“Esta situación no es provocada por los turistas, que son soldados de la paz, con toallas, bañador y sombrilla como armas de defensa. Buscando posibles responsables, me quedo con aquellos que legislan y hacen las normas de juego, sin haber jugado nunca, solo como aficionados”

OPINIÓN. La arquitectura del turista. Por Luis Callejón
Arquitecto


10/07/24. Opinión. El arquitecto y experto en turismo Luis Callejón escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre la escasez de vivienda y el turismo: “El residente debe ver al turista como un aliado que nos aporte a los destinos, y que la convivencia sea real sin que sientan que les roban los servicios y saturan las infraestructuras”...

El turista sostenible, ya

Creo que me hago mayor, porque recuerdo esas conversaciones con mi padre sobre el turismo y que repercusión tiene sobre los clientes las situaciones de malestar o inseguridad. Era el año 2002, cuando estalló un coche bomba en Fuengirola y Marbella, y los comentarios por aquel entonces de mi padre eran que el turismo era el ejército de la paz y los turistas sus soldados, los cuales huían de todo tipo de conflictos y mucho menos de zonas donde no eran bien recibidos. Por lo que aquel atentado significó bajadas importantes de clientes, que se recuperó pasado un tiempo.


Yo me identifico con ese tipo de cliente, el que va a disfrutar e intenta aportar al destino donde va. Hoy hemos abierto el abanico del tipo de cliente y sus preferencias, hay hasta los que van a zonas de riesgo para subir sus niveles de adrenalina y así sentir placer, son una minoría, bueno no tanta minoría cuando vemos Pamplona en San Fermín.

Hoy vemos como empieza el malestar de los residentes en las ciudades turísticas por varios motivos, algunos con razón, sobre todo aquellos que reclaman viviendas, ya que las que había, se han inclinado por la rentabilidad del vacacional antes que el alquiler para residir. Esta situación fue descrita por mi ante el Consejero de Turismo de la Junta de Andalucía en 2016 cuando se aprobó el Decreto de viviendas con fines turísticos, y mi reflexión fue la de la gota de tinta que cae en un papel blanco, empieza a extenderse y al final la mancha es mucho mayor que la gota y ha conseguido que tengamos que cambiar el papel y empezar de nuevo.

Ha pasado, pero no solo en la zona centro, sino que sigue extendiéndose por la ciudad, las consecuencias las conocemos, vecinos encabronados, familias intentando alquilar para residir y sin posibilidades a precios asequibles. Esta situación no es provocada por los turistas, que como he dicho son soldados de la paz, con toallas, bañador y sombrilla como armas de defensa. Buscando posibles responsables, me quedo con aquellos que legislan y hacen las normas de juego, sin haber jugado nunca, solo como aficionados.

Por trabajo he tenido que visitar las Islas Baleares y leerme la ley de turismo Balear, donde uno de los puntos es la recaudación de 3 euros por pernoctación que deben recaudar los Hoteles, puesto a bichear, me pregunto qué será de ese dinero, pues se esperaba que la inversión a día de hoy fuera del 50% en proyectos sostenibles, pero como casi siempre que se impone un impuesto esto acaba en otros menesteres y aquí no es menos, ya que no se llega al 20%. No quiero lo mismo para mi tierra, si quiero clientes sostenibles que sepan divertirse y sean sostenibles, aportando a los destinos donde eligen pasar su descanso.


El residente debe ver al turista como un aliado que nos aporte a los destinos, y que la convivencia sea real sin que sientan que les roban los servicios y saturan las infraestructuras. No es fácil construir un modelo donde podamos hacerlo realidad.

Imaginemos un destino donde el sector económico y social estuviera unido, con desarrollo de proyectos sostenibles, tren y agua (para empezar), lo que más urgencia tiene hoy, y con una gestión publico privada, pero ¿quién pagaría las inversiones?, está claro que el gobierno no, ya que desde el siglo pasado llevamos mendigando sin resultados. A mí me gustaría que la batuta la llevara una entidad sin ánimo de lucro, y que su objetivo fuese el desarrollo económico y social de los territorios donde se ubique.

Hace falta mucha inversión para el desarrollo de las infraestructuras sostenibles, aunque los beneficiados serian empresarios, trabajadores, turistas y residentes, la financiación es difícil que sea con ellos solos, pero llevamos diciendo que somos un destino sostenible desde hace tiempo, y me pregunto ¿son los clientes sostenibles?, para serlo, al menos hay que parecerlo, y si les pedimos ayuda para el desarrollo de esta estrategia, con donativos (voluntario), y puedan demostrar su sensibilidad por el planeta y sobre todo por el destino que visitan, aportando lo que quiera, desde 1 euro por noche, y que el turista pueda ver por crowdfunding donde va y como se invierte su dinero, tendríamos niveles de ingreso que harían viable esta estrategia, ya que en el año 2023 hemos tenido 23 millones de pernoctaciones, pero no solo recaudarían los hoteles como siempre, sino que los donativos los pueden recoger cualquiera, desde un taxista a un bar pasando por cualquier comercio, ya que todo seria digital y no habría posibilidad de tocar dinero.

Es muy difícil organizar a las partes interesadas para unirlas y desarrollar un proyecto de estas características, pero posible. Creo en un turismo de calidad y sostenible, como turista y como empresario, y veo al cliente sostenible que le guste aportar voluntariamente y no para pagar votos de los políticos en el poder.

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