OPINIÓN. La grieta. Por Alejandro Díaz
Periodista

23/03/22. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Hay una cita, atribuida al filósofo y poeta romano Boecio, y popularizada en la película 24 Hours Party People del cineasta Michael Winterbotton que reza algo así: “La mutabilidad es nuestra tragedia, pero también nuestra esperanza”. Por ahora, el cambio en Málaga ha resultado más una tragedia: desde el Guadalmedina y la destrucción de...

...La Coracha hasta los recientes muros de metacrilato que, como en la canción de Kiko Veneno, pretenden levantarse entre nosotros y quienes se pueden pagar un megayate. Ay, Málaga, a veces te echan de menos como antes te echaban de más.

“¡Cómo ha cambiado gracias a Francisco de la Torre!”, continúa exclamando más de uno para defender una gestión que encuentra sus raíces donde se pueden buscar las del propio regidor: en el modelo urbanístico del desarrollismo tardofranquista, donde todo tiene cabida sin ningún tipo de ordenación urbana y donde los grandes promotores acumulan en pocas manos la riqueza que sustraen de lo público. Absolutamente todas las ciudades españolas son hoy muy diferentes a como eran hace más de veinte años. La cuestión no es ésa, sino hacia qué han mutado y, sobre todo, para qué lo han hecho.

El cacareado proceso de peatonalización del Centro Histórico, por ejemplo, podría ser un acierto si ese espacio público ganado a los vehículos a motor no se hubiese puesto al servicio de una hostelería muy concreta, con intereses lógicamente particulares y lucrativos. Entonces el peatón no ha ganado nada: ahora no tiene que esquivar coches, pero sí terrazas. Fue así como se inició un proceso de gentrificación que prácticamente expulsó a los vecinos del barrio. Los que quedan lo consiguen peleando a la contra organizados en una asociación de carácter ejemplar a la hora de enfrentar una lucha contra este tipo de fenómenos para nada espontáneos. No es un error por una falta de planificación: es una planificación errónea.


Dado que la belleza es una percepción subjetiva, no me interesa entrar en el debate sobre si Málaga está más o menos bonita. Lo que es objetivable son los hechos y los datos, que nos dicen que es una ciudad más inhóspita e inhabitable: todo aquello que puede dotar a una persona de su derecho constitucional a acceder a una vivienda digna está estrangulado por los precios de alquiler, de compra y la escasa oferta de vivienda de protección oficial y social. Málaga ha perdido más de 5.000 habitantes en el último año. Con la llegada de nuevos residentes, el saldo continúa siendo negativo: la población ha disminuido por encima de los 1.000 habitantes según datos del propio Instituto Nacional de Estadística. Un modelo de ciudad que expulsa de sus barrios a sus vecinos tiene muy poco de ejemplarizante.

Estos procesos, llamados gentrificadores, no suceden porque sí, de forma espontánea. Que el responsable de Vivienda del equipo de gobierno, el edil del Partido Popular Francisco Pomares, les diga a la cara a los vecinos de El Perchel, amenazados con órdenes de desahucio, que la intervención de una institución pública sobre un terreno privado representa a un comunismo invasor, como si la democracia liberal recogida en la Constitución de 1978, no estuviese dotada de mecanismos para intervenir en los mercados, máxime cuando entran en conflicto con derechos básicos de las personas, es un insulto a la inteligencia, pero, sobre todo, una posición ideológica con consecuencias siempre negativas para el pueblo.

Se pudo comprobar, de nuevo, en la comisión de Urbanismo del pasado lunes. El Centro Histórico de Málaga es un pozo del que ya han extraído casi todo sus recursos. Ya hay de facto más viviendas turísticas que residenciales. El modelo neoliberal siempre va a requerir de más, como las sustancias adictivas. Por eso, esa presión que durante años han padecido los vecinos de esta zona protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) y ante la que hemos mostrado poca empatía quienes no vivíamos allí (y me incluyo, pues no todo el ruido y la suciedad la provoca el turismo de bajo coste) se traslada ahora a otras barriadas. Además de en El Perchel, los grandes fondos de inversión han visto en Santa Julia otra perita en dulce.


Sus inquilinos han conseguido que su caso sea estudiado y atendido en el Ayuntamiento, la sede de la soberanía popular malagueña, gracias al activismo y los partidos de la oposición. Dejando a un lado las malas formas, que sólo hablan del nivel de educación de cada uno (no confundir con el cultural; se puede tener un máster y hasta una cátedra y ser un perfecto maleducado), del concejal de Ordenación, Raúl López, que despertaron el malestar de los vecinos de la barriada hasta el punto de que se llegó a interrumpir la sesión, lo destacado fue que el propio equipo de gobierno, a pesar de las enmiendas y de rechazar el punto más efectivo de la moción, aceptó instar a los grandes propietarios de Santa Julia a adecentar unas viviendas que se aproximan al estado de ruina.

De una forma implícita y a regañadientes, el propio Partido Popular de Málaga reconoció que hay inquilinos habitando viviendas que llevan años sin pasar las Inspecciones Técnicas (ITE) por parte de la Gerencia Municipal de Urbanismo, e incluso pagando un alquiler por residir en edificios con ITE negativas. Mariano Ruiz, del Grupo Socialista, explicaba ayer a El Observador que tuvieron que aceptar todo tipo de enmiendas por parte del equipo de gobierno para poder sacar adelante varios puntos de la moción. Sin embargo, no salió adelante el punto tercero, el más efectivo, al que se ha hecho referencia anteriormente.

En él se pedía que el Ayuntamiento actuase de forma subsidiaria y urgente para que las viviendas fuesen adecentadas ya con cargo al erario municipal y, posteriormente, se cobrasen los gastos, las tasas y las sanciones pertinentes a los grandes tenedores. “Raúl López echó balones fuera porque consideró que ese tema no pertenecía a esa comisión. Es decir, que quien debe responder ante dichos requerimientos no es la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU), sino el Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), que pertenece a la comisión de Cultura y Derechos Sociales. Allí volveremos a defender que el Consistorio responda ya de forma subsidiaria y urgente y dé cobertura legal a los afectados”, explicó ayer a este medio la responsable de Vivienda de UP y portavoz de IU Málaga, Remedios Ramos.


El de Santa Julia no es el primero (ya se ha nombrado el caso del Centro Histórico o de Callejones de El Perchel) ni será el último. Estos procesos gentrificadores , como una metástasis, se expanden por todos los barrios de la ciudad. Que les pregunten a los vecinos de esa zona llamada hoy ‘el Soho de Málaga’, y otras tantas barriadas más. El modelo del Partido Popular para la ciudad está agotadísimo. Los últimos hitos han sido una peatonalización de una alameda sin peatonalizar, una marina de megayates amurallada y los mismos problemas de siempre de ruido en las zonas de lo que algunos entienden por ocio, como Teatinos, Echevarría de Huelin o el Centro, condena al Ayuntamiento mediante.

Volviendo a Boecio, nos queda en todo caso aferrarnos a que la mutabilidad es también nuestra esperanza. La percepción en Málaga es la de que nunca en las últimas décadas se había visto a un De la Torre tan contra las cuerdas, a un equipo de gobierno completamente fuera de contexto y, lo que es más importante, a una sociedad tan hastiada y castigada por un modelo contra el que cada vez más malagueñas y malagueños comienzan a organizarse y se miran en el espejo de la Asociación de Vecinos del Centro o en la plataforma No al Rascacielos. Las heridas en Málaga son tan profundas que tardarán muchos años en cicatrizar, y cada avance costará tener en contra a algunos de los principales medios de comunicación de la ciudad y a quienes, con nombres y apellidos, ostentan actualmente posiciones de poder, de riqueza y, en definitiva, de capacidad de decisión. A un año de las elecciones municipales, el Partido Popular de Málaga pierde adeptos a la par que surgen más plataformas en defensas de barriadas, como El perchel no se vende o la de Santa Julia, que finalmente se formalizará el próximo 29 de marzo. Que su única forma de mantenerse en el poder llegue a ser a través del apoyo de la derecha extrema merece una reflexión aparte.

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