“Podemos atraviesa en Málaga un proceso parecido al del partido a nivel estatal. Una de sus figuras más relevantes, Nico Sguiglia, haría bien en dar un paso a un lado, como hizo Pablo Iglesias, y aceptar que su proyecto en Podemos Málaga ha llegado a su fin”
OPINIÓN. La grieta.
Por Alejandro Díaz. Periodista
30/03/22. Opinión. El periodista Alejandro Díaz escribe en su opinión para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre ese oscuro personaje que ha conseguido desde la más baja pobreza política escalar las más altas cotas de la miseria institucional, Nico Sguiglia. Surgió de la nada y ya es concejal del Ayuntamiento de Málaga. Y no para. ¿Hasta dónde quiere llegar?... Los asuntos de famiglia llevan...
...mucho tiempo y anidar por los vericuetos no precisamente de la verdad.
El Guardaespaldas
Si no estamos en Andalucía en periodo electoral, hay que agradecérselo al ex secretario general del Partido Popular, Pablo Casado, y al resultado que cosechó el candidato de la formación conservadora en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, con su fallido adelanto electoral. El aún presidente de la Junta de Andalucía parecía que iba sobrado en enero. Tanto que coqueteó con un adelanto electoral que casi dio por hecho en la campaña de su colega castellanoleonés, para esta primavera en la que, atípicamente, aún no ha salido el sol y llueve a diario.
Poco tienen que ver los fenómenos atmosféricos, en todo caso, para que Moreno Bonilla haya hecho un viraje de 180 grados para hablar, ahora, de agotar la legislatura. Por mucho que quiera estirar el chicle, 2023 será año electoral para Andalucía y para Málaga (veremos qué pasa con las Generales). Esto es algo que se palpa en el ambiente. El acalde de Málaga se encuentra en una posición de debilidad como nunca antes, en sus 22 años como regidor, se había visto. Las costuras de la ciudad le han saltado por casi todos los costados: el desastre urbanístico, sus ansias desarrollistas y su agotado modelo de explotación de recursos a través de la construcción y el turismo son un lastre más difícil de paliar que el hastío y el desencanto que generan más de dos décadas al frente de una ciudad como Málaga.
De la Torre, como viene siendo costumbre en las últimas elecciones, ha dejado abierta la puerta a no presentarse. Lo hizo ante el periodista de La Ser y director de Hora 25, Aimar Bretos, la semana pasada, cuando fue entrevistado con motivo del Festival de Cine. El regidor respondió con su habitual ironía para echar balones fuera y condicionó su candidatura a disponer de tiempo para poder practicar la natación, una de sus aficiones. Si la rutina no le daba para hacer sus largos, se largaba, vino a decir. No parece una explicación muy convincente. Más bien, parece que si las encuestas internas siguen dando un escenario en el que se vería forzado a pactar con la derecha extrema, preferiría buscarse una salida lo más digna posible. Forzar la máquina para despedirse de la política habiendo abierto las puertas del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Málaga a la derecha extrema por primera vez en democracia no es, creo estar seguro, el último chapuzón que le gustaría darse como munícipe.
Enfrente tendrá a un Dani Pérez con la secretaría general del partido en sus manos, más reforzado que nunca. Un candidato que, tras su proceso de escucha activa, se muestra más firme y contundente que en la etapa del susanismo. Pérez cuenta con un activo importante: Mariano Ruiz, quien se ha revelado esta legislatura como un buen orador y un concejal capaz de movilizar y conectar con el electorado malagueño. Siempre didáctico en sus intervenciones, como a la hora de explicar fenómenos complejos como la gentrificación, está siendo una de las revelaciones de esta legislatura en la bancada del Grupo Municipal Socialista. Es importante tener en cuenta esta línea de trabajo: gran parte de la campaña girará, previsiblemente, en torno al modelo de ciudad, algo que ya se atisba desde hace unos meses con mayor intensidad. O continuismo o reformismo. No lo tendrán fácil los socialistas para volver a recuperar la Alcaldía tras los años de Pedro Aparicio.
Porque para que Málaga vuelva a ser ‘Málaga La Roja’ será determinante la capacidad negociadora y movilizadora de eso que viene llamándose “el espacio a la izquierda del PSOE”: un lugar actualmente agrupado en Unidas Podemos (UP), pero que deberá reconfigurarse irremisiblemente. El contexto frente al anterior ciclo electoral ha cambiado y Podemos (no confundir con la confluencia UP) deberá ser mucho menos exigente y más generoso para ampliar dicho espacio. Si bien en 2019 Podemos estaba aún en un momento lo suficientemente fuerte como para plantear una coalición de Gobierno en España, la formación morada pasa por sus horas más bajas y no ha conseguido, ni de lejos, el objetivo que se marcó para conseguir una estructura de implantación territorial. Ni en las Autonomías ni en la mayoría de municipios.
El ‘Pacto de los Botellines’ entre Podemos e Izquierda Unida no sólo no sirvió para multiplicar. Apenas sumó y, por el contrario, IU debió pagar un costoso peaje a nivel provincial y local, si bien es cierto que logró situar a dos comunistas por primera vez dentro del Gobierno central en un contexto en el que dicho espacio se tambaleaba. Podemos, por el contrario, ha aprovechado la lucha de la coalición liderada por el PCE durante décadas (décadas incluso de clandestinidad en el franquismo) para apropiarse de cierta implantación en los territorios que se alejan de Madrid. No son pocas las voces que piden la disolución de UP y la creación de un nuevo espacio de convergencia donde IU tenga la relevancia que la Historia y el desempeño diario en ésta y otras muchas ciudades le deben. Podemos atraviesa a nivel estatal un proceso de contracción que le podría llevar a la irrelevancia, y su destino parece en manos de una ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que ya se ha desmarcado de entrar en la Ejecutiva del partido y se ha mostrado más proclive a iniciar una iniciativa propia con un Frente Amplio basado en el laborismo y el feminismo. Un proyecto que la semana pasada, debido a la incipiente crisis por la guerra y el desabastecimiento, Díaz decidió aparcar sine die.
Podemos atraviesa en Málaga un proceso parecido al del partido a nivel estatal. Una de sus figuras más relevantes, Nico Sguiglia, haría bien en dar un paso a un lado, como hizo Pablo Iglesias, y aceptar que su proyecto en Podemos Málaga ha llegado a su fin. Los desencuentros dentro de la coalición son patentes, y sus formas con la prensa, discutibles. A nivel personal, desde que Teresa Porras me llamó al móvil cuatro meses después de dejar de colaborar en un diario de Málaga para que corrigiese una información que había escrito, lógicamente, otro compañero, no vivía una falta de respeto por parte de un representante público como la padecida hace unas semanas durante la presentación de la moción en favor del derecho a la vivienda de los vecinos de Santa Julia.
Sguiglia se acercó para decir en alta voz que lo que tenía que hacer era entrar en las casas de los vecinos para comprobar el estado en las que se encontraban. Le invité a que leyese EL OBSERVADOR y la serie de reportajes que hemos realizado sobre El Perchel. Los vecinos saben de lo que escribo. Lo que sucede es que para entrar en la casa de alguien antes tienes que ganarte su confianza, conocer su historia y evitar el amarillismo. Además, en EL OBSERVADOR no cubrimos, por norma, ruedas de prensa si no están más que justificadas y se nos permiten realizar varias preguntas que, lógicamente, no sean cómodas. Dicho esto: error el mío por justificarme y darle una explicación a quien ejerce, dentro de esta lucha de él contra su ego, como El Guardaespaldas de la portavoz de IU Málaga, Remedios Ramos.
Insto a cualquier compañero gráfico a que intente retratar a Ramos sin que aparezca a un lado Sguiglia, como en la célebre película de los noventa o la más reciente serie británica de Netflix. No se entiende que quien más ha luchado y lucha por Málaga desde la izquierda, quien mejor conoce las diferentes problemáticas y es capaz de integrar desde el respeto a la diferencia, valores todos que representa la líder de IU Málaga, sea menospreciada de esta forma por el propio Sguiglia. Olvidan en Podemos que si han conseguido concejales en Málaga y provincia ha sido gracias en muchos casos a un acuerdo generosísimo por parte de IU que en ningún caso hay argumentos para repetir. Izquierda Unida sigue teniendo sus bases, su organización y su implantación territorial intactas.
Está demostrado que cuando a un partido le va bien a nivel estatal, esto suele impulsar a sus candidatos locales y regionales. Un PSOE de Pedro Sánchez fuerte dará, sin duda, un buen empujón a las aspiraciones de Juan Espadas y Dani Pérez. Un Podemos en casi descomposición no puede volver a ningunear a Izquierda Unida, cuya presencia en todo el Estado está más que consolidada tras décadas y décadas de lucha institucional, sindical y activista. Las bases de ambas formaciones han de decidir lo que les planteen sus Ejecutivas, pero resultaría incomprensible desperdiciar a una figura de consenso como la de Ramos, capaz de integrar no sólo a Podemos, sino de llegar a acuerdos con otras formaciones para que exista un espacio a la izquierda del PSOE o, incluso transversal, que integre y movilice también a partidos como Equo-Los Verdes o los diferentes proyectos andalucistas o relacionados con el entorno de lo que fue en su momento Málaga Ahora.
Si este espacio, ya de por sí reducido, se cuartea en distintas formaciones, seguirá gobernando la derecha en Málaga, en Andalucía y probablemente en España. Y lo hará abriendo las puertas, como ya he citado, a la derecha extrema, que, de entrar con fuerza, como parece, en las diferentes instituciones, lo hará ocupando puestos de responsabilidad ejecutiva, como así ha sucedido en Castilla y León. Tendrán que ser también muy pulcros a la hora de reconfigurar este espacio a nivel local con mucho cuidado de no mezclar a la familia en todo esto. Aunque parece que, en los pasillos del Congreso, de San Telmo o La Casona love is in the air, la izquierda se quedará sin argumentos a la hora de acusar a la derecha de endogámica si después resulta que en la coalición a la izquierda socialista casi todos tienen un grado de parentesco familiar.
Ramos nunca se pega codazos por salir en la foto, sino que atiende a la prensa por teléfono a las cuatro de la tarde mientras sirve las lentejas en casa, aunque sea para un tema menor. Si yo le dijese a Sguiglia cómo debe hacer su trabajo, ya que él se tomó la confianza de decirme cómo debía hacer yo el mío, le sugeriría que tomase nota en lugar de rivalizar, porque pocas veces va a tener la suerte de verse tan bien rodeado. Si Podemos Málaga tiene siquiera la tentación de ir en solitario o liderar el proyecto, Málaga ya es cuatro años más del Partido Popular y, muy probablemente, de la derecha extrema. Pienso que Remedios Ramos, Ramos o ‘La Reme’ sería una estupenda candidata; una Yolanda Díaz malagueña: ambas con raíces sindicales y activistas, con mucha experiencia en el diálogo y en llegar a acuerdos, con conocimientos de todos colectivos y problemáticas de sus ámbitos territoriales y, sobre todo, restarían mucha testosterona a una política, la española, donde el patriarcado sigue imponiendo sus prehistóricas maneras. Ninguna de las dos necesita un guardaespaldas al lado que les marque la agenda política ni les señale el camino a seguir.
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