Pone sobre la pantalla el reflejo de la incomodidad existencial que provocan los vacíos humanos, especialmente los que vienen adornados con el terciopelo de la abundancia”

OPINIÓN.
Complementos circunstanciales
Por Javier Cuenca. Periodista


21/10/22.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje «La casa de verano», de Valeria Bruni Tedeschi: “Es una vuelta de tuerca más a...

...la siempre recurrente decadencia de la clase media europea (esta vez especialmente dedicada a la francesa e italiana) y a los trastornos personales que alimenta la propia burguesía”.

«La casa de verano», de
Valeria Bruni Tedeschi


https://www.youtube.com/watch?v=kP-VFSd4POo

«La casa de verano» (Les Estivants) puede que no sea la película de Valeria Bruni Tedeschi en la que se fijarán los biógrafos de esta actriz y directora italiana, afincada en Francia, como paradigma de su filmografía. Ni como actriz, con títulos muy reconocidos en su haber como «Hôtel de France» (1987), dirigida por Patrice Chéreau, que la dio a conocer, o la memorable «Tickets» (2005), bajo las órdenes del trío Abbas Kiarostami, Ken Loach y Ermanno Olmi. Ni quizás tampoco como realizadora, tras su anterior y recurrente cinta «Il est plus facile pour un chameau…» (2003).


Este producción italo-francesa, es una vuelta de tuerca más a la siempre recurrente decadencia de la clase media europea (esta vez especialmente dedicada a la francesa e italiana) y a los trastornos personales que alimenta la propia burguesía. Aunque Bruni Tedeschi no «meta el dedo en la llaga» de este arquetipo social, sí apunta a los conflictos habituales de estas gentes sin demasiadas necesidades económicas, ociosos de trabajo y que, como no puede ser de otra manera, se circunscriben casi inevitablemente a las relaciones de pareja y a los encuentros y desencuentros de la memoria con la niñez.


«Era importante para mí ser capaz de mostrar cómo cada uno ignora de forma deliberada el ruido del mundo exterior, cómo pasa el tiempo, cómo la muerte acecha y cómo todos nos enfrentamos solos al misterio de la propia existencia», argumenta Bruni Tedeschi sobre su último trabajo fílmico, quizás justificando así no haber abundado en la crítica social en favor de parcelas más intimistas.

La directora, guionista (junto a Agnés de Sacy y Noémie Lvovky -además de la colaboración de Caroline Deruas-) y actriz principal, plantea la puesta en escena como una tragicomedia teatral en tres actos y un epílogo, envuelto por la sugerente música de Paolo Buonvino, y la cuidada fotografía de Jeanne Lapoirie.


En un intento de usar/mezclar la ironía gala sobre sus propios defectos y con el histrionismo italiano, Bruni Tedeschi desaprovecha en favor de lo segundo un más que interesante elenco actoral con Pierra Arditi, Valeria Golino, Noémie Lvovky, Yolanda Moreau, Riccardo Scamarcio y, especialmente, el toque de la Comédie Française de Laurent Stocker y Bruno Raffaelli.

«La casa de verano» intenta adentrase en los entresijos de una historia personal, casi autobiográfica, que deja fuera un amplio abanico de matices que hubiesen enriquecido la trama. No obstante, pone sobre la pantalla el reflejo de la incomodidad existencial que provocan los vacíos humanos, especialmente los que vienen adornados con el terciopelo de la abundancia.


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