“La fresa es un símbolo de Venus, la diosa del amor y la belleza, por serle grata al tener forma de corazón palpitante. Se dice que la desdichada Ana Bolena tenía un antojo de esta forma en su cuello, por lo que algunos interpretaban que era una bruja, capaz de hechizar a un rey”

Cocina vegetal

Por Dela Uvedoble


16/03/21. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una receta...

...de un postre de fresas. Pasen y pónganse el delantal.

Receta 21. Postre de fresas al estilo petit suisse

El postre que presento hoy es una versión vegana del quesito rosa, bastante más saludable, con poco azúcar, nutritivo y apto para alérgicos a la lactosa. Solo requiere mamás o papás dispuestos a echar un ratito en la cocina para prepararlo.


Lo mejor: no sólo es para críos, presentado con un poco de picardía es perfecto como colofón de cualquier comida formal.


Ingredientes

—200 gr de anacardos crudos puestos en remojo la noche anterior.

—300 gr de fresas.

—1 lata de leche de coco (solo la parte sólida. Para facilitar la separación con el líquido, mantenedla en la nevera al menos 12 horas antes de usarla).

—6 dátiles jugosos y deshuesados.

—Si os gusta más dulce: azúcar, sacarina líquida o sirope de ágape, según preferencia

—Mermelada de fresa.

—Chocolate negro rallado y en pepitas, para adorno.



Preparación:

1) Deshuesar los dátiles y cortarles la coronilla con las tijeras, lavar, quitar las hojas y trocear las fresas, guardando algunas para decoración, y escurrir los anacardos.

2) Poned en el vaso de la batidora estos ingredientes: primero las fresas (para hacerlas pulpa y facilitar el trabajo de las cuchillas) después los dátiles, los anacardos y para terminar, la “nata” del coco. Veréis que se ha solidificado con el frío. Batir hasta que se haga una crema. Ayudaros con una espatulilla para id raspando las paredes del vaso si hiciera falta.

3) Probad y si fuera preciso, añadid el endulzante preferido hasta que os parezca rico.

4) Volcad en los recipientes donde vayáis a servirlo hasta la altura de un par de dedos. Poned una capa fina de mermelada de fresas y cubrid con el resto de la preparación.

5) Espolvoread con chocolate negro rayado y/o hecho trocitos.

6) Dejad volar a la imaginación para decorarlo con las fresas reservadas. ¿Veis que fácil y rápido?


La cantidad de postres que salgan dependerá del volumen de los recipientes utilizados, con estas cantidades me salieron 6 vasos (de los anchos y chatos, propios para whisky) generosamente llenos. Para los niños, si son muy pequeños, podéis usar vasitos de plástico y no ponerle tropezones. Por contra, sentíos libres de añadir, por ejemplo, fresas picadas a la crema para hacerla un postre “de autor”. Cocinar es experimentar.

Un poquito de historia

Pese a que muchos creen que los petit suisse son un yogur, nada más lejos de eso, es un tipo de queso propio de la región francesa de Normandía. No lleva sal y es como si en España añadiéramos al queso de Burgos, jarabe de fresa y media cosecha de la azucarera (un 13%). Los industriales llevan únicamente un 4% de fruta por lo que jamas la sustituyen en la dieta, amén de los colorantes como el ácido carmínico o la luteína. Comparad estos ingredientes con los de la receta vegana y sacad vuestras propias conclusiones.

*Izq: grabado De Goya: “Que viene el Coco”
Dcha: arriba Compañía “La Cubana”, abajo: La “carita” del Coco todo lo dice

La grasa del coco es sana aunque calórica, por lo que solo hay que tomarla de forma moderada, en cualquier caso infinitamente menos perjudicial que la grasa animal.

Esta fruta es un compendio de productos esenciales, de ella se aprovecha todo: su agua, la pulpa, el aceite, la manteca, la leche y hasta su fibra, que se utiliza para fabricar cestas, alfombras y pequeños muebles.

Su nombre parece venir de los primeros portugueses que llegaron a Brasil. El fruto redondo y peludo, con tres orificios en triángulo les recordaba una cabeza, pero bien fea. Así que le llamaron “coco o Cocuy”, monstruo ficticio muy popular en nuestra península por “asustar a los niños que duermen poco”. Tengo un lejano pero vívido y horrendo recuerdo de haberlo visto por entre los barrotes de mi cuna. Tuve que crecer un poco y asistir al teatro para perderle el miedo:
“Que viene el Coco, que viene el Coco,

¡ay que ganas que tengo mamasita de que venga el Coco!” dice el cuplé, cantado por una vedette en picardías.

El glorioso Anacardo

Este sabroso fruto seco constituye para los veganos un filón. Con él preparamos cremas, postres, salsas y quesos; es una de las alternativas vegetales a los lácteos.

Sus beneficios son innumerables: ayuda a balancear los niveles de colesterol, aporta una importante cantidad de minerales, vitaminas C, E y del grupo B y también la K, tan importante para regular la coagulación de la sangre.

En otros países se le conoce como cayú, nuez de la India, cajú, pepa o merey.

Es un árbol que alcanza los siete metros de altura. Da una pseudofruta (no tiene semillas) en forma de manzana que cuando madura se vuelve roja. En la parte de abajo, sale el fruto real en forma de riñón que es el anacardo. Solo uno por “manzana” así se explica el porqué no es barato (entre 16/20 €/k).


Por Santa Orosia, ¡que fresa tan olorosa!

El cuerpo de esta mártir se venera en Jaca, de donde es patrona, pero su cabeza se halla en un relicario en Yebra de Basa. Tiene la curiosa fama de curar a los “endemoniados” que la acompañen en procesión cada 25 de junio, fecha cercana al solsticio de verano.


Actualmente, por esos días, es tradición comer brevas de San Juan así que el refrán del título debe aludir a los tiempos en que la fresa silvestre (fraguarías vescas) maduraba al sol, tras parir la florecilla blanca que la gestaba. De ellas se derivan los fresones de hoy, cultivados, cruzados, domesticados. Más grandes pero menos sabrosos.

La fresa, llamada frutilla en muchos países, muestra ruborosa sus semillas, que la alunaran de negro. Pertenece a la familia de las rosáceas y al género fraguaría, termino relacionado con el deleitoso aroma que desprenden.

Santa Orosia , mártir, patrona de los “endemoniados”

Venus, Desdémona (Dame Kiri Te Karawa en su roll) y Ana Bolena

Fresas, amores y leyendas

Empiezo con el odioso Otelo para ir mejorando. Shakespeare describe el pañuelo de Desdémona bordado de fresas simbólicas. El celoso se lo regala en sus nupcias advirtiéndole que el color de la hilatura está teñido por la sangre de corazones de vírgenes, exigiendo con esto fidelidad. La pérdida del paño desencadena el drama.

La fresa es un símbolo de Venus, la diosa del amor y la belleza, por serle grata al tener forma de corazón palpitante. Se dice que la desdichada Ana Bolena tenía un antojo de esta forma en su cuello, por lo que algunos interpretaban que era una bruja, capaz de hechizar a un rey (lo que en el caso del picaflor Enrique VIII, no debía ser muy difícil).

En las catedrales medievales era costumbre tallar fresas en los altares, pues encarnan la idea de perfección y rectitud. Los romanos la usaban para para aliviar la melancolía y cuentan leyendas que se pierden en la memoria, que si dos personas comparten una fresa, acabarán enamorándose sin remisión la una de la otra. Así que tened cuidado de no dejar más que el rabillo, por si un “coco” os vigila y atrapa con este ardid.

Termino aludiendo a un cuento de Zola escrito en su primera juventud, en 1864, llamado, como no: “Las fresas”.

Dos jóvenes salen al campo a buscar tan gustosa fruta:

“...Me mostraba con el dedo una fresa pequeña, del tamaño de un guisante y madura solo por un lado.
 —Cógela tú -me dijo con voz baja y acariciadora.
Me senté junto a ella en la parte baja del talud.
—No, tú la has encontrado, eres tú quien debe cogerla.
—No, dame ese gusto, cógela.
Me negué tanto y tan bien que Ninon se decidió por fin a cortar el tallo con su uña. Pero fue otra historia cuando se trató de saber quien de los dos se comería aquella pobre pequeña fresa que nos había costado una hora larga de búsqueda. A toda costa Ninon quería metérmela en la boca. Resistí firmemente, luego tuve que condescender y se decidió que sería partida en dos.
Ella la puso entre sus labios diciéndome con una sonrisa:
—Vamos, coge tu parte.

Tomé mi parte. No sé si la fresa fue compartida fraternalmente. Ni siquiera sé si saboreé la fresa, tan buena me supo la miel del beso de Ninon”.

El cuento no termina aquí, es cosa vuestra buscar el final si el relato os ha picado la curiosidad, es muy corto, un aperitivo delicioso para amantes, como yo, de lo escrito en el XIX.

Espero haber abierto los apetitos, prosaico con mi receta y literario con el maestro Emile Zola. Porque somos lo que comemos y lo que (si o no) leemos.

Que ustedes lo lean bien.

Puede ver aquí anteriores recetas de Dela Uvedoble.