Cocina vegetal
Por Dela Uvedoble
10/11/20. Opinión. La escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de “su” cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una receta de puchero. Pasen y pónganse el delantal...
Receta 5. Puchero divo (porque entona de maravilla)
Es un básico, el petite robe noire de mi armario culinario de invierno.
Nada como un buen caldo para entrar en calor, su sinfonía de sabores me recuerda este refrán:
“Siete virtudes tiene la sopa: es económica, la hambre quita, sed da poca, hace dormir, digerir, nunca enfada y pone la cara colorada”.
A Mafalda no le gustaba la sopa hecha con gallina pero esta, que solo tiene el sabor y el olor de las verduras frescas, le encantaría. En las cocinas veganas no hay entrañas ni despojos, nuestra comida se cultiva no se cría.
Ingredientes:
—Manojo de apio
—2 Puerros.
—7/8 zanahorias
—1 cebolla gorda.
—1/2 nabos
—2/3 papas.
—Habichuelas verdes.
—1 bote de garbanzos ecológicos
—1 bote de habichuelas blancas ecológicas.
—Agua
—Sal
—Chorreón de AOVE = Aceite de Oliva Virgen Extra.
—Naturalmente cualquier otra verdura que os guste aunque no recomiendo las de personalidad/olor fuerte (coliflor y brócoli) pues chupan cámara a las demás.
*Utilizo legumbres de bote porque si pongo todos los ingredientes juntos en la olla exprés para que estas salgan tiernas, la velocidad de la cocción, para mi gusto, resta al puchero de los aromas y deshace las verduras.
Eso sí, fijaos que en la etiqueta ponga que solo contienen legumbre, agua y sal, nada de disulfitos que ni hacen falta ni hacen favor.
Recordad que un bote de cualquier legumbre enriquece enormemente un plato en un pispás, son muy útiles de fondo de despensa.
Preparación:
1) Lavar y picar las verduras cada una según su naturaleza y gusto de quien guise, las zanahorias en rodajas, las habichuelas verdes en trozos después de haberles quitado las hebras laterales, los apios igual. La cebolla bien troceada, el nabo a dados y las papas rompiéndolas al final, para que suelten el almidón y cuaje el caldo.
2) Añadirles agua y sal y dejar cocer a fuego vivo pero no arrebatado, debe ir burbujeando alegremente hasta que las verduras estén cocidas. Id probando el apio que es la más dura.
3) Si se ve que se queda sin caldo añadir más agua.
4) Cuando las verduras estén tiernas añadirles las habichuelas y los garbanzos escurridos, (el líquido que sueltan se llama “aguafaba” y sirve para hacer mayonesa vegana y, montándolo con varillas, o si tenéis buenos brazos, para hacer merengue así que si queréis aprovecharlo de esas maneras no lo tiréis).
5) Rectificar de sal y echad el chorro de aove (aceite) y dejad al fuego un cuarto de hora más.
6) Servirlo con pan en tostones fritos, con fideos gordos o finos, con sopas de pan, con arroz... al gusto pero siempre con ramita de hierbabuena.
La cocción lenta produce un caldo blanco y espeso, para hacerlo aún más denso podéis sacar y machacar algunos trozos de papas y diluirlos.
*Este plato no tiene mas secreto que la paciencia. Lleva su tiempo preparar las verduras y calculad una hora y media de cocción pero tenéis puchero para varias jornadas. Se puede congelar tranquilamente.
En mi casa es costumbre “dos vuelcos”, el primero en sopa y el segundo los garbanzos y habichuelas escurridos, chafados con el tenedor y aderezados con aceite en crudo.
Yo le añado sésamo triturado, que aporta calcio, aceitunas aliñadas y pan para rebañar. Es tanto lo que me gusta que lo avío semana si, semana no e incluso le escribí un canto.
Aquí os lo traigo por si gustáis, ¡que aproveche!
Oda al caldo
No bien acaban de empezar a helárseme los pies sé que ha entrado el tiempo de poner puchero.
Además religiosamente, cada semana. Nada más reconfortante en los días invernales.
Yo lo tomo en cuenco, así me calienta estómago y manos a la vez. Me procura casi el mismo trabajo que un parto el joío pero después, como los hijos, abundantes satisfacciones.
Una mañana paso cortando la encendida zanahoria, el humilde nabo, la rotunda papa, el perfumado apio, la ingenua judía verde, el cilíndrico puerro y la brava cebolla.
Bien lavadas y cocidas a fuego lento como hacía mi abuela tengo resueltas las cenas de varios días.
La blanca habichuela y el orondo garbanzo lo llenan de proteínas. Pocos platos más completos.
No me canso, que no. Con sopas, tostones fritos, pasta o simplemente bebío.
Y si la hierbabuena lo aromatiza mejor.
Si quiero caldo, si.
Y el puchero a mi cabecera.
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