La de cal: “Hay que insistir, no obstante, en la solidez de la realización y en la acertadísima elección del elenco, que hace de «Costa Brava, Líbano» una película atractiva sobre la decadencia tanto del sistema como de la propia familia o, quizás, de la convivencia”
La de arena: “…encima de todo esto tenemos que soportar un nuevo felón más de la saga de los felones borbónicos: chulesco en sus posturas y negativas a dar explicaciones de sus despilfarros; escorado al latrocinio y protegido por la parafernalia institucional”
OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista
27/05/22. Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje ‘Costa Brava, Líbano’ de Mounia Akl, que es la de ‘cal’; y ‘Anacronismos ofensivos’, sobre...
...la vuelta del Rey emérito a España, que es la de ‘arena’.
«Costa Brava, Líbano» de Mounia Akl
https://www.youtube.com/watch?v=fZZ6FJDp1k4
Durante la tarde del martes pasado, en la sala de la Academia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ubicada en Madrid, se pudo ver la ópera prima de Mounia Akl «Costa Brava, Líbano», con guión de Akl y Clara Roquet; una cinta que se hizo merecedora del Premio Especial de Jurado en el Festival de Sevilla.
La cinta es la resultante de la coproducción Líbano-Francia-España-Suecia-Dinamarca-Noruega-Estados Unidos (Abbout Productions, Cinéma Defacto, Fox in the Snow Films, Lastor Media, Participant Media, Snowglobe Films, Barentsfilm AS, Boo Pictures, Ginger Beirut Production).
Señalando inicialmente el muy logrado trabajo de su reparto (con Nadine Labaki, Saleh Bakri, Nadia Charbel, Ceana Restom, Geana Restom, Liliane Chacar Khoury, Yumna Marwan y Francois Nour) y una magnífica recreación fotográfica de Joe Saade, que abunda en planos subjetivos que realzan la solidez de sus actrices y actores; «Costa Brava, Líbano» deja en el espectador un sabor agridulce.
Mientas trata la crisis de los Badri -familia «progre» de profundo sentimiento de cambio social-, que salieron de Beirut para construir la utopía particular heredada de sus tiempos contestatarios, al margen de los conflictos y desencuentros sociales de la gran urbe, resistiendo al capitalismo global así como de su polución; se deja al margen -o trata de manera soslayada- esa misma crisis medioambiental que va a rodear a la familia y que, finalmente incide definitivamente en ella de manera fundamental.
Mounia Akl se vuelca en la construcción de sus personajes, libres y excéntricos, cuya fatalidad comienza con el montaje de un vertedero a escasos metros de su casa, construida en un lugar idílico y que va a convertirse en el territorio de basura que poco a poco irá rodeándoles hasta exigir su marcha del lugar. Un basurero presentado en época electoral como una solución creativa e innovadora pero que, tras la campaña política, acaba siendo abandonado a su suerte, como ocurre en otros muchos lugares del mundo presuntamente democrático en el devenir de sus comicios antes de asistir a las urnas.
Akl, no obstante y a pesar de que en la presentación de la película en su pase en Madrid el representante de la distribuidora Avalon insistiera en el carácter crítico sobre la destrucción del medio ambiente en el mundo, focaliza la trama en las relaciones familiares: en los encuentros y desencuentros de unos personajes libres y autónomos unos de los otros, y de la sustancial catarsis que se provoca cuando se suscita un problema dentro de su núcleo que, abogando por el respeto individual, necesitará de acuerdos conjuntos.
Hay que insistir, no obstante, en la solidez de la realización y en la acertadísima elección del elenco, que hace de «Costa Brava, Líbano» una película atractiva sobre la decadencia tanto del sistema como de la propia familia o, quizás, de la convivencia.
Según anunció Avalon en la presentación, este fin de semana (hoy día 27 de mayo) está previsto que se estrene en los cines del país.
Anacronismos ofensivos
Tras -o con- otras cuestiones que nos enturbian, entristecen, nos hacen sufrir o, simplemente, envilecen el espacio de la doble oferta tragedia/comedia social que nos ha tocado vivir, afloran los quehaceres monárquicos.
Sumidos en las contiendas habituales en el «globo terráqueo» y con los mismos perdedores de siempre: la población; con la voraz decadencia de un capitalismo que nos aboca prácticamente a la indigencia en su caída (salvaguardándose las oligarquías que motivan el propio caos), encima de todo esto tenemos que soportar un nuevo felón más de la saga de los felones borbónicos: chulesco en sus posturas y negativas a dar explicaciones de sus despilfarros; escorado al latrocinio y protegido por la parafernalia institucional que el autoritarismo histórico y (después) el fascismo han incrustado en todos los ámbitos administrativos que detentan poder.
Pues sí, hay que aguantar esa exhibición repulsiva del: «yo hago lo que me da la gana y no lo puedes evitar»; y todo ello de un individuo que protegido por el franquismo y señalado como su sucesor, ha jugado con las esperanzas de renacimiento democrático de un pueblo sistemáticamente condenado a la ofensa y al castigo desde hace -al menos- quince siglos de regentes caprichosos, deplorables y ambiciosos.
El llamado «emérito» no tiene nada que envidiar al séptimo de los Fernando borbónicos, imagen de un grupo de saqueadores despóticos y autoritarios. Solo hace falta rebuscar entre los papeles que no quieren que la sociedad conozca (gracias a rastreros del elemento informativo y la amenaza sistemática de sus jueces, militares y todos los «bichos» de la sus cloacas).
Coordinó o fue conocedor de antemano (parece que concuerdan muchos estudiosos del hecho) una revuelta militar -cómica si el hecho no fuese tan grave- porque a los españolitos no les sonaba bien que Franco impusiese a un monarca que andaba, sin un duro (de los de entonces), dándose festivales por toda Europa; y tras el fracaso pactado de la revuelta no tuvo pudor en culpar a quienes creían defenderlo y habían sido -de alguna manera- una especie de cómplices engañados.
Su heredado dislate borbónico, fiestas, festejos y osadías inmorales para los que no son de su casta, le llevó a «pulir» una inmensa cantidad de dinero de las arcas del Estado que sacaba de las oscuras negociaciones que realizaba desde el poder y que, sin reparo ninguno y mientras hablaba del «pueblo español» como su prioridad y su «amor patriótico», mandaba comisiones multimillonarias a esa banca que se salta la ley contributiva de los países para sufrimiento de quienes menos poder adquisitivo tienen y de los servicios sociales que necesitan.
Lo de su vuelta sin juzgar es un insulto a la inteligencia; uno más que añadir al anacronismo de una monarquía que aún insiste en que su dios y su apellido son suficientes para tomar por bandolera el peculio de un Estado y hacer de sus súbditos una especie de esclavos del siglo XXI, amparado por toda esa felonía histórica -de la que ya hemos hablado- sin el menor pudor, y que esta democracia trastocada ya por los acuerdos del régimen del 78 ha dejado en el país.
Ni la ley es para todos igual, ni los medios de comunicación anexos a las corporaciones del Ibex (los otros -sus periodistas- son agredidos policialmente y juzgados por presuntos delitos absurdos e inexistentes) van a señalar este despropósito ofensivo, este anacronismo social de tan alto coste, con la ultraderecha apoderándose de su figura para reivindicar la vuelta a un proceso que llaman democrático pero que no es más que la dictadura que lo nombró.
La democracia está en un proceso peligroso no sólo en este país, es verdad, estamos en el camino de disolver la izquierda y blanquear las ilegalidades de la ultraderecha (ya ocurre en comunidades como Andalucía, Castilla-León o Murcia). Un circo que no tiene ninguna gracia mientras la Casa Real mira al «infinito» usando el dinero público de quienes verdaderamente aportan a las arcas estatales, quizás porque con ellos no va la película.
Repito: un anacronismo ofensivo y demasiado evidente.
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