24/04/13. OPINIÓN. Ni nuevas tecnologías, ni innovación en comunicación, ni bioagricultura, ni nanotecnología, ni energías alternativas, ni investigación, ni biomedicina, ni química orgánica, ni centros de conocimiento, ni automoción, ni industria… Lo que el PP quiere para la ciudad de Málaga son mercabares ‘gastro’, como el de la plaza de la Merced, y supermercados ‘gourmet’, como el del puerto de Málaga. Y hacia eso se enfoca la economía local: un monocultivo de servicios con el turismo como único clavo ardiendo y los chiringuitos como santo y seña de la ciudad. La única diferencia es que ahora estas iniciativas se presentan con una patina de pijerío y sofisticación. Una opinión de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
RESULTA evidente que la lógica que impera en el puerto de Málaga es la comercial y no la democrática. Había un acuerdo con el gigante de la gran distribución francés, y se ha hecho cumplir una vez pasada la polvareda que levantó hace dos años el rechazo a la instalación de este supermercado. Nuevamente Muelle Uno, es decir, las constructoras locales Myramar y Edipsa junto a Unicaja, imponen su criterio, que es el de hacer de un espacio público un centro comercial privado. Todo presentado con la aureola de un lujo que no es ni será tal. Muelle Uno es el anticipo de la interminable sucesión de chiringuitos que jalonan y definen las playas de Málaga y la Costa del Sol. Y lo que allí triunfa es lo consabido: cerveza fresca al sol. Placer de clientes afortunados que se acompaña del popular dicho ‘es que en Málaga se vive muy bien’.
PERO el problema es que hay sobreabundancia de bares, restaurantes, chiringos y chiringuitos. Como será la cosa que hasta Rafael Prado, propietario del Café Central, que tiene en exclusiva la terrazaplaza de la Constitución y vocero del gremio de los hosteleros, se queja de sobreoferta y agresividad de la nueva competencia. Lo cual, no impide que lo que propone la corporación local del PP en Málaga sea precisamente más barras, más bares. También presentados como algo pijo, exclusivo, sibarita, moderno y de ultimísima tendencia en restauración, caso del mercado que se quiere levantar sobre las ruinas del cine Astoria, en la plaza de la Merced.
CUESTA entender esta propuesta cuando en la plaza de la Merced ya existe un mercado, entre el Cervantes y la casa natal de Picasso, que sobrevive con puestos vacíos, descuidado, anticuado, medio roto, lleno de desperfectos y mal iluminado ¿No sería más lógico ayudar a este comercio minorista tradicional antes de condenarlo irremisiblemente con el ‘mercagourmet’ que se quiere hacer enfrente? ¿No ha sido suficientemente ejemplar el fracaso reciente del mercado en plaza de Camas? ¿Es que no hay carencias y necesidades por las claman el resto de los mercados de la ciudad? Pues si no querías sopa, aquí tenéis dos platos.
AL final se van a cargar la plaza de la Merced. De momento van avanzados. La rehabilitación electoralista terminada hace apenas un año ha sido un desastre de casi cinco millones de euros que se ha cargado el zócalo que imprimía un carácter distintivo al lugar, además de acabar con unos cuantos árboles y su sombra y plantar unos bancos monolitos con lucecitas horteras. El hotel de cinco estrellas que se planteaba en calle Granada, en el palacete del Marques de la Sonora, es otro proyecto fracasado con ayuda de la Gerencia de Urbanismo, un solar sellado, una ruina horrorosa que hace de puerta de entrada a la plaza. Plaza que tiene de trastienda todo un ramillete de solares expropiados para unas ‘tecnocasas’ que tampoco se van a construir. El edificio del Astoria, feo donde los haya, se derribará finalmente, pero para mejorar la vista sobre otra monstruosidad como es el edificio de los cines Andalucía, también abandonados desde hace lustros, y ese ejemplo del desarrollismo que tiene como inmueble vecino
PERO esto no dejan de ser consideraciones estéticas que bien se pueden discutir en una terraza tomando cañas, porque en Málaga se vive muy bien, si, ¿pero de verdad que a nadie se le ha ocurrido algo diferente?