La de cal: “Perdidos en Paríssigue la estela marcada por los grandes del género cómico, con la propuesta personal que incluyen Abel & Gordon con su particular gesticulación sobre la realidad y su buena predisposición a la ternura”

La
de arena: “Da lo mismo las necesidades básicas estructurales, sociales y, como no, culturales, que puedan tener vecinos y vecinas especialmente de las zonas menos favorecidas de las urbes que regentan; la cuestión es «hacer caja» creando con el dinero de los contribuyentes parques temáticos que luego puedan gestionar los «amiguetes»


OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista


20/05/22.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje ‘Perdidos en París’ de Abel & Gordon, que es la de cal; y el texto ‘La ciudad como...

..parque temático: el ideal de la alcaldía’, sobre la turistificación de Málaga promovida por sus gobernantes, que es la de arena.

«Perdidos en París» de Abel & Gordon


https://www.youtube.com/watch?v=9NRdDvIoNu4

Ahora que -los que pueden- ven más cerca su salida vacacional de mayor rango: la del estío; quiero recordar una película (comedia) que juega con el quehacer de los clásicos del humor cinematográfico en una ciudad que siempre merece una visita: París.


Una cinta para aislar -aunque sea momentáneamente- los tejemanejes informativos tan escorados hacia el lado de sus pagadores, y tan «cansinos» en su insistencia de que solo la tragedia habita en cualquier lugar donde se encuentra un ser humano.

«Perdidos en París» es una comedia del absurdo con el toque entrañable y casi mágico de la actriz Emanuelle Riva (en una de sus últimas interpretaciones en el celuloide) y la perspectiva que la pareja Fiona Gordon y Domique Abel tienen precisamente de la comedia -donde se alojan los mundos de Jacques Tati, de Buster Keaton, de Charles Chaplin o de Louis de Funes- en una propuesta entretenida y disparatada.


Gordon y Abel no intentan producir nada nuevo, más bien se recrean con acierto en ese mundo tierno, caótico y divertido de un género que a menudo roza la vulgaridad con personajes demasiado histriónicos o sencillamente groseros, y donde la propuesta coral en el reparto pretende tapar los defectos de guión. Muy al contrario, en la cinta de estos cómicos -protagonistas, guionistas, productores y directores de la misma- los personajes son los precisos, lo que permite una vez más a la Ville Lumière ser una más entre el cuadro actoral que pulula por sus calles y plazas, con el Sena como eje escénico indiscutible.

«Perdidos en París» (Paris pieds nus) cuenta, además, con dos elementos que arropan toda la producción: el magnífico trabajo fotográfico de Claire Childeric y Jean-Christophe Leforestier, que «mima» a la ciudad y a sus personajes (interpretados por Emmanuelle Riva, Pierre Richard, Dominique Abel, Fiona Gordon, Balla Gagny Diop, Emmy Boissard Paumelle, Philippe Martz, Isabelle de Hertogh o Bruno Romy), alimentándolos con primeros planos que destacan e intervienen en su comicidad. Así como la elección de la música que acompaña durante todo el filme y lo envuelve de cierta nostalgia.


La película, que convierte los encuentros y desencuentros imprevisibles del amor en un juego alocado, resulta sumamente entretenida, como ya he señalado, acta para provocar la visión desde la naturaleza visual de la infancia en un cine que apenas pisa las carteleras, más proclives a las excelencias del reparto actoral, en el caso de la comedia, o a la exhibición repetitiva de los efectos especiales de las realizaciones de ficción, en el caso de las dirigidas al público con más testosterona.

En definitiva, «Perdidos en París» sigue la estela marcada por los grandes del género cómico, con la propuesta personal que incluyen Abel & Gordon con su particular gesticulación sobre la realidad y su buena predisposición a la ternura.


Una bibliotecaria canadiense en busca de su tía en París y el encuentro con un particular vagabundo, sirve para conducir toda esa locura que proponen durante ochenta y tres minutos.

La ciudad como parque temático: el ideal de la alcaldía

La ciudad como parque temático; he ahí la imagen que en el subconsciente colectivo de los primeros ediles de eso que llaman «derecha» -políticamente hablando- se sostiene contra la propia ciudadanía (ejemplos variados nos ha dado este trasegar político desde la llamada Transición, con la Valencia de los eventos ruinosos, los aeropuertos desérticos, la villas olímpicas desestimadas y otros muchos eventos y proyectos que esa derecha ha convertido en «pluses» económicos solo para quienes pertenecían a su parido y las arcas desvalijadas de sus conciudadanos).


Da lo mismo las necesidades básicas estructurales, sociales y, como no, culturales, que puedan tener vecinos y vecinas especialmente de las zonas menos favorecidas de las urbes que regentan; la cuestión es «hacer caja» creando con el dinero de los contribuyentes parques temáticos que luego puedan gestionar los «amiguetes» a los que deben dinero y pleitesía de su ascenso a las poltronas institucionales; privatizándolos a posteriori y cobrando los consiguientes réditos por la operación en esos «maletines» que vuelan en trasatlánticos virtuales de empresas interpuestas o de los bancos con mayor y mejor poder especulativo.


Lo del Jardín Botánico de la Concepción en Málaga, es sólo un ejemplo muy, pero que muy didáctico. Aprovechando el afán festivo que provocan las fiestas navideñas, se pretende hacer de un vergel cargado de contenido un parque temático navideño que, como suele ocurrir, apenas tiene proyecto lógico ni local ni razón alguna para arrasar uno de los parajes de flora y jardines y contenido cultural más hermosos de la -cada vez menos- «Ciudad del Paraíso».

No basta con expulsar al vecindario del Centro Histórico a través de una oferta especulativa hostelera para el turismo -de dudosa capacidad adquisitiva la mayor parte-; invadir sus calles con transeúntes cruceristas que ya dejaron el dinero en las oficinas de los touroperadores de origen pero que ocupan desaforadamente la vía pública (ahora ese proyecto se quiere expandir a las barriadas, por si no era poco); enladrillar cualquier espacio propenso a convertirse en un parque urbano que insufle oxígeno a la ciudad todo para deleite de los constructores afines y los soñadores de «torres megalíticas». No, no basta.

Actúan con la aquiescente demora de la Junta de Andalucía -del mismo rango político de la derecha extrema del Consistorio- y para que se olvide la preservación del Jardín Botánico (Bien de Interés Cultural -BIC-) por su calidad y amplitud como propuesta biológica y cultural de este espacio.


La «ideóloga» de esta propuesta devastadora es la concejala popular (como no puede ser de otra manera) Gemma del Corral, que ya ha estado «trapicheando» con Carmen Casero, delegada de Cultura del organismo autonómico del mismo ideario, asegurando que no había necesidad de la realización de ningún informe, a pesar de ser -esta última política- quien debe controlar el cumplimiento de la Ley 14/2007 de Patrimonio Histórico de Andalucía, como requiere un proyecto que atenta directamente contra un BIC.

Pero a la ocurrente concejala y a la distraída delegada, les parece una maravilla crear una Parque Temático para las fechas navideñas destruyendo o, al menos, dañando un legado histórico de malagueñas y malagueños, que -la razón vendrá a la larga a ser realidad- privatizará dicha zona pública a la postre.

No cabe duda de que estos adalides de la privatización lograrán su objetivo, a no ser que el pueblo malagueño se «plante» y no permita que ataquen más lo que por derecho es suyo «ya que no existe un Jardín Histórico-Botánico fuera de Málaga mejor que el de La Concepción. No solo por su patrimonio botánico, sino también el patrimonio histórico, arqueológico y arquitectónico, que al igual que el patrimonio botánico» como ha recordado la oposición, y que se debe proteger y no estar expuestos a unas actividades y eventos privados que supongan una explotación y afluencia masiva y permanente de personas «que afecta a su protección y vulneran la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía» subrayaban a El Observador el bando no afín a De la Torre, que se ha transformado de alcalde a gestor urbanístico y de promociones privadas a lo largo de su ya dilatado mandato.


«Detentar una serie de elementos decorativos que solo hay una única empresa que los tiene en propiedad, la misma empresa que se ofreció desde un principio al Ayuntamiento de Málaga para instalar sus atracciones de Feria allí» como explicaba la concejala Remedios Ramos, es ya un detalle relevante, y que supone la instalación (en pleno Mediterráneo ajeno a esta cultura de los renos y los trineos del norte) de un muñeco de nieve luminoso de 5 metros de altura, un árbol luminoso de los deseos de -al menos- 3 metros de alto y 2,5 metros de diámetro, figuras de animales salvajes luminosos en 3D o un tiovivo, también luminoso, de 6,5 metros de diámetro.

Todo un despropósito avasallador: característica «ejemplar» del periodo de esta Alcaldía y su «tropa» tan escorada al estribor de los quehaceres políticos, a quienes -seguro- nunca se les ocurre montar estos «circos» en terrenos de los espacios de las confesión religiosa que practican, y que son muchos, amplios y de dudosa titularidad privada o en donde molesten a los «amiguetes». Siempre lo hacen acaparando para sí lo que es de todos, con esa clara perspectiva privatizadora que llevan en su ADN para la gestión de lo público.

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