MUJERES. 08/05/12. M. Laure Rodríguez Quiroga. “Comienzo esta exposición invocando el nombre de Allah, solicitando su permiso para hablar sobre una temática delicada y que todavía sigue siendo un tema tabú para la mayor parte de las comunidades musulmanas”. Mujeres / EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com les ofrece la conferencia pronunciada en Bruselas, en el congreso organizado por CALEM
la federación de
asociaciones musulmanas de LGTB, por la activista y pensadora del feminismo islámico
contemporáneo, M. Laure.
Homosexualidad femenina
y lesbofobia musulmana
COMIENZO esta exposición invocando el nombre
de Allah, solicitando su permiso para hablar sobre una temática delicada y que
todavía sigue siendo un tema tabú para la mayor parte de las comunidades
musulmanas.
HE de confesar que he tenido mis
serias dudas para participar en este congreso e incluso para empezar a trabajar
en el campo de la homosexualidad femenina musulmana. Para mí, ha supuesto un
debate interno que ha cuestionado mis propios posicionamientos y que ha
generado una lucha íntima entre mi propio yo y el comportamiento deseado en el
exterior por mi condición de mujer y musulmana.
EN primer lugar, me cuestioné si debía
irrumpir en un campo de identidad que no me corresponde. Mis sentimientos y mis
relaciones son heterosexuales, por lo que tuve miedo de caer en la trampa de
utilizar a las musulmanas lesbianas como objetos pasivos de estudio,
privándoles de la voz que les corresponde.
EN segundo lugar, me pregunté a mí
misma si estaría cayendo en la trampa colonialista al depositar sobre ellas
todo un abanico de conceptos estereotipados sobre la vivencia lésbica. Somos
muchas las personas que llevamos tiempo intentando descolonizar los discursos
feministas, por lo que he recapacitado sobre mis posibles injerencias al analizar
las experiencias desde el punto de vista heterosexual.
EN tercer lugar, y en mi relación más
íntima con Allah tuve miedo de defender un discurso, contrario a los
argumentados por los grandes sabios contemporáneos. No soy ninguna exégeta, no
soy experta en ciencias islámicas, ni tan siquiera en Fiqh, por lo que desde mi
ignorancia cuestioné si debía seguir adelante.
EN cuarto lugar, tuve mis recelos a
mostrarme públicamente en relación a la experiencia homosexual, por las
consecuencias que ello puede acarrear. No se puede negar que existe un cierto
temor a la propia integridad física cuando se menciona una cuestión que produce
reacciones viscerales y conductas homófobas. Desde que hace ya un tiempo
empezara a colgar en las redes sociales noticias relacionadas a las
experiencias LGTB, he recibido todo tipo de amenazas y comentarios que han
intentado dañar mi imagen y honor.
FINALMENTE, después de hacer balance decidí que
merecía la pena y que estaba preparada para asumir los riesgos, porque seguir
el Islam implica necesariamente ser consecuente con la justicia social. Mi
compromiso con el Islam, me obliga moralmente a estrechar lazos de unión
irrenunciables en la lucha contra todo tipo de injusticia. Como trabajadora
social, me debo a un código deontológico que me impide mirar hacia otro lado
ante un grupo oprimido. Como investigadora, quiero aportar mi grano de arena en
abordar el tema de forma seria, abriendo nuevos caminos y rompiendo con ciertos
tabúes profundamente asentados en el discurso colectivo.
Investigación
HOY vengo a presentar en este Congreso,
las primeras conclusiones de la investigación que estoy desarrollando
“Homosexualidad femenina y Lesbofobia en el marco musulmán”. Adelanto que está
siendo una tarea complicada pero a la vez apasionante, que me ha permitido
acercarme a lo más íntimo del ser humano, aquello que habitualmente está en una
relación directa entre la persona y Allah.
Y es precisamente debido a ese
acercamiento a lo íntimo, lo que hace que quede suspendida en el aire utilizando
un método con firma propia, jugando entre la empatía más cálida y la distancia
intelectual que merece todo análisis científico.
ME propongo defender un discurso, sin
dejar de lado la perspectiva humana sin que por ello me obligue a perder el
punto de mira objetivo y racional. Mente y corazón en unión fraternal para
abordar una realidad que por muy silenciada que se pretenda, sigue existiendo.
AL igual que en arqueología la
historia colectiva se escribe a partir de pequeños trozos de objetos o hallazgos,
el marco teórico del discurso social es la suma de cada una de esas
experiencias vitales vivenciadas a nivel individual.
POR eso, me resultó interesante poder
realizar entrevistas personales, no solo con mujeres LBT, sino también con
personas musulmanas en general. Además, estoy intentando completar con la
búsqueda de reportajes de prensa, redes sociales, artículos de revistas,
publicaciones, páginas web e incluso, el análisis de cine árabe.
NO se puede eludir la mención a una
realidad caracterizada por la homosexualidad masculina sin que pueda
encontrarse nada en profundidad con respecto a la femenina. No existe un debate
abierto sobre la realidad LGTB. A nivel externo, es decir, de fuera de las
comunidades musulmanas, hay un enfoque esencialista y victimista de la
persecución que viven las personas LGTB, sin llegar a profundizar en la
vivencia personal y colectiva.
A nivel interno, la situación de las
personas LGTB sigue siendo uno de los temas que mayor resistencia presenta para
ser hablado entre el colectivo musulmán, incluso por aquellas personas que se
autodefinen como más liberales. En el caso hipotético e improbable de que se
mencione la homosexualidad, generalmente se centra en la masculina y en una
excusa perfecta para contar chistes o conversaciones picantes y de mal gusto.
Durante mi estancia en Marruecos a lo largo de varios años, además de mi
experiencia de trabajo con el colectivo marroquí desde hace 20 años he sido
testigo de infinidad de frases populares y chistes sobre homosexuales -hombres,
se sobreentiende-.
Definir
la identidad lesbiana
NO todas las mujeres que tienen
sentimientos por otras mujeres se consideran lesbianas o bisexuales, ya que
desde la interpretación islámica se le da más importancia a los actos sexuales
que a la orientaciones o a las identidades homosexuales.
LA homosexualidad como identidad es un
fenómeno reciente que fue inventado en el siglo XIX en el contexto occidental.
A pesar de que se tiene constancia histórica de la existencia de experiencias
LGTB en las sociedades musulmanas, hoy en día es percibida como un
comportamiento perverso y consciente, propia de una enfermedad mental.
DESDE esta argumentación, si la
homosexualidad es considerada una enfermedad mental es sinónimo de que puede
corregirse o curarse, y en consecuencia su práctica es una desviación de la
normalidad.
EN Occidente, solo contemplamos tres
identidades sexuales: heterosexualidad; homosexualidad y bisexualidad,
construídas a partir de la identificación de género y objeto de deseo. Por eso,
en ocasiones, se nos hace complicado saber dibujar la línea de las experiencias
vividas en otros contextos o culturas.
AÚN así, existe una característica común a las sociedades Euro-Mediterráneas al considerar que la armonía preestablecida de los sexos y de sus roles, son la base de una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino desde la que se construye la familia y por lo tanto la sociedad. Estos argumentos son usados para explicar tanto la segregación de los sexos como el presupuesto ideológico heterosexual.
ANTE esta
rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o
difuminar la frontera entre los sexos es percibida como una perversión contra
natura y, en consecuencia, como una tendencia destructora de la sociedad.
ES aquí donde toma especial relevancia
la homosexualidad. Desde los planteamientos más tradicionales, la
homosexualidad contradice el orden perfecto de las cosas, lo que sin duda
alguna explica la persecución y homofobia que se vive en la mayor parte de las
sociedades musulmanas.
EN una conversación con un Sheikh
egipcio afincado en España desde hace 15 años, afirmaba lo siguiente: “las
personas homosexuales son enfermas y por eso necesitan de nuestra misericordia
para que se curen. Si permitimos que practiquen esas relaciones pervertidas,
destruiremos a la Ummah.
Eso es lo que le ha pasado a Occidente, que ha sido tan
permisivo con los homosexuales que han destruido la sociedad”
LAS personas que no siguen la
sexualidad acorde a la norma, carecen de derechos legales y por lo tanto,
muchas de ellas se ven obligadas a llevar una segunda vida, o tienen miedo a
ser descubiertas, forzadas a casarse en contra de su voluntad para proteger el
honor familiar, carecen de centros de orientación sexual y apoyo psicológico
acorde a sus necesidades.
LA construcción de la identidad
lésbica, especialmente en el caso de las mujeres musulmanas, es un proceso que
suele ser largo y doloroso. A veces incluso, nunca se llega a producir. Para
que una mujer se considere lesbiana, el primer paso a seguir es el de la toma
de conciencia de la existencia de la categoría “lesbiana” para poder
identificarse con ella. Existe toda una lucha interior entre la tradición y su
sentimiento más profundo que irrumpe en una sociedad patriarcal construida a
partir de la experiencia heterosexual. La mayoría
de las mujeres musulmanas lesbianas cuestionan su identidad en algún momento de
su vida. Surge una primera pregunta: ¿quién soy? que generalmente es respondida
en relación a la mirada de los otros, íntimamente relacionada a la siguiente
pregunta ¿cómo me presento ante los demás? Es una lucha constante entre las
identificaciones sentidas por la propia mujer y las identificaciones impuestas
por la colectividad.
LA mayor parte de las mujeres
entrevistadas en mi investigación se sienten identificadas como lesbianas, es
decir, que se sienten atraídas afectiva y sexualmente por otras mujeres y han
dado el paso de interpretar esa atracción dentro de una identidad lésbica,
aunque la mayoría lo mantienen oculto al exterior.
ALGUNAS consideran que su homosexualidad no
es algo que dependa de ellas y que su identidad sexual está vinculada con la
esencia de su propia existencia, por eso, las atracciones lesboeróticas son
vividas como inevitables. Otras sin embargo, siguen manteniendo que sus
sentimientos y deseos lésbicos, son obra de Shaytan y luchan para no caer en la
tentación de hacer un acto perverso e ilícito.
TODAS han relatado las historias
dolorosas de la negación de su tendencia homosexual y las dificultades para
identificar sus propios sentimientos por el sufrimiento que supone escoger
vivir como lesbiana. En general, las mujeres musulmanas asumen que no han
escogido su orientación sexual pero sí tienen la posibilidad de elegir si
quieren vivir o no de acuerdo a su orientación.
Asumir
una identidad
CONFORME a los resultados de mi
investigación, no existe una edad específica en la cual las lesbianas
musulmanas comienzan a cuestionar su identidad sexual. Las realidades son diversas
en función de cada persona, pero lo cierto es que existen dos momentos clave en
el proceso de la identidad lésbica.
EL primero, se produce desde la
infancia, cuando las mujeres tienen conciencia de una atracción hacia personas
del mismo sexo. En este caso, la mujer puede plantearse el tema de su identidad
sexual independientemente de si ha tenido contacto sexual con alguien de su
sexo o no.
EL segundo momento se inicia cuando se
ha desarrollado dentro de una relación heterosexual y se cuestiona la identidad
sexual a raíz de un contacto con otra mujer. Experimentan una especie de
revelación cuando se involucran por primera vez con una mujer, generalmente con
una amiga. Al principio no saben cómo integrarlo porque nunca antes habían
tenido contacto con otras mujeres y hasta ese momento habían tenido relaciones
satisfactorias con hombres.
ASUMIR la identidad lésbica es, en la
mayoría de los casos, un proceso largo que no siempre coincide con los inicios
de los contactos físicos o la atracción hacia personas del mismo sexo. Para que
se produzca esa auto-identificación como lesbiana o bisexual han de tenerse en
cuenta diferentes factores: acceso a información sobre LBT; ideas previas sobre
la homosexualidad; capacidad de construir una identidad acorde con la propia
experiencia, etc.
Radiografía
situacional
HAY un sentimiento generalizado de
culpabilidad, miedo o ansiedad cuando empiezan a asumir su orientación sexual.
Especialmente se produce un fuerte impacto psicológico a la hora de
exteriorizar su identidad sexual, ya que tienen miedo de faltar al honor
familiar y hacer algo contrario al Islam.
KHADIJA, una de las mujeres entrevistadas
comentó que su familia sospechaba de sus sentimientos, por lo que un día el
padre le dijo: “Ser lesbiana es aun peor que ser una prostituta. Una prostituta
lo hace por necesidad, pero una lesbiana lo hace por vicio. La homosexualidad
es una desviación, una enfermedad que será castigada en el día del Juicio
Final”.
MUCHAS mujeres no entienden muy bien lo
que les ocurre y tienen percepciones negativas de lo que significa ser una
mujer LBT, tampoco saben dónde acudir por miedo a ser delatadas. Para llevar a
cabo la investigación, intentamos mantener todas las precauciones posibles para
que las mujeres se sientan seguras. Ninguna de las entrevistas se han querido
desarrollar en persona. El anonimato que les ofrece el ciberespacio, nos está
ayudando a acceder mejor a ellas.
HAJAR por ejemplo, comentaba que “el
acceso a internet y a las redes sociales me permitió entender mejor qué me
pasaba”. Aun así, existe muy poco material específico para las mujeres
musulmanas, ya que mayoritariamente se encuentra información relativa a la
homosexualidad masculina o en percepciones patriarcales y misóginas del Islam.
También, algunas mujeres han comentado que las organizaciones LGTB suelen
repetir los mismos esquemas islamófobos o estereotipados del Islam,
especialmente en el caso de las mujeres musulmanas.
MARIAM comenta: “Me acerqué en una ocasión
a una organización de mujeres lesbianas y no quise volver más. La orientación
que me dieron fue que para liberarme, debía abandonar el Islam, y en mi familia
recibía el mensaje contrario, que para ser una musulmana de verdad debía de
abandonar mis sentimientos por otras mujeres”.
ESTA situación de ambivalencia es
especialmente dañina para la salud mental de las musulmanas LBT que sienten que
tienen que elegir entre su identidad religiosa o su identidad sexual, en vez de
buscar una reconciliación entre ambas identidades. Por eso, es necesaria una
formación e información en las organizaciones LGTB no musulmanas, marcadas por
una secularidad agresiva.
ALGUNAS de las mujeres transmiten que ser
lesbiana parece que causa menos “crisis familiar”, porque el énfasis de la
homosexualidad está puesta en los hombres, en parte porque las esperanzas de la
sociedad y del linaje familiar se depositan en los hijos varones. También
algunas mujeres comentan que las tendencias lésbicas de las hijas adolescentes,
ayudan a las familias a aliviar el peso relacionado a la virginidad o a los
embarazos fuera del matrimonio.
OTRAS mujeres sin embargo, opinan lo
contrario y cuentan situaciones traumáticas. Familias que intentan buscar ayuda
médica y que gastan un dinero que no tienen en terapias, buscando cada vez terapeutas
que no fueran demasiado comprensivos con la tendencia LBT.
AMINA, llegó a recibir terapia de
aversión, a través de descargas eléctricas. Ella relata lo siguiente: “el
tratamiento consistía en enseñar imágenes de mujeres y hombres. Si miraba a las
mujeres, recibía una descarga eléctrica”. Así estuvo durante años, pasando de
un terapeuta a otro, hasta que finalmente decidió seguir los consejos de su
madre, se casó con un hombre y creó una familia. Ahora vive con el firme
convencimiento de que la homosexualidad es obra de Shaytan.
EL matrimonio con personas de otro
sexo supone el remedio más extendido por las familias, especialmente en el caso
de comunidades más tradicionales donde se convierte en algo prácticamente
obligatorio. Ellas pueden intentar retrasarlo pero finalmente la presión
familiar intentará buscar una pareja adecuada.
ANTE esta situación, algunas mujeres
aceptan el matrimonio con un hombre como algo inevitable reprimiendo sus
sentimientos lésbicos o bien siendo conscientes de que una vez casadas,
buscarán desahogar su verdadera orientación de forma oculta. La otra opción, es
hacer pública su orientación sexual, arriesgándose a asumir todas las
consecuencias.
SUMAYA comenta el chantaje emocional que
tuvo que sufrir por parte de su cuñado: “Me da igual tu vida o tus
sentimientos, pero si oigo a alguien en la calle decir que eres lesbiana, me
divorcio de tu hermana. Me quedaré con los 4 niños y la echaré de casa”. En ese
momento Sumaya comprendió que su única salvación era la inmigración a Europa y
vivir con total libertad.
FARIDA también recurrió a la inmigración,
pero en un contexto diferente: “Me encerraron en casa durante meses, me
prohibieron todo tipo de contacto con amigas. Buscaron un hombre en Europa para
casarme y así no vivir la vergüenza. Acepté porque sabía que una vez allí,
podría separarme y vivir en libertad”.
Lesbofobia
LA lesbofobia es una manifestación del
sexismo que designa a las mujeres lesbianas como inferiores o anormales,
especialmente en el contexto musulmán. Ellas sufren una doble violencia: por
ser mujeres y por ser homosexuales.
LAS interpretaciones patriarcales del
Islam, otorgan a las mujeres una situación de discriminación que las relega a
unos roles determinados en función de su sexo. De ellas se espera que sean
abnegadas amas de casa, que tengan hijos y los cuiden con dedicación, que se
muevan, piensen o se comporten de una manera acorde a los estereotipos
establecidos.
LAS mujeres lesbianas rompen con ese
modelo tradicional del patriarcado porque transgreden por un lado, el orden
moral y político-cultural de la heterosexualidad y por otro lado, a la
dominación masculina por elegir como compañera a otra mujer.
LA lesbofobia musulmana, con todas las
consecuencias externas e internas que produce, es la gran adversidad a la que
tienen que enfrentarse las mujeres LBT para poder construirse una identidad
sexual propia.
SE ha de buscar el equilibrio entre su vivencia homosexual y su experiencia espiritual más íntima para poder vivir en armonía consigo mismas.
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