“Ahora llega el cliente sostenible (…) Su principal prioridad es la conservación del planeta y la actividad sostenible de empresas y destinos”
OPINIÓN. La arquitectura del turista. Por Luis Callejón
Arquitecto
01/03/23. Opinión. El arquitecto y experto en turismo Luis Callejón escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre una posible tasa turística voluntaria: “Los turistas no somos tontos, y queremos aportar a la sostenibilidad, y no solo al vaso de la fiesta, sino al vaso que mejore la calidad de vida de los residentes y la reducción de emisiones, que a su vez también...
...disfrutaremos los turistas”.
Blockchain de pedigüeños y políticos
Hace ya dos años y medio que me mude a Málaga, a la zona de la Victoria, justo después del confinamiento. Reestructuré mi estudio de arquitectura, aproveché el teletrabajo para implantarlo a todos mis colaboradores y así reducir gastos del estudio. Esta decisión tuvo sus consecuencias, ahora me reúno con mis clientes en las cafeterías de los hoteles del centro histórico, ya que en la zona centro disponen de fáciles aparcamientos si quedamos antes de las 12:00, después se hace difícil conseguir aparcamiento en el centro. Bajo andando desde mi casa-oficina y voy viendo como cambia la ciudad desde la plaza de los Monos hasta la Catedral. En la primera parte de mi recorrido suelo cruzarme con niños que se dirigen a los grandes colegios de la zona, los pequeños acompañados de madres y padres, y los adolescentes en manadas. A los infantes se les unen la población del barrio que despierta con la apertura de los comercios y la salida de las viviendas de aquellos trabajadores sin posibilidad del teletrabajo.
Bajando por calle Victoria, llegando a la plaza de la Merced, me encuentro algún guiri despistado, que ha salido de un alojamiento turístico, casi todo Viviendas con Fines Turísticos (VFT) ya que por la zona solo hay un hotel, y busca con desespero el patrimonio arquitectónico de la ciudad.
Sigo andando y llego al parque temático del centro histórico, que detecto porque lo delimitan unos bolardos gigantes para impedir el paso de vehículos, y pasamos de la señora mayor con el carro de la compra lleno de alimentos adquiridos en las tiendas del barrio a personas con cámaras de fotos, grupos que los identifica una margarita gigante a la que siguen cual insectos sedientos de néctar, en este caso es cultura no néctar, y repartidores de todo tipo.
Recomiendo, si hay que cruzar la zona centro por motivos de trabajo, se usen calles anchas y se eviten los tapones temporales y esporádicos que se originan al andar por una ciudad en modo turístico, mirando escaparates, haciendo cola para un bar, edificios clásicos que son descritos por un guía al que acompañan sus oyentes. En estas situaciones moverse con agilidad es complejo, me he visto como un fórmula 1 en una chicane, esquivando sujetos que surgen de la nada, he pegado tantos frenazos en seco que las suelas me duran menos que los neumáticos a los coches de competición.
Entre todo esto, me llamó la atención un joven que se encontraba sentado en el suelo y apoyado en el zócalo de un edificio con cuatros vasos de plástico transparente apoyados en un cartón, donde cada vaso tenía un título; comida, bebida, fiesta y Ferrari. Lo primero que pensé es que había mendigos que apostaban por el Blockchain, la transparencia de las donaciones y hacia donde se dirigía la ayuda. Dio la casualidad que el pedigüeño recogía el chiringuito cuando yo pase cerca de él, y fue entonces, al verlo recoger cuando todas mis ilusiones de evolución en el mundo de los donativos, se desvanecieron. Abrió un bolso y volcó el contenido de los 4 vasos en su interior, el Blockchain se convirtió en el modelo político, lo meto todo en la caja y ya veo como lo invierto.
La idea era bonita, aunque no veía al pedigüeño viniendo a pedir en un Ferrari, pero si la trasparencia de los vasos donde se apreciaba la cantidad de monedas que había y su destino. Eran tan bonita que me imaginaba visitando un país donde cobran una tasa turística voluntaria y por Blockchain pudiésemos ver, céntimo a céntimo, el progreso en recaudación y ejecución de los distintos proyectos sostenibles para la zona turística.
Los turistas no somos tontos, y queremos aportar a la sostenibilidad, y no solo al vaso de la fiesta, sino al vaso que mejore la calidad de vida de los residentes y la reducción de emisiones, que a su vez también disfrutaremos los turistas.
Una forma de gestionar una tasa voluntaria podría ser mediante una fundación público privada dirigida por la administración con los objetivos de sostenibilidad por bandera y con proyectos basados en solucionar las posibles patologías provocadas por los que nos visitan.
El turista ha cambiado sus preferencias a lo largo de la historia para elegir su destino vacacional, lo hemos visto en la Costa del Sol, desde el primer turista de sol y playa que llegó, y solo pedía una hamaca y sol, al de hoy en día el cual es mucho más exigente y demanda más complementos como gastronomía, cultura, naturaleza, etc. Pues ahora llega el cliente sostenible, ya que si hemos hecho algo bien es sembrar en las guarderías el concepto reciclaje y sostenible, durante años, y están empezando a llegar como clientes. Su principal prioridad es la conservación del planeta y la actividad sostenible de empresas y destinos.
Cambiemos el formato, dejemos de pedir que nos desarrollen otra ley para que podamos poner un impuesto dirigido a la bolsa común, y actuemos con imaginación, transparencia y sostenibilidad, como el pedigüeño antes de recoger sus donativos.
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