“La demora de cinco días en la petición del gobierno andaluz para que interviniese la Unidad Militar de Emergencias (UME), a pesar de la virulencia que demostraba ya entonces el fuego, es otra decisión política de la que también deberían rendir cuentas algún día quienes mandan hoy en San Telmo

OPINIÓN. 
La grieta. Por Alejandro Díaz
Periodista

16/09/21.
Opinión. El periodista Alejandro Díaz comienza su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con un gran artículo sobre el incendio de Sierra Bermeja: “En un contexto en el que unas personas se jugaban la vida y los periodistas informaban desde el terreno sobre un incendio fuera de control, otros, no todos, pero otros, apoltronados en sus despachos directivos donde...

...aparentemente llegan más argumentarios de partidos políticos que directrices editoriales, ya se apresuraban a explicarnos que un incendio no es una cuestión política y que no se le ocurriese a nadie ejercer su derecho a la crítica política sobre lo sucedido porque sería una inmoralidad”.

Esta tierra es nuestra

Termino de escribir este artículo un martes 14 de septiembre de 2021 con la esperanza de que el día que salga publicado, hoy jueves 16 de septiembre del mismo año, el incendio que lleva asolando Sierra Bermeja desde hace días esté extinguido o, en el peor de los escenarios, bajo control. Es temprano y suena el crepitar de las gotas de lluvia como una melodía bendita. El seguimiento de lo sucedido desde la declaración hasta hoy me ha llevado a plantearme la situación de quienes se encargan, literalmente, de apagar nuestros fuegos, a veces provocados; a contener la respiración en cada boletín radiofónico, en cada telediario o en cada clic sobre unos titulares que eran cada vez más devastadores y que hablaban de una tierra que es de los dos.


Woody Guthrie fue un músico folk estadounidense que compuso en 1940 una canción titulada ‘This land is your land’. En ella, el autor juega con la idea de unos Estados Unidos universales, que les pertenecen a todos, desde un lugar hasta el otro. Una canción de fraternidad, de concordia y de horizontes compartidos donde la tierra representa inequívocamente el triunfo de un bien colectivo: la algarabía de lo común y de la comunidad. Durante décadas, el tema se transformó en algo más que un clásico y en algo mejor que un pase al estrellato. Ha sido tantas veces versionado que ha logrado trascender la propia autoría para integrarse anónimamente en la cultura popular. Es de todas, de todos. Esta canción es de los dos (AQUÍ).

Como Sierra Bermeja. Nos pertenecen los pinsapares, las especies protegidas y las no protegidas, los matorrales y las flores. Los camaleones y los riscos. El recuerdo de aquella vez que fuimos a hacer una ruta con los nuestros. Fotos reveladas en blanco y negro, en sepia o en color que nos confirman que un día fuimos allí felices rodeados de quienes más queremos, de quienes mejor nos quisieron, recorriendo sus caminos y disfrutando de esas gentes imprescindibles y llenas de dignidad que resisten en el mundo rural. La vida que fue y la vida que será. Porque la vida es imparable y Sierra Bermeja es una tierra maravillosa. Y esta tierra es de los dos.


Recordaré siempre que en un contexto en el que unas personas se jugaban la vida y los periodistas informaban desde el terreno sobre un incendio fuera de control, otros, no todos, pero otros, apoltronados en sus despachos directivos donde aparentemente llegan más argumentarios de partidos políticos que directrices editoriales, ya se apresuraban a explicarnos que un incendio no es una cuestión política y que no se le ocurriese a nadie ejercer su derecho a la crítica política sobre lo sucedido porque sería una inmoralidad. Una afirmación que conecta con las raíces del franquismo sociológico de la que proviene: no hablar de política y no meterse en política son su esencia más pura, rémora de la dictadura. Seguro que suena. Es la peor forma de hacer política. La más cobarde, al menos.

El fuego no es político, igual que aquel petrolero a la deriva en las costas gallegas en 2002 no era político. La gestión de la posterior catástrofe ambiental sí invita a interpelar sobre las responsabilidades políticas que hay que dirimir. No son pocas y deberían depurarse por higiene democrática comenzando con la comparecencia de los actuales responsables de la administración andaluza. Desde la consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, de quien depende el Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Plan Infoca), hasta el mismo presidente regional, Juan Manuel Moreno Bonilla y sus socios que le dan estabilidad.

El pasado uno de septiembre, hace tan sólo unas semanas, el periodista Pablo D. Almoguera publicaba en el diario El Confidencial un reportaje sobre un informe encargado por el actual gobierno andaluz a la empresa auditora y consultora PricewaterhouseCoopers (PwC), que concluía que lo mejor para el Plan Infoca (hasta hoy público) era un “modelo mixto público-privado” con “externalización de servicios” (AQUÍ). No hace falta ser muy empático para ponerse en la piel de estos trabajadores. No creo que quieran ser héroes, sino lo que son: trabajadores con una vocación de servicio público innegable que han de permanecer dotados de las herramientas necesarias para ejercer su profesión de la forma lo más segura y eficaz posible, y viviendo sin la perenne sombra amenazante de la ‘externalización’, aspectos que tiene la obligación de garantizar la administración pública competente: la Junta de Andalucía.

No deja de ser también una cuestión política que el ejecutivo andaluz dejase sin asignar 57 millones de euros en ayudas forestales y prevención de incendios, como informó el diario lavozdelsur.es el pasado mes de mayo (AQUÍ). La demora de cinco días en la petición del gobierno andaluz para que interviniese la Unidad Militar de Emergencias (UME), a pesar de la virulencia que demostraba ya entonces el fuego, es otra decisión política de la que también deberían rendir cuentas algún día quienes mandan hoy en San Telmo, por más que el presidente Moreno Bonilla trate de achacarlo “al criterio de los técnicos”, que sospecho que es la excusa más recurrente de un servidor público cuando ya no sabe qué decir y en la chistera sólo le quedan evasivas que lanzar ante los medios.


De forma paralela, las condiciones del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga no son mucho mejores y la plantilla padece el desamparo del gobierno local. Que bomberos de esta ciudad salgan a jugarse la vida con equipos de aire averiados, que la ambulancia 080 no pueda intervenir al no disponer de personal médico especializado o que el inventario carezca de elementos tan básicos como un colchón de rescate, tal y como vienen denunciando desde hace años los propios trabajadores afectados, son también cuestiones políticas. En este caso, anomalías que dependen en última instancia del alcalde de la localidad, Francisco de la Torre, quien comparte partido con Moreno Bonilla y el mismo gusto exorbitado por dilapidar y castigar lo que es de todos para mayor beneficio de empresas privadas cuyo fin último, a diferencia de lo público, siempre será ése y nunca dejará de serlo: obtener el mayor beneficio económico posible. Y también, a veces y esto es lo realmente grave, a costa de lo que es de los dos.

El Sindicato Andaluz de Bomberos ha mostrado su perplejidad después de que los responsables del Consorcio Provincial en Málaga, dependiente de la Diputación, hayan tardado tanto en movilizar efectivos e incluso hayan rechazado el ofrecimiento de otros consorcios cercanos como los de Cádiz, Córdoba o Sevilla. Ya hay voces que incluso hablan de dimisiones, tal y como apunta EL OBSERVADOR (AQUÍ). Diputación de Málaga, Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Málaga son instituciones que tienen en común, por ejemplo, que todos sus gobiernos llevan la siglas del PP. Si esto no es una cuestión política y sólo una desafortunada casualidad, lo comprobaremos a continuación.

¿Dónde existe ya un modelo mixto de bomberos forestales con personal público y privado? Exactamente, en el paraíso neoliberal (y un poco fiscal) de la derecha española: la Comunidad de Madrid. En un reportaje también de El Confidencial publicado en marzo de 2019, el periodista David Fernández explica las consecuencias de ‘externalizar’ parte del servicio forestal. Más de medio millar de bomberos contratados de forma privada se veían obligados a descontaminar en sus casas sus propios trajes a pesar de que estos portasen partículas cancerígenas (AQUÍ).


Respeto a quienes prefieren guardar silencio en plena tragedia para ganar perspectiva a la hora de analizar lo que está sucediendo. Muestro mi respeto e incluso mi admiración, porque sé que es un silencio honesto, complejo y saludable. Como lo fueron las palabras del alcalde de Genalguacil (AQUÍ), Miguel Ángel Herrera. Pero rechazo la impostura de quienes se creen con la potestad de decidir cuándo y si procede la crítica política, como si la gestión de una catástrofe ambiental estuviese encomendada a la inclemencia caprichosa y fortuita de unos dioses iracundos que quieren castigarnos, y no existiese lugar siquiera para una duda razonable sobre si los límites de la catástrofe guardan un grado de relación con las malas decisiones tomadas por cargos institucionales con nombres y apellidos que han de responder democráticamente ante el pueblo. En ésta, nuestra democracia, el disenso es inmoral para algunos siempre que cuestiona a los de arriba. No falla.

Laminar los servicios públicos se muestra una vez más perjudicial para los propios trabajadores, para la mayoría social y también para el medioambiente; urge esforzarse por preservar una naturaleza a la que el ser humano ya ha causado un daño irreversible según el consenso científico (AQUÍ), a pesar de lo que afirme el primo de M. Rajoy. Las medidas adoptadas por las diferentes administraciones implicadas durante este incendio parecieran que han ido, por momentos, en la dirección contraria y en perjuicio de esta tierra que es de los dos.

En el año 2011, un grupo de artistas y activistas impulsaron la Plataforma Colectiva Robo (AQUÍ) (nunca un nombre fue más pertinente para describir el estado de la cuestión). Entre ellos se encontraban los músicos Roberto Herreros y Nacho Vegas. Ambos, junto a Joseba Irazoki, adaptaron aquel tema de Woody Guthrie a la geografía española. La titularon así: ‘Esta tierra es nuestra’ (AQUÍ). Reza una estrofa: “Y al avanzar / vi una señal / que decía ‘propiedad privada’/. Pero al otro lado,/ no ponía nada / y ese lado es de los dos”.

Cuando se apague la última pavesa y brote la primera brizna de hierba, no quedará entonces ningún periodista ya allí para cubrir y retransmitir en directo lo excepcional y resiliente que puede llegar a ser la naturaleza, pero sucederá de todas formas. Es la única certeza a la que podemos aferrarnos por ahora. Habrá que encontrarlas y defenderlas: brizna a brizna, paso a paso, por toda la sierra hasta recuperar el entorno. Sabemos que es posible. Sabemos que sólo existe un problema. Esta tierra es nuestra, pero sólo lo ha comprendido hasta ahora uno de los dos.