El pregón de la Peña La Biznaga, este año más que nunca se revela el acontecimiento cultural de la canícula malagueña

Teodoro León Gross19/07/06 MÁLAGA. Porque la biznaga es más que una flor, y la peña y el premio con su nombre más que un club y un galardón, el de este año es más que pregonero y el suyo más que pregón. Peña de la Biznaga, Teodoro León. Si fragante el jazmín, el discurso embriagador.

El pregón de la Peña La Biznaga, este año más que nunca se revela el acontecimiento cultural de la canícula malagueña

 

Teodoro Leon Gross19/07/06 MÁLAGA. Porque la biznaga es más que una flor, y la peña y el premio con su nombre más que un club y un galardón, el de este año es más que pregonero y el suyo más que pregón. Peña de la Biznaga, Teodoro León. Si fragante el jazmín, el discurso embriagador. Y no es en otro sitio donde levanta admiración, por lo menos no más que en EL OBSERVADOR. Porque para esta revista Teo no es columnista, editorialista y profesor, Teo, sin elevar el volumen, es capaz de subir el listón, no por repetir de Eco ni por entonar a Kant, sino por propia condición, y así su vuelo bien alto por su ligereza intelectual y su pluma de escritor.

LOS pregones los carga el diablo, se sabe desde Cicerón ("Neque enim quisquam est tam aversus a Musis, qui non mandari versibus aeternum suorum laborum facile praeconium patiatur". "En verdad, no hay nadie tan hostil a las Musas que no soporte gustosamente que sea encomendado a los versos el elogio inmortal de sus hazañas"). Que se haya incorporado la presencia del pregón a los ritos católicos y luego a las instituciones ciudadanas, y finalmente los latinistas modernos aclaren que “propaganda: propagatio, praeconium, vulgatio, diffusio”, no hace más que confirmarlo. No es un peligro el pregón para Teo, que calcula bien los riesgos y jamás aceptaría recibir tres cuartos por su intervención, aunque jamás haya renunciado a todas y cada una de las posibilidades definidas por el latinista, como muestra a diario en su labor de columnista (¿O en la de editorialista? ¿O en la de autor de la sección XXX? ¿O en todas?).

Francisco de la Torre

LA Peña La Biznaga le encarga un elogio inmortal, y Teo no sólo le da imagen y ritmo, también lo impregna de su efluvio: de cadencia intelectual. Porque todos, otros antes, lo impregnan de su estilo; como Pedro Aparicio que hizo en su pregón el enésimo favor a esta ciudad que tan poco le gusta, aunque a diferencia de Manuel Alcántara no por ello la ama; como Rafael Pérez Estrada, a quien, como a Borges, se le escapó el Nobel por los pelos (¿para qué querría un premio que le podían dar a Saramago?) e hizo un pregón profundamente imbricado en las esencias de la ciudad, más bien de la provincia, como toda su obra. 

MÁS allá de la naturaleza, dice Teo de la Biznaga, y lo dice con razón, evocando hermenéuticamente a Phillipe Nys: ese jardín portátil que se expande desde su humildad es realización humana a partir de los dones de la flora, el clima y el ingenio del pueblo de Málaga, que con ellos se tuvo que arreglar tantos siglos para comer, si no a diario, siempre que se podía. Aunque Teo no iba a tener el mal gusto de referirse a eso ante su distinguida concurrencia, que si peña, no por eso de corazón duro, como no lo han tenido ninguno de sus antecesores en el encargo, fueren alcaldes o literatos –aunque Teo no haya sido aún lo primero, de sobras es lo segundo y ciento y raya de seso le da a tantos de otros. Pero el gusto es el gusto, y en la peña y el pregón siempre es inoportuno rememorar el pasado de la sopa cachorreña, la arenca de barrica y el pan negro, y menos mencionar en presente a la señora del moño, pregonando de bar en bar su biznaga doló, más y todo cuando hay una Málaga imparable que va en AVE hacia un futuro cercano donde la flor y el árbol sean hermoso recuerdo entre cemento y hormigón.

REFLEJADO en la modesta construcción de jazmín y geranio sobre penca, Teo ve el núcleo original de la Málaga moderna. El museo dedicado a su hijo pródigo Picasso, que tantas y tantas biznagas pintó, cada cuadro una biznaga, aunque escogiera la cabra (malagueña) como evocación personal de la ciudad donde vio, no podría ser de otro modo, la luz (la única, la de Málaga, claro, y que no volvió a ver después de los 11 años para su desgracia). El Parque Tecnológico, referencia de progreso tan universal como el propio hijo pródigo, y acierto empresarial sin parangón, a pesar de que lo financiara y pusiera en marcha la Junta que preside el Manolo Chaves ése (algún fallo tenía que tener). El CAC, que nos pone la ciudad a la altura de Berlín o de Nueva York y ahí están para demostrarlo los jóvenes artistas internacionales tirando flores a Málaga, que de todo hace biznaga porque así le sale del alma, y dándose hostias por venirse aquí. Y ensalza la Málaga que supera la idiosincrasia de su climatología para seguir en su avance ‘creando nuevas soluciones’. Puede parecer al ignorante una frase de un anuncio de electrodomésticos, pero no, es Teo y su habilidad para la  intertextualidad; ‘Apenas me gusta componer enigmas con soluciones elegantes’, magistral Teo uniendo Málaga y Nabokov: ingenio, desprecio a Freud y odio a los comunistas; una pena que no haya esta vez alusión a Chesterton, y tampoco a Ciutadans de Catalunya con su amado Félix de Azúa al frente, con la de fans que tienen todos en la Peña La Biznaga (salvo Nabokov, Freud y los comunistas). Y entre tanto peñista implicado, Teo no hizo mención a lo que dejó de ser modesto en la ciudad y en la provincia: la construcción, la construcción, que tanto le gusta al alcalde De la Torre -que seguro ama las biznagas, pero no va a dejar un árbol vivo.

TEO no dejó pasar la ocasión, cómo dejarla fuera aunque fuera pregón. Deseó paz y paz desde el corazón biznaguero. Paz para todos, paz y paz de corazón. Como el mismo Zapatero. Esta revista apoya la moción: paz para todos, y la gloria, para Teo. En ella se habrá quedado.