“La Casa Invisible se ha convertido en una moneda de cambio para el alcalde, que ha asumido las presiones del grupo municipal Ciudadanos para poder mantenerse en el poder”
OPINIÓN. Málaga: Verde y morá. Por Mar González Báez
Coportavoz de Verdes Equo Andalucía
29/11/21. Opinión. La coportavoz de Verdes Equo Andalucía, Mar González, en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la Casa Invisible: “Teniendo en cuenta el estado actual de cosas en nuestra sociedad, donde no conocemos a los vecinos de nuestro bloque y ni siquiera los saludamos, donde desde muy temprano nos han enseñado que debemos dedicarnos exclusivamente...
...a nuestros asuntos y que debemos ser competitivos para competir los unos contra los otros, es muy raro encontrar espacios de autogestión colectiva que funcionen tan bien como La Casa Invisible”.
Otra cultura es posible
En nuestra sociedad es muy difícil encontrar espacios de autogestión colectiva porque hemos asumido que no pueden existir, que son parte del relato de una utopía. Algo así como un sueño imposible. Pero lo cierto es que nos parecen imposibles porque tanto desde la derecha como desde la izquierda política hemos ido asumiendo que todas las opciones posibles para entender la propiedad pasan necesariamente por la dicotomía que lo explica todo como público o como privado. Excluyentemente: lo que no es una cosa debe ser la otra, y viceversa.
Sin embargo, si lo privado consiste en la gestión privada de algo que es de unos pocos, y lo público es la gestión institucional de aquello que es de todos, entre estas dos opciones queda una alternativa que parece difícil, pero no imposible: lo común. La gestión de todos de lo que es de todos, sin necesidad de las muletas del poder institucional. Y no se trata, haciendo eso, de negar la legitimidad de la institución democrática, sino de afirmar que no es necesaria para todo, en todos los casos. Que la ciudadanía es adulta, responsable y puede autoorganizarse. Que podemos entendernos para crear un espacio que sintamos desde el principio como algo de nosotros y nosotras mismas, más allá de la lógica burocrática que siente lo de todos como algo ajeno. Porque la autogestión de lo colectivo significa ocuparse de lo que es tuyo sin necesidad de que ningún burócrata se encargue. Con la colaboración de tus iguales, construyendo con nuestra propia actividad un lugar que no es público ni es privado, sino colectivo. Muchas veces desde la derecha se critica -con cierta razón- que la gestión de lo público hace que no sintamos como propio lo que se supone que es de todos. Lo colectivo y común recoge el guante de esa crítica y pretende construir desde espacios colaborativos una realidad en la que podamos sentir lo propio como propio de verdad.
Teniendo en cuenta el estado actual de cosas en nuestra sociedad, donde no conocemos a los vecinos de nuestro bloque y ni siquiera los saludamos, donde desde muy temprano nos han enseñado que debemos dedicarnos exclusivamente a nuestros asuntos y que debemos ser competitivos para competir los unos contra los otros, es muy raro encontrar espacios de autogestión colectiva que funcionen tan bien como La Casa Invisible. Que no se trata de un espacio privado lo constatan las numerosas manifestaciones de apoyo que se han sucedido en Málaga a lo largo de los últimos años. Se trata de un proyecto que ha involucrado a muchísimos vecinos y vecinas de nuestra ciudad que sienten que se trata de un espacio cultural que es suyo hasta el punto de salir a la calle a defenderlo cuando desde la institución se cuestiona su legitimidad, con sucesivos avisos de desalojo que pretenden incumplir los propios compromisos institucionales de cesión legal de este espacio. No sólo el alcalde de Málaga, que se comprometió en su momento a la cesión, sino numerosos espacios culturales de nuestro país, entre ellos el Museo Nacional Centro Cultural Reina Sofía (dependiente del Ministerio de Cultura) han reconocido públicamente la importancia de La Casa Invisible como un espacio democrático de autogestión cultural.
Sin embargo, La Casa Invisible se ha convertido en una moneda de cambio para el alcalde, que ha asumido las presiones del grupo municipal Ciudadanos para poder mantenerse en el poder. Para ello, ha aludido a la necesidad de rehabilitación del edificio, aunque desde la Casa ya se haya dado una solución de rehabilitación por etapas que permite mantener su uso sin peligros. Incluso se ha llevado a cabo una campaña de donaciones por goteo.org que está resultando un éxito porque La Invi -como es llamada cariñosamente- resulta de vital importancia para muchos colectivos, asociaciones, grupos de personas que se dan encuentro allí, siendo un espacio de sinergias y cuidados que ha dado ejemplo durante todos los años de autogestión.
Sirva por muchos años La Casa Invisible como ejemplo de que la gestión colectiva sí es posible, frente a las lógicas que enfrentan la insolidaridad a la fría burocracia como única alternativa. Un faro que nos guía con la razón y nos demuestra cada día que otra cultura es posible. Que otro mundo es posible.
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