Una de cal: “El retrato pausado de una comunidad en la ciudad de Fuyang -cuna de este realizador- durante un año, que se apoya en una exquisita fotografía que enmarca su contenido estético, y una narración poética del quehacer cotidiano y sus características”

Una de arena
: “Practíquese la solidaridad total, la que se dirige a todas y todos los miembros del «globo terráqueo», sin discriminaciones, sin acciones mediáticas de boato, sin extraer solo lo que nos convenga


OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista


08/04/22.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje . ‘Dwelling in the Fuchun Mountains’ de Gu Xiaogang, que es la de ‘cal’; y sobre la...

...solidaridad, que es la de ‘arena’.

Dwelling in the Fuchun Mountains’ de Gu Xiaogang

Nuevamente retorno a mis recuerdos de las pantallas con cintas orientales, habida cuenta de que el cine chino da muestras de una madurez envidiable a la hora de contar historias, especialmente las relacionadas con su entorno (familiar, local o social).


Gracias al D’A Festival que se celebró -en su momento- en Barcelona, pudimos recrearnos con el trabajo de un director novel entonces como Gu Xiaogang, que nos trajo «Dwelling in the Fuchun Mountains», una exquisita realización que recuerda en su concepción a propuestas de cineastas como Bi Gan y en su trama a Hou Hsiao-hsien.


El retrato pausado de una comunidad en la ciudad de Fuyang -cuna de este realizador- durante un año, que se apoya en una exquisita fotografía que enmarca su contenido estético, y una narración poética del quehacer cotidiano y sus características, que se sustenta gracias al buen trabajo actoral de Qian Youfa, Sun Zhangjian, Wang Fengjuan, Sun Zhangwei, Zhang Renliang, Peng Luqi o Du Hongjun, y donde todo ello representa una aportación diáfana a la nueva etapa en la producción cinematográfica china, nos permite disfrutar de una oferta de «profundidad» y de solvente belleza.

Presentada, entonces, en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, «Dwelling in the Fuchun Mountains» cumplía las expectativas de los amantes del nuevo cine que llega desde el «gigante asiático» y, por ende, de quienes disfrutan del séptimo arte.


Xiaogang muestra su capacidad para introducir delicadamente al espectador en una trama que se deja llevar hasta la exégesis misma de la narración, íntimamente, y hace de la historia de cuatro hermanos en una ciudad industrial un motivo para acercar la cultura de la sociedad china actual.

«El debut de Xiaogang es tan hipnotizante e inmersivo como la legendaria pintura del siglo XIV en el que se inspira» escribía Clarence Tsui en el «The Hollywood Reporter» tras su estreno.


Cinta muy recomendable que viene a sumarse a la espectacular aportación que el cine chino está haciendo a las pantallas occidentales, que no pueden por menos que premiar esta aportación cultural que va llegando poco a poco, sin estridencia, pero que suma una indiscutible belleza.

¿Solidaridad total o humanamente irresponsable?

La solidaridad es la expresión de un gesto que debe rezumar humanidad. Es absoluta, no requiere de contrapartidas ni se hace por y contra nada ni nadie. La solidaridad es un «todo» que abarca la razón del ser humano como propio ser humano y no conoce ni diferencia de ideas o credos y, mucho menos, de razas que tengan que priorizarse unas frente a otras. Aunque más de la mitad de las veces (cuando no son catástrofes naturales) es la respuesta al despropósito de la convivencia que aplican intereses espurios y degradantes, la solidaridad -que no la caridad- es necesaria.


Probablemente lo que comento está expuesto a la crítica de quienes, creyéndose poseedores de la vara de la ecuanimidad, se erigen como «iluminados» para decidir quiénes son merecedores de esa solidaridad que se vende políticamente para subterfugio y/o parapeto de las barbaridades cometidas por la propia política.


Parece impropio de sociedades avanzadas (incluyo de ONG’s adscritas a la literalidad de lo exclusivo) el priorizar las demandas de quienes sufren por contiendas bélicas creadas en el seno y por la avaricia comercial de la propia sociedad. No son iguales -como marcan la mayor parte de las constituciones de los países occidentales y/o avanzados-, las víctimas de un color que de otro; los desheredados de unos conflictos -patrocinados por esas mismas sociedades- que los que no lo son.

Veo con asombro cómo los medios de comunicación del Sistema, se abalanzan protectores en el devenir de las niñas y niños de un país sometido -desde hace algunos años- por el enfrentamiento que, de ninguna manera, ha querido parar hasta ahora ningún organismo internacional.

Esas víctimas, esos niños rubios y con ojos claros, no como lo yemeníes de oscura piel que sufren la tortura que un estado antidemocrático como Arabia Saudí (por cierto, refugio del ex monarca despilfarrador hispano) les inflige; ellos que no parecen ser merecedores de la defensa contra la inhumanidad que sufren ni de campañas televisivas ni de conciertos solidarios; como los Sirios que huyen y quieren recalar en costas europeas del Mediterráneo para sobrevivir: simplemente para establecer un mínimo crédito a su supervivencia (ellos no son bien recibidos en el «gran occidente» que tantos intereses se juega en esas contiendas), y los llaman MENAs por no vocalizar la palabra «menos» -que bien le gustaría a la ultraderecha europea y, especialmente, a la patria-.


También los saharauis, abandonados por la «bajada de pantalones» del Ejecutivo español ante la OTAN y su gran amigo en el Magreb: Marruecos, que lleva atosigándoles militar y económicamente desde que España los dejase a la deriva de su historia; a ellos, ahora, les corresponderá su propia diáspora y más pérdida de los derechos humanos, que ya han venido sufriendo excluidos en su defensa por la ceguera de los grandes organismos internacionales de occidente.

O, al igual que el pueblo palestino, masacrado por Israel metódicamente hasta la conclusión de un holocausto que provocan los hijos y nietos amnésicos de quienes sufrieron en sus carnes el mismo despropósito humano en tierras europeas hace algo más de setenta años.

Y todo esto sin sugerir paliar las hambrunas que ocupan el mapa mundi desde la India a Latinoamérica (donde los yanquis juegan partidas de cartas geoestratégicas favoreciendo sistemáticamente a los tiranos).


Pero ahora, lo importante, tiene bandera europea de un país que ha practicado la represión en una parte del mismo mientras los europeos miraban hacia otro lado y solo «saltando de rabia» cuando a los reaccionarios del «Viejo Continente» le viene bien electoralmente colocar a Rusia de nuevo en un comunismo que no existe ya en un país que está controlado por neoliberales ultranacionalistas que se ha dado la mano con la mayor parte de los grandes «jefes» de los países que ahora repudian a su jefe de estado: el inefable Putin.

No, no pretendan colegir de mis palabras que estoy contra nadie, más bien a favor de todos aquellos que la barbarie del Capitalismo ha abocado a la muerte o al desamparo, y contra el cinismo y la hipocresía que se quiere resolver ahora determinando quiénes son los afectados por las guerras -que nosotros mismos producimos- y dignos de ayuda y quienes no.


Me da lo mismo, a estas alturas, lo que puedan pensar los adalides de esa estrategia sesgada de protección y de solidaridad manipulada, donde los que son de la misma raza pueden albergar ayudas e imagen de futuro; solo pretendo pedir una igualdad que en nada tiene que ver con estas campañas sectarias en lo humano (ya lo había dicho, es verdad, pero no creo que sobre repetirlo): es humanamente unilateral -sectario- y, por lo tanto, poco responsable.

Practíquese la solidaridad total, la que se dirige a todas y todos los miembros del «globo terráqueo», sin discriminaciones, sin acciones mediáticas de boato, sin extraer solo lo que nos convenga. Claro que estoy a favor de ayudar a quienes sufren esa guerra del norte de Europa generada por la codicia, faltaría más, solo pido que se mida a toda la humanidad víctima del desamparo por el mismo rasero. La hipocresía es profundamente irresponsable cuando se deja involucrar en este tipo de circunstancias que los intereses del mercado vienen creando.

Seamos -del todo- solidarios.

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