“El que posee la naturaleza para sí y la destruye, por extensión nos posee y destruye aquello que hace posible nuestra vida”

OPINIÓN. Málaga: Verde y morá. Por Mar González Báez
Coportavoz de Verdes Equo Andalucía


05/09/22. Opinión. La coportavoz de Verdes Equo Andalucía, Mar González, en su colaboración habitual para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre como la naturaleza debe “ser patrimonio de todos y de ninguno. Para que todos nos sustentemos en la naturaleza y utilicemos sus recursos, pero siempre en la consideración de que nos son prestados por el resto de...

...la colectividad, siendo por ese motivo que debemos protegerlos y mantenerlos”.

Un gran des-cuento en la devastación

Había una vez un pequeño pueblo con un río de agua cristalina y una fábrica donde mucha gente del pueblo trabajaba. Todo el mundo estaba contento, pero un día el dueño de la fábrica dijo que necesitaba más beneficios. Y como era muy buena persona, en vez de bajarle el sueldo a la gente para ganar más, dejó de renovar el filtro que depuraba los residuos de la fábrica. Así se ahorraba cada mes mucho dinero, pero el río ya no estaba limpio, así que la gente empezó a comprar agua embotellada. Y en todas esas botellas se les iba una parte del sueldo, por lo que se dieron cuenta de que, contaminando el río, al final les habían terminado bajado el sueldo.


Además, ya no podían bañarse en el río y el olor era insoportable.

Para calmar el enfado de la gente, el dueño de la fábrica les hizo un descuento en las botellas de agua, y para financiar ese descuento (porque el dueño de la fábrica era bueno, pero no era tonto) taló el bosque del pueblo y vendió la madera. ¡Oh! ¡Ahora sin la sombra de los árboles, en el pueblo hacía muchísimo calor, así que el sueldo de la gente cada vez más menguado tenían que gastarlo en aparatos de aire acondicionado!

¿Pero adivináis qué pasó?

Que el dueño de la fábrica, que por algo tenía tanto dinero, siempre tenía una solución en mente. ¡Decidió hacerles un gran descuento en los aparatos de aire acondicionado!


Pero la gente ya no era feliz, porque del calor que hacía ya no podían salir a la calle ni tampoco bañarse en su río, y bebían agua con plástico, y en vez de risas ahora en el pueblo sólo se escuchaba el ronroneo fúnebre del aire acondicionado. Y por eso, la gente de ese pueblo cada vez estaba más triste y con más ansiedad. Pero entonces, el dueño de la fábrica, que era muy buena persona (esto ya lo he dicho, pero es que es totalmente cierto), ¿sabéis lo que se le ocurrió?

¡Sí, claro! ¡Les aplicó un descuento en el precio de las pastillas!

La gente estaba enfurecida. Ya no quería escuchar más al buen empresario. Gritaban que no querían pastillas. Se reunieron en una plaza y empezaron a decir que no querían nunca más tener que elegir entre no tener trabajo y tener un trabajo precario que destruye la tierra que nos da de comer.

La gente del pueblo entendió que, al igual que el aire y el agua es de todos, también lo son los bosques y la tierra. Porque si los elementos más básicos que hacen posible la vida fuesen de una persona sola, lo cierto es que, por muy buena que fuese esa persona, al ser propietaria de la naturaleza sería -por extensión- propietaria de todas nuestras vidas. El que posee la naturaleza para sí y la destruye, por extensión nos posee y destruye aquello que hace posible nuestra vida. La gente del pueblo entendió que, por todo eso, tales cosas no podían tener propietario y que debían ser patrimonio de todos y de ninguno. Para que todos nos sustentemos en la naturaleza y utilicemos sus recursos, pero siempre en la consideración de que nos son prestados por el resto de la colectividad, siendo por ese motivo que debemos protegerlos y mantenerlos.

A partir de ese momento, toda la gente del pueblo puso reglas para el uso de las cosas comunes. Para que fuesen usadas con inteligencia. Sin la codicia del que no piensa en mañana ni en los demás. Porque sin la naturaleza no existiríamos, ¿y para entonces, de qué nos serviría un buen descuento en el precio de esas cosas que producimos mientras fuimos perdiendo, poco a poco, nuestra vida y la de nuestros niños y niñas, nietos y nietas?

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