“Este nombre tan bonito, Azuki, designa a una judía roja que se cultiva en Oriente. Originaria del Himalaya, pasó después a China y hoy es la segunda legumbre más consumida en Japón después de la soja”

Cocina vegetal

Por Dela Uvedoble


11/01/22. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recetas de ‘su’ cotidiana cocina vegetal: “Aquí encontrarán recetas sencillas y familiares, la mayoría malagueñas. Son las comidas que preparo para los míos, sanas, económicas y... totalmente vegetales”. Esta semana nos trae una receta...

...de potaje de azukis. Pasen y pónganse el delantal.

Receta 52. Potaje de azukis

Este nombre tan bonito, Azuki, designa a una judía roja que se cultiva en Oriente. Originaria del Himalaya, pasó después a China y hoy es la segunda legumbre más consumida en Japón después de la soja.


En otoño e invierno los potajes acuden a mi mesa al menos una vez a la semana y es bueno conocer y alternar la gran variedad de legumbres existentes para hacer las comidas más dinámicas, sobre todo después de pasadas las fiestas de navidad y sus excesos extravagantes. Nada mejor que recomponer estómago y bolsillo con guisos caseros.


Ingredientes

—1/5 k de Azukis.

—300g de calabaza ya pelada, limpia de pipas y cortada en dados.
—1 cebolla.
—1 tomate maduro.
—4 dientes de ajo.
—Una pizca de tomillo seco.
—1 cucharadita de pimentón de la Vera.
— Cúrcuma en polvo.
—Una pizca de pimienta negra.
— Salsa Tamari (o de soja)
—La sal que necesite (cuidado, que al llevar salsa Tamari puede resultar salado el guiso.
—Aceite de oliva.
*Acompañamiento: arroz integral, sémola o cous- cous cocido.


Preparación

1)
IMPRESCINDIBLE: poner los azukis en remojo toda la noche. Una vez escurridos se ponen en una olla honda junto a la cebolla, los ajos y el tomate. Cubrimos con agua generosamente y dejamos cocer.


2) Añadimos las especias menos la sal que puede endurecer la legumbre, guardándola para última hora. Le ponemos el chorro de aceite de oliva.

3) Llevamos a ebullición y después bajamos el fuego y lo tapamos dejándolo cocinar una hora.


4) Mientras, podemos cocer el arroz o el cous-cous y lo reservamos.

5) Sacamos el tomate, los ajos y la cebolla y los trituramos en batidora junto a un poco del caldo de cocción. Si vemos que el potaje se está quedando seco, añadir más agua. Incorporamos la mezcla de verduras a la olla.

6) Agregar los dados de calabaza, no muy grandes, la sal y la salsa Tamari. Cocinar hasta que esté la calabaza tierna.

7) Servimos muy caliente en plato hondo, con la guarnición elegida dispuesta según gusto (en la foto, sugerencia de presentación con cous-cous y cebollino).


Azukis, la legumbre prodigiosa

Más fáciles de digerir que las demás judías, poseen gran cantidad de fibra, vitaminas del grupo B y minerales. Sus proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales:
-la metionina: tiene efecto relajante.
-la lisina: muy importante para el desarrollo del cerebro.
-la histidina: fundamental para el crecimiento de los niños y la renovación celular.

Por su naturaleza alcalina ejerce un beneficioso efecto en riñones y corazón. Es diurética, tonificante, antiinflamatoria y combate la acidosis (cuando la sangre es muy ácida, como consecuencia de comer mucha azúcar o carne, se favorece la aparición de osteoporosis).


Azukis en la Medicina Tradicional China

Se utilizan, como ya queda dicho, para depurar riñón y vejiga. Estos órganos, para su cultura, están relacionados con el miedo y por ello manteniéndolos sanos se contribuye a tener una buena salud emocional.

Los Azukis contienen fitoestrógenos, sustancias vegetales que pueden actuar como esa hormona femenina en el organismo, regulando las glándulas. De ahí puede explicarse la mínima proporción de cáncer de mama entre las asiáticas con respecto a las occidentales y tal vez su tersura de piel y menos molestias ginecológicas durante la menstruación, climaterio y menopausia.

Anko o pasta dulce de Azukis, la perdición de Doraemon

Los que hemos visto las aventuras de “Nobita y su gato cósmico”, dibujos manga de Fujico Fujio, creados en la década de los setenta y emitidos en España desde el 2005 que tanto gustaban a nuestros hijos, recordaremos que todos los niños japoneses se volvían locos por un dulce llamado dorayaki. Este consiste en dos bizcochos redondos, parecidos a los macarons franceses, pero más anchos y planos, con un relleno de anko que es una pasta dulce de judías azukis cocidas lentamente con azúcar hasta volverla una rica crema.

Tal vez este pastelillo contribuyera a que los poderes maravillosos del Felino espacial Doraemon fueran a más, el caso es que uno de mis gatos se llama Azuki, porque cuando lo encontré en la calle era chiquito como una habichuela y, además, muy dulce.


“Una pastelería en Tokio”: haikus en imágenes

El haiku
es un tipo de poesía japonesa que consiste en un poema de dieciséis sílabas (5/7/5).  Se trata de, con esta condensación, aunar coraje, resistencia y valentía. Es una herramienta psicológica, amén de estética, de gran utilidad.


“Una pastelería en Tokio” es el nombre de una película japonesa de 2015, llena de estos pequeños poemas:

¡Ah!
Las hojas nos saludan…
¡Hola, hola!

Dirigida por la directora y escritora nipona Naomi Kawase (1969) gira en torno a la vida íntima y la identidad. En 1987 fue la cineasta más joven premiada en el Festival de Cannes cuando ganó el Premio Cámara de Oro por su película “Moe no Suzaku”.

Su filosofía se ve reflejada en “Una pastelería en Tokio” donde se invita a mirar a las personas y a las cosas sin prejuicios, amando la vida aunque duela; así daremos sentido a nuestra propia existencia. Kawase hace un símil entre el dorayaki y la vida cuando pone en la boca de uno de sus personajes, la anciana con manos de hada para hacer la masa anko, estas palabras a su retraído jefe:


“Patrón, no pierda la esperanza.
Algún día aprenderá a hacer un dorayaki a su medida”.

Vi el film hace tres años y me pareció de una belleza conmovedora, y no soy de las que aguantan ver desfilar imágenes lentamente. A pesar del poso con el que se narra, la acción transcurre como las aguas de un riachuelo a las que siendo siempre lo mismo nunca nos cansa mirar.

Película muy recomendable y consoladora en estos tiempos de prisas.

Disfrútenla tanto como lo harían tomando este dulce con una buena taza de té.

Sayonara, babies.


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