“Es difícil dar un origen preciso a este dulce, aunque parece que es reciente y modesto; nace para aprovechar los trozos de bizcocho seco y el café sobrante para elaborar un plato delicioso, sin necesidad de usar horno ni lumbre”
Cocina vegetal
Por Dela Uvedoble
09/02/21. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una...
...receta de postre, tiramisú. Pasen y pónganse el delantal.
Receta 16. Tirami sù
Mediados de febrero; llega San Valentín a quien se considera patrón de los enamorados y amantes, fecha que, gracias al buen olfato comercial de Pepín Fernández, fundador de Galerías Preciados, se suele celebrar intercambiando presentes amorosos, generalmente al final de una romántica cena.
Os propongo como postre este dulce italiano, en versión absolutamente vegetal, por supuesto. Amémonos y amemos, también a los no humanos.
Ingredientes
Para el bizcocho:
—200 gr. de harina repostería.
—50 gr. de harina de maíz (maicena)
—1 cucharadita de levadura en polvo.
—Canela a discreción.
—Dos dedos de un vaso de aceite de girasol.
—200 ml de leche de soja.
—Pizca de sal.
—Un chorro de sirope de ágave ( endulzándote vegetal de textura igual a la miel)
*Si encontráis bizcochos de soletilla veganos (los que parecen espéculos), podéis utilizarlos, ahorrando el hacer el bizcocho.
Para la crema:
—150 gr. de anacardos crudos ( puestos en remojo el día anterior)
—La parte sólida de una lata de leche de coco. Dejadla una noche en la nevera, así podréis separarla del líquido fácilmente.
—Chorreón de ágave.—Dos dedos de un vaso de leche de soja.
Necesitamos también:
—Café preparado al gusto ( más o menos cargado o descafeinado)
—Licor de café vegano, como “El cafetino” (opcional pero recomendable)
—Azúcar para endulzar el café.
— Cacao en polvo para espolvorear y decorar.
Preparación:
1) Hacemos la masa del bizcocho poniendo en un bol todos los ingredientes y mezclando, procurando que no quede muy dulce, sólo un puntito.
2) La extendemos sobre papel vegetal pintado con aceite, en la bandeja de horno, con la ayuda de una cuchara, hasta obtener un rectángulo.
3) Horneamos a 180º unos 10/15 minutos, depende del horno. Mejor no quitarle ojo para que no se queme.
4) Sacar y dejad enfriar.
5) Preparad una buena cafetera y que la bebida, “negra como los ojos de las huríes”, se vaya enfriando
6) En una batidora de vaso poned los ingredientes de la crema y batid hasta integrarlos, si hiciera falta, raspando las paredes. Aunque parezca que queda demasiado líquido después se endurece en la nevera. Probad el punto de dulzor, añadiendo el ágave que veáis. A mi no me gusta muy empalagoso.
7) Verted el café en una fuente, endulzarlo y añadir como tres dedos de licor de café.
8) Este paso es personal. Hay quien monta el Tiramisú en bandeja y lo corta como tarta pero como este mío es un “Tirami sù”, lo presento en copas, en versión tú y yo. Así que utilizando la base y el borde de esta, voy recortando circunferencias de dos diámetros distintos para armar el dulce.
9) Id empapando los círculos en el café aromatizado, que queden jugosos pero no chorreando. La verdad este es el paso más delicado, pues de él depende que no quede seco el postre. Recomiendo prepararlo la víspera para que asiente mejor.
10) Poned en la base de cada copa un poco de crema/ el círculo pequeño/ crema/ cacao en polvo/ círculo grande/crema/y cacao en polvo. Las capas dependen del recipiente utilizado.
11) Refrigerar 6/8 horas o mejor hasta el día siguiente.
*Al ser un postre previo a una noche de amor/sexo lujurioso, sugiero estas porciones pequeñas y que la cena no sea copiosa ( crudités para untar con patés vegetales y unas verduras en salsa ligera, por ejemplo). Se aspira a lo excelso y no a oír ronquidos. Pero esto es solo una opinión, no un dogma, ni siquiera un consejo.
Empecemos por el continente, lo verde empezó tras los Pirineos
Cuenta la leyenda que Luis XV mandó fabricar unas copas para tomar champán usando como molde el seno izquierdo de Jeanne- Antoinette Poisson, más conocida por Madame Pompadour. También se le atribuye este protagonismo a María Antonieta, esposa de Luis XVI, al que le encantaban sus pechos. Para la historia sin embargo ha quedado el nombre de “copas Pompadour” así que gana la cortesana.
Lo cierto es que fueron, desde su invención hasta los años 80’ del siglo XX, el único recipiente admitido para beber champán. Es más, cualquier bebida, fuera sidra “El Gaitero” o gaseosa, cobraba importancia dentro de ella. Así nos dejaban brindar de niños, dándonos la ilusión momentánea de ser adultos.
Buceando en la historia, aparecen otras célebres tetas que pudieron inspirarla, Dianne de Poitier, amante de Enrique II o la mismísima Helena de Troya. Dicen que las copas, mejor dicho, “tazas”, con sus formas aún descansan en el Templo de la isla de Rodas, aunque lo que se libaba en tiempos homéricos fuese solo vino.
Es precisamente por ser Francia la cuna del champán por lo que reclama la autoría de este recipiente. Más tarde, a partir de los años 90’, hicieron furor las copas aflautadas, por eso de que mantienen mejor las burbujas y el contenido no se calienta al tener tallo de donde agarrar. La Pompadour, chiquita y abierta como boquita de muñeca, quedó desterrada de las cristalerías y listas de bodas. Y eso que la habían sostenido manos de millonarios, actores, escritores, monarcas, artistas... paseándola sobre la palma abierta, bebiendo a sorbitos, que es lo elegante.
Dcha, Madame Pompadour, cuyo apellido bautiza las copas, retratada en 1756 por François Boucher.
Izq, arriba María Antonieta de Austria, abajo, la modelo Kate Moss. Tres pares de tetas que pasaron a la historia.
Poniéndome un poco bajuna me da por pensar que si la copa Pompadour se inspiró en senos divinos para ser creada, la copa Flauta, ¿se inspiraría en algún sublime pito?
Nunca lo sabremos.
Me entero que el “34 Restaurant” de Londres quiso festejar a Kate Moss por su 43 cumpleaños regalándole una copa a la medida de su pecho izquierdo. Y fue, mira tu por donde, la artista Jane Mc Adam Freud, si, si, nieta del que sabemos, la encargada de fabricarla. Vuelta de tuerca.
Cuento esto para justificar la elección del recipiente en el que presento mi Tirami sù; que no merece menos.
Te tira su, ti tira su, tiramisú
No es un trabalenguas, ahora lo explico.
Es difícil dar un origen preciso a este dulce, aunque parece que es reciente y modesto; nace para aprovechar los trozos de bizcocho seco y el café sobrante para elaborar un plato delicioso, sin necesidad de usar horno ni lumbre.
Tal vez, buscándole un pasado aristocrático a un postre que se ha vuelto internacional, se crearon leyendas tales como que fue una ofrenda del gremio de pasteleros de Siena al Gran Duque de la Toscana. También se atribuye el invento una pastelería de Turín, esta vez para honrar al conde de Cavour, unificador de varios estados italianos. Según historiadores y gastrónomos, ninguna de las dos parece muy veraz.
La tercera versión es mi preferida:
Viajemos al noroeste de Italia, a la región de Véneto.
Según contó a “El Correo della Será” el responsable del restaurante Toulá, Arturo Filoppini, en la década de los 50 los prostíbulos de la ciudad de Treviso, que por entonces tenían cocinero en nómina, comenzaron a ofrecer a sus clientes, de manos de la madame, un plato con “supuestos efectos reconstituyentes e incluso afrodisíacos”.
El dulce era presentado ante los parroquianos prometiéndoles que “los llevaría arriba”, que en dialecto véneto se expresaba “te tira su”. De ahí derivaría en “ti tira su” en italiano y, al popularizarse, quedó en Tiramisú. Redonda leyenda, ¿verdad?
De que es italiano como la ópera no cabe duda, y en esto me he inspirado para hacer la foto. Dos copas Pompadour llenas de ambrosía que dice “levántate” y unos prismáticos de palco. Así engarzo con Julia Roberts, que quedó extasiada ante “La Traviata”; se mostró socarrón el personaje de Richard Gere eligiendo obra.
Quedémonos con “Carmen” y su habanera de libertad.
“L’ amour, l’ amour”.
Puede ver aquí anteriores recetas de Dela Uvedoble.