“Con vergüencilla digo que esta receta es de mi invención, al menos la presentación y el nombre. A fin de cuentas, se trata de una ensalada de lentejas negras y arroz blanco servida en raciones individuales”

Cocina vegetal

Por Dela Uvedoble


21/09/21. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una receta...

...de ensalada de arroz y lentejas, presentada de una manera muy original. Pasen y pónganse el delantal.

Receta 40. Yinyanes

Con vergüencilla digo que esta receta es de mi invención, al menos la presentación y el nombre. A fin de cuentas, se trata de una ensalada de lentejas negras y arroz blanco servida en raciones individuales, apropiadas para formar parte de un buffet de verano porque además puede prepararse con bastante antelación.


Ingredientes

—Tomates pintos para ensalada.

—Aguacate.
—Cebolla dulce.
—Maíz de lata.
—Arroz blanco (bomba o largo, cómo gustéis).
—Lentejas negras (o caviar) cocidas.
—Aceite de oliva.
—Limón o vinagre.
—Sal.
—Ajo en polvo.


Elaboración

1)
Cocer el arroz, enjuagarlo y dejarlo escurrir.

2) Cocer las lentejas (yo aprovecho las sobrantes de un potaje de la víspera). Enjuagar también y dejar escurrir.
3) Picar el tomate, la cebolla y el aguacate menuditos, salar y aliñar, revolviendo bien.
4) Juntad una parte de arroz con otra de lentejas, aderezarlas con unas gotas de aceite y limón y ponedlas en el fondo de un vaso de boca ancha, como un tercio de este. Compactadlas bien con una cuchara.
5) Poned sobre este lecho otro tercio con la ensalada cuatricolor.
6) Completad el vaso con arroz y lentejas (previamente regadas cada tanda con ajo en polvo, aceite y limón) cuidando de no mezclarlas esta vez. Yo he tenido la idea de hacer el dibujo del Yin y el Yan como veis en la foto. Fue una ocurrencia repentina que después me sugirió como bautizarlo.



7)
Ya tenemos los vasitos listos como un entrante con pretensiones o si lo preferís en formato más pequeño, como original componente de un pequeño buffet doméstico. Está rico, es fácil, sano, vegetal y baratito pues hasta emplea las lentejas sobrantes. Plato perfecto de aprovechamiento.



El buffet, invento “revolucionario”

Pocos de nosotros no habremos pisado un buffet, de más o menos categoría. Como sabéis consiste en que las viandas se sitúen sobre una mesa (llamada buffet, de ahí el nombre) y los comensales se sirvan por si mismos pequeñas porciones de lo que les  apetezca. Puede que haya un camarero (en la antigüedad un esclavo o criado) que sea quien sirva los platos. La idea es ahorrar personal y que los clientes o invitados no se vayan a disgusto por comer algo que no les agrade para no airar al anfitrión.

Esta disposición ya existía en el siglo XIII francés entre las clases pudientes, aunque los alimentos se colocaban sin orden.

Catalina de Medeci lo vuelve sofisticado al introducir especias, hay que decir que el buffet también permitía a la familia demostrar su riqueza en cuanto a manteles, jarrones y menaje se refiere y con la cantidad y calidad de comida servida.

En el siglo XIX los ingleses tomarían esta idea para el desayuno y el afternoon tea.

Pero fue después de la Revolución Francesa (1789) cuando esta manera de comer se popularizó, todos querían ser como los burgueses y los meseros supieron aprovecharlo. Eso sí, aunque cada uno llevaba el plato a su mesa era el posadero quién servía para evitar acaparamientos.

El buffet “todo cuanto usted pueda comer” fue creado por Herb MacDonal, director de “Las Vegas Hotel”, que probó su idea en 1946 al precio de 1,50 $ por persona en la que se iba reponiendo durante un tiempo marcado.

La bebida se paga aparte y esto equilibra la cuenta, aunque hay clientes que pueden, de una sentada, tragar como cinco. Las reglas de todo buffet son:

—Puede servirse cuanto quiera siempre que se haya terminado el plato anterior.
—No debe tomar una bandeja entera con la excusa de compartirla entre los de la misma mesa.
—Si deja comida en los platos y sigue sirviéndose, se le cobrará lo no consumido.
*A veces, en los cutres, el postre no está incluido y ahí está el sablazo. Bueno será informarse antes.


Las anécdotas sobre españoles, latinos en general, que se ponen moraos en el buffet del desayuno son épicas. Yo no olvidaré jamás, tanto que lo incorporé customizado a uno de mis relatos, la de un viaje que hicimos a Galicia en coche con los niños aún pequeños, parando en Toledo. Aunque nos presentamos en el comedor a las 9 de la mañana porque teníamos una excursión, nos encontramos con la sorpresa de que los churros prometidos al contratar la reserva ya se habían acabado. ¡Y mis chaveas con un disgusto…! Avisado el maitre dijo: “no puede ser, acabamos de poner dos bandejas”.

Al fondo de la sala unos alegres jubilados las habían secuestrado y mojaban las porras en el tercer café con leche. Desde entonces el mayor de sesenta y cinco que me venga con que tiene colesterol no me da chispita de lástima. Por parte del establecimiento no hubo resarcimiento, muy mal por su parte.

Diré que el buffet me conviene si no hay cerca opción vegana. Al menos me aseguro de que la ensalada no lleve atún ni las aceitunas anchoas.

Un Yin-yan muy literario

El nombre compuesto se refiere a un principio filosófico y religioso que explica la existencia de dos fuerzas opuestas pero complementarias, esenciales en el universo.



En 2019 el escritor Eduardo Mendoza (Barcelona 1943) publicó la segunda entrega de la trilogía “Las tres leyes del movimiento” y la tituló “El negociado del Yin y el Yan” donde cuenta las andanzas de Rufo Batalla, un empleado de la Delegación de la Cámara de Comercio en Nueva York, que establece una relación con el príncipe Tukuulo (léase el nombre en voz alta) que quiere reconquistar el trono de su país, Livonia, hoy inexistente.

Mendoza prosigue la serie iniciada con “El rey recibe’ y recorre con su característica retranca algunos de los momentos históricos y culturales del siglo XX, contrastando la seriedad del protagonista con la frívola locura del aristócrata.

Así, como si la Historia hubiera hubiera querido hacer limpieza en el desván de los trastos viejos, en marzo de 1974 se vino abajo la dictadura de Portugal, poco después la de Grecia y en aquellos momentos, en España, Franco estaba a punto de irse al otro mundo.
Todos deseábamos el fin de una dictadura en la que habíamos nacido y vivido hasta la edad adulta y cuyos sangrientos coletazos nos habían producido indignación.

Mi amigo Ernie decía:
—Si de verdad queréis dejar atrás esta maldita etapa, lo primero es superar el patriotismo de manual.

Como la política se parece a la cocina en que para obtener resultados hay que sudar y pringarse me atrevo a decir que, a los más de cuarenta y cinco años del espiche del generalísimo, aún no lo hemos logrado.

Namaste y que aproveche.

Puede ver aquí anteriores recetas de Dela Uvedoble.