“A través de la narración, Hogg realiza un análisis sobre las personas y su entorno, cuando una pareja toma la decisión de vender el hogar que ha albergado su historia durante dieciocho años, con la ansiedad de la ruptura blandiendo sobre la propia pareja y del espacio que acogía su recuerdo común”
“Juanra se plantea organizar una exposición en la que contar su historia, «una especie de exposición benéfica para intentar recaudar el dinero de la multa, ofrecer algo que le guste a la gente y que tenga también ese lado reivindicativo, que era la idea que tenía al pintar el mobiliario de dorado»; pues que tenga cuidado si el acto inaugural no está presidido por el alcalde o alguno de sus adláteres, vayan a devolverlo a los juzgados”
OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista
21/01/22. Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre la película ‘Exhibition’, de Joanna Hoog, que es la de ‘cal’; y sobre la multa al ‘artista de oro’: ‘De lo...
...provinciano a lo casposo’, que es la de ‘arena’.
‘Exhibition’, de Joanna Hogg
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=iNvGrLwPL4s
Rebuscando entre mis pequeños tesoros recomendables (al menos desde mi perspectiva, subjetiva como no puede ser de otro modo) me he acordado de una cinta que no deja impasible al espectador, para bien o para mal: «Exhibition».
El trabajo de Joanna Hogg para desarrollar esta película, para establecer su contenido y continente aparentemente hierático, obtiene un gran resultado para los amantes del cine y de la forma de rodar de realizadores como Andréi Tarkovsky -dura quizás para quienes necesitan de la acción permanente como conducto de la narración-, porque «Exhibition» es una película que casi congela su ritmo y la propia manera de contar la historia de la pareja protagonista, pero permite la inmersión íntima en estos mismos personajes donde el escenario es uno más del elenco.
Si bien es una película inédita comercialmente en nuestro país (como señala la plataforma Filmin, donde se puede ver ahora), la crítica ha sido generosa con ella, comparándola con el trabajo de cineastas como Michael Haneke o Richard Curtis; y lo ha sido quizás mucho más que la audiencia acostumbrada en las plataformas televisivas a propuestas más dinámicas.
A través de la narración, Hogg realiza un análisis sobre las personas y su entorno, cuando una pareja toma la decisión de vender el hogar que ha albergado su historia durante dieciocho años, con la ansiedad de la ruptura blandiendo sobre la propia pareja y del espacio que acogía su recuerdo común. Pero Hogg no lo hace con apasionamiento ni prisas, prefiere que las circunstancias se vayan plegando de manera progresiva, dejando que se deslice el devenir de sus protagonistas.
Es una cinta que se recrea en la exquisitez con la que su realizadora afronta fílmicamente un tema ya antes trabajado en la gran pantalla, y que hace de «Exhibition» una propuesta de especial belleza: no traumatizante, no delirante pero sí contenidamente apasionada y casi minimalista. Un esfuerzo que redunda, sin duda, positivamente en el resultado expresivo.
La puesta en escena -con Viv Albertine, Liam Gillick (interpretando a la pareja), y Tom Hiddleston, Mary Roscoe o Harry Kershaw en el reparto- está soportada por un fotografía que va marcando determinantemente unos espacios de sugerente austeridad narrativa.
En definitiva, esta realización británica que oferta Filmin es un trabajo íntimo, que trata las esquinas de la incertidumbre que siempre aparece al presumir al otro, a la otra presencia, siempre predispuesta a girar con la influencia de las circunstancias.
De lo provinciano a lo casposo
La noticia de que el desorden mental que tiene el Ayuntamiento de Málaga con respecto a la cultura y a la creación es superlativa ha dado un nuevo giro de tuerca. Tres mil euros le han caído de multa a un creador plástico urbano, Juanra, por «redecorar» mobiliario urbano (papeleras, bancos o contenedores) volviéndolos más dorados con el objeto de descontextualizarlos y para que los ciudadanos «volvieran a valorarlos» como el propio autor explicó en su momento.
Pero desde la Casona del Parque no se entiende como arte nada que no esté organizado por los responsables de sus espacios artísticos y, como dice el creador multidisciplinar Rogelio López-Cuenca y recogía EL OBSERVADOR «¡Cómo va a ser arte si no lo ha inaugurado el alcalde!». Y es que al primer edil malagueño, Francisco de la Torre, no le importa destruir (aún más si cabe) la imagen del litoral malagueño con un edificio mamotrético que tape señas de identidad malacitana como La Farola, pero le molesta que pongan de «oro» sus papeleras en una intervención artística.
Su cadencia hacia la especulación urbanística (clave en el deparar profesional de un administrador de fincas), anula cualquier otra visión ciudadana; además, para estas cosas del arte ya están sus «rediles» culturales como el CAC en sus dos variantes (la del margen del Guadalmedina y La Coracha); allí que hagan lo que quieran siempre que él corte la cinta. Por lo demás, este primer edil es más del arte cofrade y la pintura decimonónica colgada de las paredes de un museo; así: sin molestar.
Ángel Idígoras (que también vio como un mural suyo era eliminado por la intransigencia en la zona de Lagunillas), lo tiene claro sobre el arte callejero «es la rebeldía y la propia iniciativa de intervención en la calle». Desde luego, Banksy no habría tenido mucho desarrollo en la llamada Ciudad del Paraíso orquestada, ahora, por De la Torre; eso de los grafiteros no es de su antojo, a no ser que uno de sus «expertos» culturales lo legalice con su presencia, siempre mediática (que para eso tiene unos cuantos medios en nómina).
Aburre la perspectiva casposa que se le quiere dar a lo creativo, a la cultura; sin posibilidad de intervención de la ciudadanía si no pasa por la corte de «iluminados» que pululan en el entorno del alcalde, un quehacer que se muestra incapaz de generar una actividad exterior que no esté controlada por Alcaldía.
Grandes y caras sucursales de pinacotecas que se mueven menos que una sardina en lata con peculio público inyectado; gestión supervisada de lo artístico por los comisarios municipales y delegar en Diputación (ampliamente controlada por la presencia de la ciudad de Málaga frente a otras localidades) «las cosas más atrevidas»; vamos: de un provincianismo de mediados del XX.
De la cuestión humana ya ni hablamos, «al final esto me ha supuesto una multa de 3.000 euros y, sobretodo, mucho desgaste personal y familiar. Han sido casi siete años, que si tienes que ir a juicio, pagar abogados… ya lo que quiero es pasar página y recuperar mi vida normal», afirmaba el autor de la intervención urbana perseguida por el Consistorio malagueño.
Juanra se plantea organizar una exposición en la que contar su historia, «quiero intentar plantear hacer una especie de exposición benéfica para intentar recaudar el dinero de la multa, a ver si puedo ofrecer algo que le guste a la gente y que tenga también ese lado reivindicativo, que era la idea que tenía al pintar el mobiliario de dorado»; pues que tenga cuidado si el acto inaugural no está presidido por el alcalde o alguno de sus adláteres, vayan a devolverlo a los juzgados.
Ahora, si se puede, queda echarle un «cable» a este creador plástico que, desgraciadamente, verá condicionada cualquier otra iniciativa a no ser que lo haga en otro lugar menos jerarquizado y controlado culturalmente, o bien llame a De la Torre para inaugurarlo.
Lo dicho: de lo provinciano a lo casposo, al más puro estilo de los dictámenes de los «populares».
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