Una de cal: “La película de Jean-Paul Rouver, «Lola y sus hermanos» (Lola et ses frères), tiene como atractivo sobrevenido la magnífica interpretación que realizan Luduvine Sagnier, José García y el propio Rouver, con personajes que hacen del egoísmo primigenio del ser humano -rango de supervivencia- pura y atractiva ternura”
Otra de arena: “«Éramos pocos y parió la abuela» como dice el dicho, y a la izquierda política (o como prefieran denominar a las opciones que se presumen más sociales y solidarias) les salen particiones múltiples que -como puede intuir el menos avezado en estas cuitas- no hacen más que dividir y marear al electorado, troceando el voto para regocijo de sus opositores (especialmente los herederos del bipartidismo)”
OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista
29/04/22. Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje ‘«Lola y sus hermanos», de Jean-Paul Rouver, que es ‘una de cal’; y sobre la desunión...
...de la izquierda política, que es ‘otra de arena’.
«Lola y sus hermanos» de Jean-Paul Rouver
https://www.youtube.com/watch?v=O26YNnhk4GU&t=3s
En estas semanas ya suponéis, en parte, el regusto cinéfilo que voy sacando a las producciones que pasan por las pantallas, de ayer y de hoy (mañana es un camino que, aunque predecible, sigue siendo inenarrable). Digamos que soy de los que prefiere que el cine se pose en los hombros y cerebro para descubrirme -con mayor o menor amplitud- la posibilidad de disfrutar de «otros mundos», quizás de otras formas de ver la comicidad o la tragedia.
He hablado de recientes realizaciones como de otras -tampoco tan lejanas- que me ha entusiasmado por distintas circunstancia (digamos que de la perspicaz pandemia hasta aquí). He hablado del cine que nos llega de Oriente porque vocaliza con otros ritmos, y de ese cine europeo que sigue empeñado en hacer preceder la calidad del mensaje frente a la excelencia rítmica y atropellada del mismo.
Sí, reconozco que soy un espectador que le gusta disfrutar de los placeres intrínsecos (guiones, direcciones, actuaciones, fotografía o música -por ejemplo-, al mismo tiempo que mis neuras, psicosis o placeres se marcan en ellos.
No hace mucho pero sí el suficiente como para que los programadores cinematográficos se olviden de ellos, pero yo voy capturando «mis» películas con inusitado aprecio, y hoy vengo a hablaros de una de ellas, heredada de la mística que el cine francés hace de cada relación fotograma por fotograma.
La película de Jean-Paul Rouver, «Lola y sus hermanos» (Lola et ses frères), tiene como atractivo sobrevenido la magnífica interpretación que realizan Luduvine Sagnier, José García y el propio Rouver, con personajes que hacen del egoísmo primigenio del ser humano -rango de supervivencia- pura y atractiva ternura.
En pausado pero intenso desarrollo escénico el guión, obra también de Rouver, y del escritor David Foenkinos, nos presentan esa manera específica que de juego fílmico a la cotidianidad de la clase media que dibuja el cine francés.
El director añade esta nueva realización a otras cintas de carácter intimista realizadas a lo largo de su carrera como «Los recuerdos» (2014) o «Quand je serai petit» (2012), siempre en la búsqueda cíclica de la infancia y su devenir; de los posos que se sedimentan en los porvenires y, como en el caso de esta película estranada en España, de los lazos inevitables e insustituibles que se mantienen a través del tiempo.
No obstante, la cinta cuenta ya con un bagaje fílmico por otras estancias en nuestro país. «Lola y sus hermanos» se llevó el Premio del Público a la mejor película en la vigésimo cuarta edición del Festival de Cine Francés de Málaga y se proyectó, asimismo, en la sección Cinema amb Gràcia, dedicada a la mejor comedia internacional en el pasado BCN Film Festival.
Y es que la historia escrita por Rouver y Foenkinos va llegando al espectador gracias al sarcasmo e ironía con el que los franceses se toman sus propios defectos, sin ignorarlos, incluso dando buena cuenta de ellos a través de su perseverancia.
Una cinta gala para los ya próximos calores estivales que se avecinan, y que deja buen sabor de boca y viene a diferenciarse de esa oferta de temporada que, bajo la excusa del pretendido para «todos los públicos» -que suele estar repleta de héroes muy héroes y villanos torpes, o de una empalagosa ristra de animaciones cantarinas, sin olvidar en las pantallas un poco de violencia guerrera- nace de la esencia misma de la observación humana.
Jaula de grillos
«Éramos pocos y parió la abuela» como dice el dicho, y a la izquierda política (o como prefieran denominar a las opciones que se presumen más sociales y solidarias) les salen particiones múltiples que -como puede intuir el menos avezado en estas cuitas- no hacen más que dividir y marear al electorado, troceando el voto para regocijo de sus opositores (especialmente los herederos del bipartidismo).
Málaga es proclive a ello y mucho más desde que el «aparato» de Izquierda Unida voló por los aires ante la propuesta de Podemos, ya que parecía suscitar más afinidades de las y los votantes de un partido que se desangraba en peleas internas y que, al final, terminó diluyéndose en la novedad, entregando su infraestructura sin condiciones.
Así, buscando cada cual hueco para seguir en la práctica de eso que llaman política, han realizado un sumando para convertirlo en un oficio que no hace otra cosa más que dar comida informativa a los medios de comunicación, ya que parece que estos «rupturistas» aún no se han enterado de que lo mediático pertenecen a tres grandes trust impermeables a lo social y muy, pero que muy proclives a las cuestiones de la «pasta» que les ponen encima de la mesa las oligarquías de turno.
La «jaula» -más que de grillos parece de gallos peleones-, y el sistema se frota la manos ante el más que probable trompazo que se darán en los próximos comicios electorales. Pero ellos siguen «dale que dale» a un ego que no hace más que cuestionar la capacidad de gobernar de los contendientes del lado siniestro, dejando -repito- al bipartidismo volver a su juego de alternancias donde la ciudadanía consigue poco o casi nada, y los que manejan «el cotarro», amparados por todo el aparato institucional (con togas, pistolas e incluso sotanas) se forran los bolsillos.
Sería deseable que la razón, ese elemento metafísico que siempre falta cuanto más se le necesita, amparase a esta izquierda maltrecha a fuerza de acercarse a un poder que no les dejará más que migajas y que -ya lo veremos- la arrinconará hasta la extenuación.
No es una cuestión de nombres, «cabezas de chorlito», es una cuestión de actitudes, deseos conjuntos y ser más fuertes frente quienes hacen de la parte débil de la sociedad escarnio a través de saltarse leyes, llevarse su escaso peculio y prácticamente exigir una sumisión esclavista. Hacer política de izquierda: sí, ya lo he dicho, y dejarse de inventar impedimentos para que la suma haga la fuerza contra todo el aparato liderado por el PP con las huestes de la extrema derecha. Miren su rededor, piensen y actúen en consecuencia (si es que pueden) porque se avecinan grandes tormentas democráticas.
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