“No oculto la fascinación por las tiendas de legumbres y especias al por mayor, despachadas en papel de estraza. Reminiscencias de mi niñez. Por desgracia las prisas y la globalización nos hacen comprar todo ya envasado, perdiéndonos el espectáculo del despliegue de colores”
Cocina vegetal
Por Dela Uvedoble16/02/21. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae...
...una receta de lentejas. Pasen y pónganse el delantal.
Receta 17. Lentejuelas negras
No oculto la fascinación por las tiendas de legumbres y especias al por mayor, despachadas en papel de estraza. Reminiscencias de mi niñez. Por desgracia las prisas y la globalización nos hacen comprar todo ya envasado, perdiéndonos el espectáculo del despliegue de colores. Y el alegre sonido cuando caen sobre el plato de la balanza.
Hace poco descubrí, en el departamento de frutería de un súper, una canasta llena de minúsculas lentejuelas negras. Una etiqueta las identificaba: “Lenteja caviar beluga”.
Y compré medio kilo para probarlas.
Confieso que no las conocía y de ninguna manera quería estropearlas en un mal guiso, así que opté por buscar en recetarios encontrando una preparación muy sencilla que no disfraza su sabor, además no son baratas, (comparadas con la pardina), su precio oscila entre 4 y 5 € el kilo. Conforme se popularicen irán bajando, pero pensad lo que cuesta un trozo de cadáver de ternera y echad cuentas. Estas lentejuelas negras tienen muchas más proteínas, no hay que matar a nadie y se necesitan para obtenerlas miles de litros menos de agua, alimentando a diez veces más personas.
Ingredientes
—1/2 kg de lentejas caviar.
—1 calabacín.
—2 tomates maduros.
—4 dientes de ajo.
—Aceite de oliva.
—Agua.
—Sal.
Preparación:
1) Calentad aceite en una olla honda y dorar los ajos.
2) Antes de que se quemen, añadid el calabacín cortado en daditos y morear, (remover y dejad pochar).
3) Cuando el calabacín empiece a estar deshecho, volcad el tomate crudo rallado. Dejad cocer hasta que ‘sude”, es decir, se unan bien hechos los tres ingredientes.
4) Añadir las lentejas, remover y cubrir de agua como cuatro dedos. Salar un poco.
5) Tarda unos 50/ 60 minutos en estar tierna. Yo no las pongo en remojo, solo las enjuago. Si veis que el agua se va consumiendo y aún no están, añadidle más tranquilamente. Es mejor así que resulten aguadas.
6) Servid en plato hondo y comedlas calentitas. Yo las he adornado con unas castañas cocidas, también podéis freírles unos picatostes de pan. Tal cual están buenísimas, y no pierden nada de su atractivo color, siendo amarillas por dentro.
Lentejas, la Dama de Hierro
Aparte de ser ricas en este mineral, las beluga tienen un alto porcentaje de proteínas, más que cualquier variedad, y gran cantidad de carbohidratos complejos y fibra, por lo que nos aporta sensación de estómago satisfecho largo rato, aportando energía de manera gradual. Tampoco les falta potasio, fósforo y vitaminas B6 y B1. Ayudan a regular el colesterol y el azúcar en sangre. Su color es debido a su alto contenido en antocianinas, substancia que protege de los radicales libres (aquellos que nos envejecen).
Provienen de Asía y cada vez se ven más en nuestros mercados; ya se cultivan en Salamanca y provincias limítrofes.
Esta legumbre tan elegante está llamada a ser bestseller.
Un poco de historia, de aquí y de allá
Las legumbres son muy literarias, debe ser porque llevan milenios junto a nosotros. No mentaré sino de pasada la historia de Esaú y Jacob, por conocida. Pero se vendió la primogénita entre estos dos mellizos, por un plato de ellas.
La tradición nos cuenta que Adán y Eva comieron lentejas durante el periodo de luto por el asesinato de Abel. Con su harina se elaboraron los primeros panes. En el “Cantar de los Cantares” se nombran como ingredientes de tortas finas con sésamo y canela para deleite del rey Salomón.
Cervantes narra que su Don Quijote, Alonso Quijano, “... comía lentejas los viernes”.
Más cercanos a nuestra época no son pocos los libros que tienen en el título la palabra “lentejas” aunque no se haga mención explícita a ellas. Mary Cholmondeley (1859-1925), escribió “Un guiso de lentejas” donde, pese a la época, habla ya del análisis de las masculinidades. Se dice de ella que fue la Jane Austen del siglo XX.
El escritor Dani Campos expresa así que debemos dar importancia a las pequeñas cosas, que son las que nos dan sentido:
“Si la literatura y las canciones se dedicaran a glosar la grandeza inmortal de un buen plato de lentejas, todos iríamos a buscar las más sabrosas al final del mundo”.
Lentejas y filosofía
Se encontraba un día Diógenes comiendo lentejas cuando llegó Aristipo, otro filósofo pero que vivía lujosamente haciéndole la pelota a Alejandro Magno, y le dijo: “Si fueras sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura”. Diógenes le contestó: “Si tú aprendieras a comer lentejas, no tendrías que arrastrarte ante el rey”. Un zasca digno de memes.
En la lista de los Siete Grandes Cocineros Griegos, encontramos a Eutino, “maestro en el arte de preparar lentejas”, según nos recuerda Irene Vallejo en su ensayo “El infinito en un junco”, obra deliciosa que recomiendo leer.
Ya en el siglo I de nuestra era, en la Roma imperial, aparece el libro “De re coquinaria” (El arte de la cocina) escrito por quien los historiadores consideran el primer gastrónomo, Marco Gavio Apicio. En él figuran tres espectaculares recetas con ellas: lentejas con castañas, con tallos de cardo y con puerros y cilantro fresco. Las dos ultimas con el toque del “ketchup” del momento, el “garum” (pasta de vísceras de pescado fermentado).
Tan larga es la historia de la protagonista de hoy que hasta le ha dado tiempo a ser calumniada. Por tener dos caras, se las compara con los hipócritas. Pues dos tienen también las monedas y a estas se les da el significado del bien y el mal o se les confía la suerte.
Y es que hay mucho trasfondo en la frase tantas veces oída de pequeños, “Hoy, lentejas, si te gustan las comes y sí no, las dejas”. Me temo que muchas lo hemos aplicado al entorno laboral, al afectivo incluso. “Esto es lo que hay” y nos vamos conformando. La autoridad paterno/ materna se erige como un abuso de poder contra el que nuestra inferioridad por ser niños no podía. Y no cuestiono “la buena educación o maneras” que sin duda los padres debemos aplicar, sino que, quizás, inconscientemente, se nos quede muy dentro eso del conformismo, que pocas veces es bueno en la vida adulta.
Estas elucubraciones mías me recuerdan que debo releer “El conformista” de Moravia, seguro que ahora lo entiendo mejor que cuando tenía veinte años.
Termino esta Oda a las lentejas, en este caso negras, con un poema de Antonio Gamoneda, premio Adonais de Poesía y más recientemente Premio de poesía Manuel Acuña 2020:
“Ahora que tenemos sobre la lengua la misma pasta de la tierra,
puedo olvidar mi corazón y resistir las cucharas.
Yo siento
en el silencio machacado,
algo maravilloso:
cinco seres humanos
comprender la vida a través del mismo sabor”.
Después de estas palabras, yo hago mutis y salgo por el foro.
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