“Parece que todo en la vida está relacionado, espacio y tiempo se muerden las colas. Casualidades y ciencias ocultas aparte, el postre que traigo es bien tangible y alimenticio”

Cocina vegetal

Por Dela Uvedoble


26/10/21. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una...

...receta de postre de hojaldre. Pasen y pónganse el delantal.

Receta 44. Hojaldritos rellenos de otoño

Noviembre trae en su cesta los frutos de la otoñada: calabaza, peras, castañas, piñones, naranjas… y nada hay más sensato que comer los alimentos que nos ofrece la estación. Hoy aúno varios de ellos en un postre sabroso, diferente y sano.



Ingredientes

—Una lámina de hojaldre apto para veganos.

—200 g de calabaza (sin cáscara ni pipas).
—Una lata (300g) de leche de coco.
—2/3 dátiles jugosos.
—2/3 peras.
—Una rama de canela.
—2 clavos de olor en polvo.
—3/4 cucharadas de azúcar, blanca o íntegral o sirope de ágave si lo prefieres.
—Unos 7/8 piñones por hojaldrito.
—Moldes de papel rizado para hornear magdalenas.
*Opcional: castañas cocidas para adorno (las venden envasadas).


Preparación

1)
Trocear la calabaza (totalmente limpia) y ponerla a cocer con la leche de coco. Si usáis de lata movedla pues suele solidificarse y para este postre, al contrario que con otros que debe dejarse en nevera unas horas para separar el agua de la nata, la leche debe estar líquida.

2)
Añadir la canela en rama, los dátiles deshuesados, dos clavos molidos y 3 o 4 cucharadas de azúcar. Probad antes de ponerla que el dulzor esté a vuestro gusto. La receta original no lleva ningún endulzante, a excepción de los dátiles, pero a mi familia le gusta dulce y ¡que caramba, un postre debe serlo! Podéis combinar con un chorro de sirope de ágave (una melaza vegetal).


3)
Remover y dejar cocer una media hora. Batir con la batidora de brazo hasta hacer una crema e incorporad dos peras cortadas en cubitos. Cocer unos minutos más, la consistencia queda entre mermelada y carne de membrillo. Dejad atemperar.

4)
Dividir la placa de hojaldre (en este caso por supuesto es uno apto, que no lleva manteca ni ningún otro ingrediente procedente de animales), en cuadrados del tamaño de un pañuelo y esté a su vez, en cuatro partes. Importante: sacad de la nevera un rato antes el rollo para poder manipularlo sin que se raje)

5)
Forrad los moldes de magdalenas con dos cuadraditos dispuestos formando picos, como una estrella (el hojaldre vegano que encontré venía en formato redondo por eso no le pude dar del todo ese efecto).



6) Pintad el borde de los hojaldres con sirope de àgave y llenarlos con la crema poniendo la castaña cocida en medio. Meterlos al horno que habréis puesto a precalentar a 180º. Hornear unos quince minutos o hasta que lo veáis dorado. Cuidad que no se quemen.

7)
Dejad enfriar y adornad con los piñones frescos. Se conserva muy bien varios días aunque, claro está, el hojaldre se humedece y pierde crocante.

Esta receta es apropiada para merendar los días festivos que inauguran noviembre, poniendo un punto otoñal a nuestras mesas.


Calabazas terroríficas y peras esotéricas

Desde muy antiguo irlandeses y escoceses se protegían de las almas en pena dejando en las ventanas lámparas encendidas. Las fabricaban tallando nabos o remolachas y metían una vela dentro. Con la emigración a Estados Unidos llevaron consigo esa costumbre salvo que, tal vez por ser allí más abundantes las calabazas, se pasó a utilizar estas. El cuento de Washington Irving titulado “Sleepy Hollow” escrito en 1820 ya hace referencia a esta cucurbitácea anaranjada como seña característica del Jinete sin Cabeza.

Este relato, llevado al cine por Tim Burton y protagonizado por Johnny Depp, cuenta la leyenda de un soldado que murió en batalla, arrancada la cabeza por un cañonazo. Sus compañeros sólo pudieron enterrar el cuerpo y cada víspera de Todos Los Santos (Halloween) se levanta de su tumba, consigue un caballo oscuro y cabalga sobre él buscando venganza, cortándole la testa a quien se le ponga por delante. Apunto que Sleepy Hollow es un pueblo real que se encuentra en un valle y que gracias a esta leyenda hace su agosto cada primero de noviembre, cuando se llena de turistas ansiosos por pasar miedo (hay gente pá tó).


Ahora viajemos al sudeste de Canarias entre los años 1890/1910, a un lugar llamado El Barranco de Badajoz en Tenerife. Allí vivía un matrimonio que tenía una hija a la que una tarde mandaron a recoger peras. Pasaban las horas y la chiquilla no volvía. Batieron la zona durante semanas, sin hallar rastro. Corrió el tiempo, los padres aceptaron la pérdida y una mañana, veinte años después, la chica regresó a su hogar con el mismo aspecto y ropa con la que se fue. Ante el asombro general explicó que se había quedado dormida a los pies de un peral y al despertar se encontró con un ser vestido de blanco que la invitaba a entrar en una cueva. Dijo que no le dio miedo, al contrario. Allí, en las profundidades de la tierra encontró otras criaturas semejantes al primero con las que se entretuvo charlando y tomando deliciosas golosinas. Luego, dándose cuenta de que se le hacía tarde, salió presurosa hacia su casa; lo que para ella había sido media hora fueron dos décadas en nuestro mundo.


Los lugareños creen que en el barranco hay una puerta que conecta con otra dimensión y no son pocos los que afirman haber atisbado seres blancos, como hechos de nube, muy altos y que se desplazan levitando.

Otoño, estación literaria

Pocos autores se han resistido a escribir unas líneas, o una novela dedicada al otoño. Por mentar algunos citaré a Truman Capote, Walt Whitman, Benedetti, Bradbury, JRJ, Miguel Hernández, Antonio y Manuel Machado, Gioconda Belli o Sylvia Plath.


Me detengo en Valle Inclán y su “Sonata de Otoño” (que fue la primera que escribió sobre las cuatro estaciones comparándolas con las fases de la vida).

Pero de todos al que quería llegar es a Henry David Thoreau (1817/1862)


“Prefiero sentarme en una calabaza y ser libre que vegetar en un cojín de terciopelo”

Así pensaba Thoreau, escritor, poeta y filósofo estadounidense, autor de La desobediencia civil, además de agrimensor, naturalista, conferenciante, abolicionista y fabricante de lápices. Uno de los padres de la literatura norteamericana que influyó poderosamente en Tostói y Gandhi.


Sus frases:


El hombre es rico en proporción a la cantidad de cosas de las que puede prescindir.
El gobierno no debe tener más poder que el que los ciudadanos estén dispuestos a darle.
La bondad es la única inversión que nunca quiebra.


Sus últimos escritos versaban sobre la naturaleza: “Tonos otoñales” un ensayo donde se lamenta de la destrucción de muchas especies de manzanas silvestres.

Se ve claramente su filosofía en movimientos tan significativos como el obrero, la independencia de la India, los derechos civiles, los hippies o los ambientalistas. Hoy sus palabras son citadas por liberales y conservadores por igual.

Murió a los cuarenta y cuatro años, de tuberculosis y está enterrado en el cementerio de… ¡Sleepy Hollow!

Parece que todo en la vida está relacionado, espacio y tiempo se muerden las colas. Casualidades y ciencias ocultas aparte, el postre que traigo es bien tangible y alimenticio.


De eso si puedo dar fe.

Puede ver aquí anteriores recetas de Dela Uvedoble.