15/04/13. Opinión. El turismo en la Costa del Sol se mide con unas cifras que las administraciones públicas crean y difunden siendo en no pocas ocasiones meras invenciones interesadas. La falta generalizada de contraste y seriedad no quita para que estos datos se den como reales en grandes titulares, aunque la realidad vaya por otros derroteros. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com pone en este artículo un ejemplo reciente del pitorreo de las cifras turísticas: la ocupación hotelera en Semana Santa.

EL pasado 1 de abril, lunes de Gloria, el día que marca el final de la semana Santa en Málaga y que muchos turistas, como los madrileños, tienen aún de fiesta y aprovechan para regresar a sus casas, ese día, a las 15:20 horas, el Patronato de Turismo de la Costa del Sol envió un correo electrónico a sus asociados que decía lo siguiente: “Se confirman las previsiones de ocupación de Semana Santa. La ocupación media durante el periodo de Semana Santa a nivel provincial ha sido del 67 por ciento, lo cual coincide con los datos previstos por la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (AEHCOS)”.

PARA proporcionar esta cifra, hemos de suponer que esa misma mañana de lunes, tras unos días agitados de trabajo, los responsables de cada uno de los cientos de establecimientos hoteleros de la Costa del Sol han comprobado a primera hora sus datos de ocupación, y después, los ha remitido al Patronato de Turismo, y que en este organismo dependiente de la Diputación provincial, alguien ha realizado el cruce de información y el informe correspondiente que, tras tener el visto del gerente, ha sido remitido a los asociados y a la prensa, coincidiendo -casualmente- con los pronósticos de los hoteleros.

Y
así, con el alarde de eficiencia al que estamos acostumbrados, no ha terminado de procesionar el Resucitado cuando ya están confirmadas las previsiones, enviados y publicados los datos ‘oficiales’, que nadie se preocupa de contrastar.

ESA es la tónica habitual cuando se informa sobre asuntos turísticos: la ausencia de rigor, la falta de seriedad. Las instituciones proporcionan datos que los medios reproducen sin plantearse nunca si son ciertos. Así, cuando se dice que el Palacio de Ferias de Málaga genera 1.000 millones de euros, el lector debe saber que son estimaciones aleatorias que se basan en asignar 445,50 euros de gasto diario a cada asistente a un congreso y en multiplicar por diez la facturación del recinto ferial. O cuando se dice que los viajes de prensa organizados por el Ayuntamiento de Málaga dejan un retorno de inversión de 2,5 millones, el lector debe saber que se han contabilizando, y de aquella manera, las piezas periodísticas como anuncios publicitarios en cada una de las cabeceras extranjeras invitadas, como si esta información llegará a todos y cada uno de los lectores...

RESULTANDO
finalmente que hay una realidad oficialista triunfal en la que el turismo nunca sufre altibajos y todo se hace más que correctamente, y otra realidad a pie de calle que es la que habla de estacionalidad y cierre de establecimientos.