Una de cal: “Es la narración de una historia que salta en pedazos y no tiene más sujeción que soportar los envites de la vida aunque sea con displicencia y ese acomodo oriental a las circunstancias”

Y otra de cal
: “A estas alturas del «cotarro» no suelo percibir ni las maledicencias ni las bondades; escribo cuentos, notas de prensa, relatos breves internautas, listas de la compra, alguna misiva y este libro que ahora presento (hubo otro pero se descabalgó de los catálogos), y que he podido publicar quizás p
or casualidad”

OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista


06/05/22.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje So Ling, My Son, de Wang Xiasoshuai, que es una de cal; y sobre la Feria del Libro de Málaga,...

...En los ‘lomos’ de Málaga, donde Cuenca firmara ejemplares de su libro Comunidad canalla, en la caseta nº 23 de la editorial Circulo Rojo, mañana sábado 7, a las 19:00 h, en la Plaza de la Marina, que es otra de cal.

So Ling, My Son, película de Wang Xiaoshuai


https://www.youtube.com/watch?v=GbJi3YstBzE

«So Ling, My Son» («Di jiu tian chang» en su título original) es un melodrama clásico que ha insertado en su cine Wang Xiaoshuai, con un desarrollo actoral que puede presumir de «privilegiado» tanto por sus propios actores y actrices como por el trabajo realizado con ellos -no fue baladí que el Festival de Berlín le otorgase los premios al Mejor Actor y Mejor Actriz- disfrutando, además, del montaje estratégico y creativo de Lee Chatametikool.


La marcada insistencia de un hecho trágico en la vida de las personas, que abunda en tener desconsideración hacia el olvido con su insistente presencia y que ensambla narrativa y personajes, permite a Xiaoshuai también volver a su sistemática crítica política a los últimos cuarenta años del devenir chino como país.


En este caso, la imposición de la política del «hijo único» -vigente desde 1979 y que tuvo su principal incidencia en los ochenta del pasado siglo- le sirve para dibujar de una manera subjetiva la «maldad» del sistema heredado de las doctrinas maoístas, aunque lo haga sin profundizar equilibradamente en lo social de dicho análisis, sino realizando una «toma de partido» que le resta (en parte) la objetividad histórica de aquellos hechos.

Sencillamente, utiliza esta crítica negativa para marcar más la tragedia que está contando en lo personal y que transcurre paralela, aunque se desdibuje el interés del contexto, limitándose a mostrar con el dedo acusador, tal vez sin explicar las razones de la existencia de dicha doctrina, apuntando apenas cómo y los motivos por la que fue generada.


Melodramático en ciertas ocasiones -límites que gusta transitar a Xiaoshuai- se regodea en la tragedia que, eso sí, permite una verdadera exhibición de los actores, y que se ampara en la receptividad que las pantallas occidentales tienen a lo que desfavorezca la imagen de lo acontecido el último siglo en el territorio del gigante asiático.

«So Ling, My Son» es, definitivamente, un melodrama (ya estaba apuntado) contado con tempo oriental a través de su dilatado metraje (175 minutos) y que, asimismo, permiten disfrutar de la tremenda ternura de sus personajes gracias a la serenidad de la realización que subyace en la cinta. Xiaoshuai atrapa lentamente con el apoyo de los flashbacks que fecundan la tristeza de datos y que se acomoda en la pantalla.


Es la narración de una historia que salta en pedazos y no tiene más sujeción que soportar los envites de la vida aunque sea con displicencia y ese acomodo oriental a las circunstancias, pero que sabe de lo inexorable de la herida que ha marcado para siempre su devenir.

La fotografía (especialmente sus primeros planos) de Kim Hyun-seok y la música de Dong Yingda, envuelven el cuerpo definitivo de este excelente relato. Un concepto de lo trágico, acompañado especialmente por la actuación de Lila Ai y Du Jiang, que dan lugar a una película que emocionó en el Kursaal donostiarra y en la mayor parte de las pantallas donde se ha exhibido.

En los ‘lomos’ de Málaga


Mañana viernes 7 de mayo a las 19:00 horas he sido invitado a firmar ejemplares de mi «Comunidad canalla» (un libro editado con Círculo Rojo quizás por una intención íntimamente exhibicionista, que siempre algo subyace en estas cosas). Será en la Feria del Libro de Málaga en la caseta que dicha editorial tiene otorgada en la plaza de la Marina (la 23), lo cual, por cierto, ha provocado encuentros y desencuentros por el cambio de ubicación desde el Parque.

He de decir que, escuchados ambos argumentos, me gustaba más el desliz, el roce personal, los encuentros tertulianos al azar en mitad de la floresta jardinera mientras las casetas mostraban los lomos de los libros allí ubicados; es, si quieren, una cuestión de romanticismo que acompañaba al final del abril de T.S. Elliot y al florido mayo en el paseo del Parque de Málaga. Pero la «modernidad» parece que manda, y la peatonalización de la Alameda y el flujo de personal que aflora desde el Muelle 1, parece que han ganado la partida.

La verdad es que me resulta curioso y refrescante estar frente a personas que pudieran leerme y entender justo lo contrario de lo que yo en su momento, pensaba al hacerlo (aunque yo mismo sea tan variable en su concepción, fondo y forma como la propia persona que lo lee). No obstante, no deja de provocarme cierto asombro morboso si la coincidencia asoma por una rendija de la conversación.


Allí estaré, circunspecto supongo pero satisfecho de volver a una ciudad que me dio brío y vida durante muchos años, y en la que se encuentran gran parte de las y los mejores acompañantes en la transgresión, la dicha o el desconsuelo que conservan mis recuerdos. No obstante, sin desmerecer a la compaña, su olor a mar, su susurro paralelo y constante, que me quita parte de vida cuanto menos lo contemplo, cuanto más lejos estoy de él.

Vagabundear por los caminos de las palabras no necesita de respuestas en realidad, aunque algunos se propongan hacerlas en mejor o peor medida. Es un territorio personal que uno deja escapar no sabe muy bien por qué razón o motivo; por lo tanto esas respuestas son una apreciación tan subjetiva como la misma propuesta, que no sabe de los anaqueles que sujetarán ni su bondad ni su maldad ni -tal vez- un maniqueísmo perverso o perceptible.

Gracias a ello, a esa libertad a veces angosta y otras inabarcable, que no presume de calendario pero sí de sensaciones: escribo. Es verdad que lo hago en soledad y que, en cualquier caso, las apuestas existencialistas, surrealistas, románticas o siniestras se han adentrado en la configuración de los elementos por quereres que llegan desde la profundidad: no son solo ellas ni son los únicos referentes que conjugo.


A estas alturas del «cotarro» no suelo percibir ni las maledicencias ni las bondades; escribo cuentos, notas de prensa, relatos breves internautas, listas de la compra, alguna misiva y este libro que ahora presento (hubo otro pero se descabalgó de los catálogos), y que he podido publicar quizás por casualidad.

Afortunadamente siguen acompañándome las sombras, los fantasmas y las trastiendas de los espejos para, tras un buen trago, decidirme a permeabilizar el papel (aunque hoy en día esto no sea más que una sugerencia romántica frente a los ordenadores).

Tengo un nombre porque me absorbió un registro civil con él, pero la vida me ha dado muchos más epítetos para definir lo indefinible: la propia naturaleza de mis dudas y los escollos de los caminos, que vienen a ser como el apellido que se nos cruza en el instante. Como las y los miles de acompañantes que -caseta tras caseta- han dejado parte de ese deambular en los libros que ahora exhiben estas estanterías callejeras.

No quiero dejar de dar un saludo a ellas y ellos (in situ si las circunstancias lo permiten), y de paso sacar unas monedas a esta terca seducción de la nada, que bienvenidas sean: sobrevivir a lomos de las palabras tiene sus cosas, protocolos y complacencias y un cuerpo que no se resiste a abandonar sus burguesas manías humanas de la supervivencia. Pero no os preocupéis, todo ello estará bien invertido: seguiré gastándolo en tabernáculos infames y ardientes que sorprendan mi callejear y me permitan discutir sobre la nada.

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