“Bi Gan se muestra heredero de la poética fílmica y las atmósferas de realizadores como Wong Kar-Wai (o Tarkovsky), y suma a la solitaria búsqueda del protagonista principal de la mujer a la que un día amó, una suerte de nuevos personajes desesperados que la noche mueve alternativamente entre el odio y la ternura”
“En estos días loteros que acabamos de «padecer» no he podido por menos que acordarme (como lo hago al menos desde que tengo conocimiento del texto) del inicio de «Los nadies»; esa breve reflexión que Eduardo Galeano hace sobre los desheredados de la tierra, sobre los «ninguneados» -por ser más castizo-“
OPINIÓN. Cuestiones circenses. Por Javier Cuenca
Periodista
14/01/22. Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre la película ‘El largo viaje hacia la noche’, de Bi Gan, que es la de ‘cal’; y sobre ‘El juego de los nadies’,...
...que es la de ‘arena’.
«El largo viaje hacia la noche», de Bi Gan
https://www.youtube.com/watch?v=_8kIL2E1w8k
En este desierto de propuestas que no tengan globos, guirnaldas y moralejas pedantes y «buenistas», en el mundo de la moral cinematográfica por excelencia, quiero acordarme de una obra de arte resuelta a través de la estética, donde la semioscuridad de la belleza acompaña a través de todo el metraje. Supongo que no es fácil de adquirir, pero el esfuerzo por buscar esta cinta merece sobradamente la pena en este tiempo de «bondades» y felices deseos recientemente traspasado.
«El largo viaje hacia la noche» («Di qiu zui hou de ye wan» en chino o «Long Day's Journey Into Night» en inglés) supone una intensa atención del espectador precisamente en ese camino hacia las sombras que el director chino Bi Gan propone. Ya el ejercicio de ponerse la gafas de 3D para acometer la visión de la segunda parte de la película y la profunda realidad que toman los decorados en ese momento, mantiene la tensión sobre una historia descrita por personajes anclados en la oscuridad de sus propios relatos.
Bi Gan -que también es el autor del guión- se muestra heredero de la poética fílmica y las atmósferas de realizadores como Wong Kar-Wai (incluso como Andrei Tarkovsky), y suma a la solitaria búsqueda del protagonista principal de la mujer a la que un día amó, una suerte de nuevos personajes desesperados que la noche mueve alternativamente entre el odio y la ternura. Quizás Gan busca una conciencia paralela a la que propone la estética de ese largo viaje, con oníricos fantasmas que se encuentran escondidos en los pliegues de la narración.
A la utilización del plano secuencia -habitual en sus referentes fílmicos- aporta Bi Gan un uso especial de la luz, cuyos matices se ven acrecentados desde la perspectiva tridimensional y que viene a encajar en su manera de contar las cosas, donde las localizaciones son en sí un escenario laberíntico cargado a su vez de una narrativa hipnótica que se sale del mundo a través precisamente de las sombras.
«El largo viaje hacia la noche», segundo trabajo de este realizador chino que sucede a «Kaili Blues», es un placer misterioso que se maneja entre sensaciones crudas que, a veces, recuerdan los cómic negros europeos y americanos en los que las sombras son parte de la historia de sus protagonistas policiacos.
La cinta de Bi Gan -tras más de dos horas de tránsito por la pantalla- produce una doble sensación donde la sorpresa va sedimentándose poco a poco para satisfacer el deseo de ver cine; porque este realizador, sin duda con un importante porvenir en la gran pantalla, acomete la estética de manera asombrosamente impactante haciendo del espectador parte del relato.
El juego de los nadies
En estos días loteros que acabamos de «padecer» no he podido por menos que acordarme (como lo hago al menos desde que tengo conocimiento del texto) del inicio de «Los nadies»; esa breve reflexión que Eduardo Galeano hace sobre los desheredados de la tierra, sobre los «ninguneados» -por ser más castizo-.
En esa fanfarria de «cuentos de la lechera» que en mi infancia daba comienzo «oficial» a las celebraciones navideñas (y acababa con «El Niño» para Reyes) con el sonido de los niños de San Ildefonso en todos los transistores o en la tele y con los mayores mirando al cielo como si desde allí fuesen a caerles los millones para salir de la miseria o del agotamiento secular que la sociedad de consumo les somete; un tiempo que, al menos para los escolares, presuponía uno de los tres largos periodos vacacionales en las aulas y para las economías familiares el destrozo que el mercado imponía a través de las tradiciones convertidas en gula y en endeudamiento para todo el año.
«Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba» escribía el periodista y escritor uruguayo, y, ciertamente, la suerte -en cualquier caso- siempre era para «otros» que salían en la pantalla de la «caja tonta» a mediodía descorchando cava barato y haciendo cuentas que luego difícilmente les cuadrarían.
Pero el Sistema tiene estas cosas, haciendo creer que el destino está abierto para todos y que, al menos «la lotería», equiparará a unos con otros en la ruleta trucada de la suerte, mientras los bancos se frotan las manos y estudian la mejor manera de apoderarse de los beneficios del boleto e intentando que la ingenuidad de su portador o portadora les haga creer que ingresaran (de alguna manera) en el grupo de las finanzas: «la vie en rose» de los numeritos y del juego, que suscita pingües beneficios al mercado y a la Hacienda Pública.
Luego, tras la decepción de esa suerte que pasó de largo, siempre quedaba precisamente el sorteo de «El Niño» para por si acaso «les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho…» y cambien las cosas, pero también este pasó de largo y la resaca de lo soñado amanece a las seis de la mañana como fórmula de producción del Sistema y de escueta nómina que tendrá que paliar los excesos de los fastos recién transitados.
No obstante, ese Sistema les tiene preparada la otra «trampa» ilusoria: «las rebajas», para hacerles creer que adquieren a menor precio lo que está fabricado ya para ello, olvidándose de que su endeudamiento es un círculo vicioso sin fin.
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