Cocina vegetal
Por Dela Uvedoble
01/12/20. Opinión. La escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de “su” cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una receta de crema de calabaza. Pasen y...
...pónganse el delantal.
Receta 8. Crema de calabaza y un plus
Comienzo las recetas del mes de diciembre con una crema de cucurbitácea. Podemos aprovechar para ello las que decoraron la casa en Halloween siempre que no sean de pega.
Lo que no recomiendo es comprar las que vienen troceadas y envasadas al vacío en plástico, sin mentar el residuo que dejan, al sacarlas siempre me resultan pegajosas. La suelo comprar entera, de la especie que llaman “cacahuete” por su forma, o pedirle al Juani, mi frutero, un trozo de una mayor.
A esta nuestra crema otoñal vamos a añadirle papas y batatas, para hacerla contundente aunque con un “truquito” (y no es nata) que la convierte en sedosa.
Empecemos.
Ingredientes:
—Una calabaza cacahuete.
—2 batatas
—2 papas
—1 cebolla gorda
—Vino dulce
—Pimienta blanca
—Jengibre en polvo
—Estragón seco
—Agua
—Sal
—Aceite oliva (AOVE) el suficiente para pochar la cebolla
—Un spray de aceite aromatizado con trufa
—Pipas de calabaza tostadas y semillas de cáñamo para decorar (y porque están muy buenas)
Preparación:
1) Mondar papas, batatas y pelar y despepitar la calabaza.
2) Trocearlas y ponerlas a hervir con la sal, estragón, pimienta blanca y jengibre.
3) Cortar en tiras la cebolla y ponerla a ponchar en aceite. El objetivo es caramelizarla así que dejadla sudar a fuego lento y cuando empiece a trasparentar añadirle un chorrillo de vino dulce. Tapar y vigilar para que no se queme, poniendo un poco de sal para que suelte el agua. Cuando tenga un bonito color acaramelado estará lista.
4) Escurrir las verduras (el agua de cocción es un excelente caldo para tomar tal cual, cocer unos fideitos o hidratar la soja texturizada, maravillosa proteína vegetal de la que ya hablaré en otras -múltiples- recetas.
5) Añadir la cebolla caramelizada a la olla, con su aceite (no resulta excesivo ya que no necesita mucho para hacerse).
6) Hacer un puré con el brazo de la batidora. Si os resulta seco incorporad algo del caldo de cocción. Debe quedar sedoso, ni plasta engrudo ni aguachirri.
7) El truco final: Echad dos pulsadas, no más que es intenso, con el spray de aceite de oliva trufado, un descubrimiento de menos de dos euros que pone una nota de bosque otoñal y sofisticación al plato. Y lo digo en serio aunque suene cursi.
8) Rectificad de sal y especias. Servir muy caliente con unas gotas de aceite sobre cada plato y rociado semillas de cáñamo (opcionales, de venta en herboristerías) y pipas de calabaza tostadas o al natural (no las despepitadas sino de las compradas aparte).
Y ya tenemos un puré/crema saciante y a la vez ligero, un estupendo primer plato para esta época del año, lleno de vitaminas, sobre todo del grupo A, y fibra.
Un enamoramiento que terminó en tortilla
Cuenta la escritora Isabel Allende en su libro de recetas “Afrodita, recetas y otros afrodisíacos” que anduvo un tiempo, entre el primer y segundo marido, enamoriscada de un apetecible caballero, con fama de galán y gourmet. Al parecer fue correspondida y planearon una primera cita en el apartamento de ella.
Quiso organizar una cena exquisita pero frugal por aquello de que barriga llena a sueño llama y dormir era lo que precisamente no quería hacer esa noche.
Se decidió por una tortilla de trufas pero al inquirir en la tienda el precio de estas se entristeció pues era desorbitado e inaccesible para sus, en aquellos entonces, paupérrimos bolsillos. El dueño del ultramarinos, al verla contrariada, le sugirió que comparara una botellita de aceite perfumada con su aroma, incontablemente más económica y de resultados (afrodisíacos) muy similares. Le recomendó que se llevara unas aceitunas negras, las lavara muy bien y las dejas macerar en el aceite, que las picara y añadiera a la omelette garantizando que él no se daría cuenta del apaño.
El tendero era un inmigrante italiano que sabía largo de amoríos.
Así lo hizo. El Adonis resultó ser un mastuerzo que engulló de un bocado la tortilla y ni se percató de aromas, efluvios ni sutileza alguna. De la misma manera arrebatada y torpe le hizo el amor. Desilusionada no siguió con semejante idilio pero aprendió dos cosas:
—no hay que darle rosas a quien carece de olfato y...
—que existe el aceite de trufa.
Disfrutad sin dañar, comensales.