensibilidad de los que la habitamos, se obligara
amablemente a dar un paso más. Ese esfuerzo de adaptación, tan consustancial a
su personalidad, sigue siendo necesaria que lo aplique en los nuevos vientos
que soplan, caracterizados por la sostenibilidad ambiental y la prevención ante
el cambio climático, y que nos va a reportar, entre otros, hasta la subida del
nivel del mar en nuestro litoral, también en El Arraijanal.
EN consecuencia, ponerse a
la cabeza de este proyecto de conservación y restauración de El Arraijanal es
sinónimo de respeto ambiental, muestra de preservación de lo que quedará como
escaparate del antaño paisaje ribereño y dunar del municipio, aparte de fuente
de calidad de vida de igual forma para los que nos han de suceder. El alcalde
debería hacer un paréntesis con esta cuestión en su ardor por el desamor, el
agravio y la confrontación con la Junta. Con el mismo criterio, no se puede
situar al margen de este espacio tan crucial, porque es regidor de todo el
municipio y no sólo de su mayor parte. Además, el sostenella y no enmendalla,
apoyando en este espacio un proyecto contra el medio ambiente, vulneraría los
principios estratégicos de sostenibilidad con los que está ligado el
Ayuntamiento de Málaga por acuerdo unánime de varios de sus plenos municipales.
MENOS incluso, un primer edil
podría estar ausente de lo que se hiciera en ese estratégico punto geográfico
donde se ubicaría el parque marítimo si consideramos: que es definitorio para
la vertebración de la accesibilidad viaria a nuestra ciudad por el oeste, para
la conexión con el área metropolitana de los pujantes municipios del bajo
Guadalhorce y del litoral occidental así como espacio de descongestión en ese
discurrir continuo de masificación urbanizadora donde el colindante modelo de
rebosamiento llamado Torremolinos tampoco es ajeno.
POR ello es exigible que
para lo que le queda de legislatura el regidor tome este proyecto como
experiencia piloto, modélica e inaugural de una nueva etapa tendente a
estrechar la colaboración leal entre las dos administraciones. Así se podría
llegar al buen fin no solo de este equipamiento público sino de otros proyectos
atascados por la confrontación. Sería un noble gesto Político, con P mayúscula,
del alcalde, merecedor de pasar a las postrimerías, en el sentido cinéfilo de
que se divulgue que siempre nos quedará El Arraijanal como futuro central park
marítimo y metropolitano de la ciudad de Málaga. Rectificar es de sabios;
colabore, señor De la Torre, en esa loable tarea.
ANEXOS
(1) La calificación
"urbanizable no programado" la arrastran los terrenos de el
Arraijanal desde el PGOU de 1983. Sin embargo, nunca se tramitó y desarrolló
proyecto concreto en ese espacio. Entre tanto, el texto refundido de la Ley del
Suelo de 1992 asoció el citado urbanizable, en tanto no se hubiera programado,
a las mismas limitaciones que el no urbanizable.
En el PGOU de 1998, en contra de lo que se dice por parte del Ayuntamiento, no se aprobó por la Junta nada en El Arraijanal sino que se dejaron suspendidas sus indeterminaciones urbanísticas y portuarias, debido al mero carácter orientativo, sin definiciones precisas, con el que figuraba. Así, esta teórica actuación no encontró viabilidad ambiental en la declaración que hizo la Junta a esa revisión del planeamiento, simplemente porque no se pudo evaluar al no estar suficientemente precisada y proyectada. A la vez, la Junta planteó en su aprobación definitiva a este PGOU de 1998 que la incorporación futura de un proyecto en El Arraijanal sólo se podría efectuar, no a través de una modificación de elementos, sino en una revisión del propio Plan, lo que conllevaría la consiguiente obligatoriedad de la declaración de impacto ambiental.
En este sentido, a instancia escrita de la mayor titularidad de la terrenos, la promotora inmobiliaria, a finales de 1998, pocos meses después de la aprobación definitiva del Plan, se llevaron a cabo por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta las consultas previas y se evacuaron los informes sectoriales para dar paso a que se estudiaran las afecciones ambientales sobre lo que allí se planeara, acompañando la propiedad la memoria resumen preceptiva, no así el proyecto que lo aportarían posteriormente junto al estudio de impacto ambiental para su evaluación. Una vez remitidas por la Junta las respuestas de los distintos entes que fue recibiendo a la promotora, hace más de diez años y medio, nada más se supo, no llegando a presentar el estudio de impacto ambiental y el proyecto que se tratara para su dictaminar su viabilidad.
A pesar de ello, poco tiempo después de aquella fecha, el Ayuntamiento de Málaga alentó la realización en El Arraijanal de la marina deportiva y las construcciones de viviendas, con improvisados anuncios de fallidos calendarios o amagando en varias ocasiones con llevarlos a aprobación por el pleno municipal, casi siempre retirado a última hora. Sin embargo, el equipo de gobierno local pretendió eludir la tramitación ambiental y tomó, en clara fuga hacia delante, la indebida vía urbanística de la modificación de elementos sin evaluación de impacto ambiental para que se realizase. Fue lo que el gobierno municipal aprobó en el 2003. En este acuerdo incluía una marina deportiva y alrededor de 1.300 viviendas. Salto en el vacío legal que acabó siendo rechazado por la Junta una vez que pasó por la consejería competente del urbanismo.
Pues
bien, todavía, en el verano del 2005, el entonces edil de Urbanismo desafiaba
públicamente a la Junta con que antes de ese fin de año otorgaría la licencia
municipal para que lo anterior se llevara a cabo. El tiempo se tragó tan
iletradas bravuconerías. A finales de julio del 2006 se aprobaba inicialmente
por la Corporación local la revisión del nuevo PGOU y en el documento el
ayuntamiento hacía desaparecer de el Arraijanal las viviendas pintadas sobre
plano y conservaba sólo el puerto deportivo. En agosto del pasado año, 2008,
víspera de Feria, se aprobó provisionalmente por el equipo de gobierno local
tal revisión. Conllevaba –previa firma de convenio con la constructora
propietaria de los terrenos que ingresaría en las arcas municipales 28 millones
de euros- otro proyecto distinto para el Arraijanal. Se evaporaba la marina
deportiva y retornaban las viviendas, hoteles y comercios.
(2) Aparte de la cuestión
ambiental, el Arraijanal ofrece otros problemas más allá del de la conservación
de ese ecosistema singular costero único que queda en el municipio de Málaga.
Existe también, como inconveniente, el dominio público de la Demarcación de
Costas -salvaguarda de esas mismas playas que el Ayuntamiento pretendió hacer
desaparecer en gran parte con un puerto interior- y la franja previa de
protección marítima-terrestre que aspira adquirir patrimonialmente la citada
Demarcación; hecho que dificulta en esos terrenos cualquier otro uso compatible
que se formule. El resto de los informes negativos proceden de Aviación Civil
en sus competencias sobre el dominio aéreo y la seguridad por la existencia del
aeropuerto. Hago un paréntesis: el día que tengamos un siniestro de envergadura
nos vamos a enterar de la colmatación insegura que, conseguida a golpe de
modificaciones puntuales de elementos del planeamiento de Málaga, adquiere el
frágil territorio que envuelve nuestro espacio terrestre aeroportuario. Tampoco
quiere el ente Carreteras del Estado más colapso circulatorio a la ya
dificultosa movilidad en la autovía del Mediterráneo, entre el límite de
Torremolinos con dirección a Guadalmar, lugar donde quedarían atrapados los
nuevos residentes que el Ayuntamiento pretende que habiten en las viviendas que
se levantarían sobre la actual zona virgen dunar de ese litoral. A ello había
que sumar otros informes negativos, como el de la Consejería de Cultura por
hallarse presente la huella fenicia de los primeros pobladores de Málaga; o
cuando se pretendía la actuación de la construcción de la marina, el informe
negativo la de la Consejería de Agricultura por la incidencia portuaria en los caladeros
pesqueros de la zona; incluso, el propio Ayuntamiento de Torremolinos,
gobernado por el PP, planteó su oposición al puerto deportivo por la afección
que acarrearía a las colindantes playas estabilizadas de su municipio.
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