“En Málaga, asistimos tristes y con impotencia a una política que excluye, a una política deshumanizada, a una política que extiende como norma la instalación de bancos antimendigos ya sea con un posabrazos en mitad del asiento o como en la recién estrenada Alameda principal, instalando bancos individuales”
OPINIÓN. Málaga: Verde y morá. Por Mar González Báez
Coportavoz de Verdes Equo Andalucía
14/03/22. Opinión. La coportavoz de Verdes Equo Andalucía, Mar González, en su colaboración habitual para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la exclusión social: “Una política que se niega a sí misma, porque la política democrática se sustenta en la dignidad de las personas”. “La exclusión social es de las mayores contradicciones de este sistema que cada vez pone...
...más trabas para salir de condiciones de penurias”.
Los que no importan
Ayer domingo amanecíamos con este titular en los diarios malagueños: “Segundo indigente que muere asesinado a golpes en Málaga en tres meses”. Otro número, porque los indigentes no merecen la dignidad de las personas. Las instituciones los rechazan e incluso criminalizan, el desamparo les convierte en “una cosa”, como si formasen parte del mobiliario urbano.
Esa persona, de la que lo único que sabemos es que no es española, tenía vida y seguramente, familia en su país de origen. Esa persona fue un niño, fue un joven que quizá soñaba con una vida mejor. Esa persona merecía vivir en una sociedad que la respetara, que la dignificara.
La exclusión social es de las mayores contradicciones de este sistema que cada vez pone más trabas para salir de condiciones de penurias. La falta de cohesión social, la aceptación de la pobreza dentro de una sociedad es de los mayores peligros para la democracia, que dice sustentarse en la igualdad entre las personas que integran el pueblo, el demos. Desde las revoluciones liberales quedó claro que la igualdad es la que hace posible la participación en la democracia. La libertad de elección debe ir indiscutiblemente ligada a una sociedad justa e igualitaria, donde toda su ciudadanía cuente con las herramientas suficientes para decidir su voluntad.
Por eso, recordamos hoy el discurso de Boric en su toma de posesión del sábado pasado como presidente de Chile, cuando decía a su pueblo que “sólo en la construcción colectiva de una sociedad más digna podremos fundar una vida mejor para todos y todas. En Chile no sobra nadie, la democracia la construimos juntos y la vida que soñamos solo puede nacer de la convivencia, el diálogo, la colaboración y no la exclusión”. Y aquí, Boric, elige el camino de la inclusión, de humanizar la política, de poner en el centro la vida y la calidad de esta.
Mientras, en Málaga, asistimos tristes y con impotencia a una política que excluye, a una política deshumanizada, a una política que extiende como norma la instalación de bancos antimendigos ya sea con un posabrazos en mitad del asiento o como en la recién estrenada Alameda principal, instalando bancos individuales. A una política que se niega a sí misma, porque la política democrática se sustenta en la dignidad de las personas y cuando negamos la dignidad a una persona que vive en la calle, nos estamos negando la dignidad a nosotros mismos. Y por eso, el urbanismo en democracia debe incluir a toda la ciudadanía, a toda la gente que comparte nuestro espacio público. Y por desgracia, cuando Málaga se muestra contra la inclusividad de las personas demuestra ser menos democrática.
Sea con la persona asesinada todos mis sentimientos, con sus familiares y amigos. Ni una persona asesinada por el “delito” de haber tenido una vida con menos oportunidades, una vida en la que no encontró ayuda y solidaridad en las instituciones. El poder político, para ser democrático debe velar por la dignidad humana y este asesinato es un recordatorio de que le hemos fallado a un ser humano, nuestras instituciones no han estado a la altura.
Por una política donde todas y todos importemos.
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