“Separar el grano de la paja en el batiburrillo de información que nos sacude a diario, es una tarea tediosa y cada vez más estresante”
OPINIÓN. La vuelta a la tortilla. Por Noemí Juaní
Profesional de la gestión
26/01/23. Opinión. Noemí Juaní, profesional de la alta gestión en empresas e instituciones, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre las noticias: “Nos acercamos a la información sabiendo que, en cualquier momento, nos la pueden colar y eso supone que, por cada noticia que leemos, hay que ponerse a bucear por internet leyendo las diferentes versiones que...
...del mismo hecho hacen distintos medios, a ver si así se pilla el matiz o la divergencia”.
Submarino amarillo
El culebrón de los tanques de los últimos días nos ha vuelto a acercar a la guerra de Ucrania desde una perspectiva diferente a la de conocer dónde están luchando y cuantos muertos civiles o no ha generado el conflicto.
Nos ayuda así a reconocer que las contiendas tienen muchos frentes y algunos no son demasiado obvios como el lío ese del gaseoducto que se estropeó “accidentalmente” por varios puntos y puso de relieve que, en paralelo a decir que no éramos amigos del país más extenso del mundo, le estábamos comprando un elemento vital para nuestra comodidad.
Entre los diversos titulares que han hablado de ese tema, me ha llamado la atención que un par de medios, intentando sobresalir de los demás, ha resumido la información en “Rusia amenaza con destruir los tanques Leopard y Abrams si son entregados a Kiev”. No me dirán que no tiene su gracia. Seguro que muchos de nosotros hemos pensado: “¡Vaya por Dios! Pues sí que los hemos cabreado que, en lugar de acercarse a los tanques y pintarlos de rosa, se están planteando destruirlos. Habrá que ir con cuidado”.
Más allá de la obviedad de que un tanque suele ser objetivo de destrucción por el enemigo, lo cierto es que los alemanes no debían tener miedo a esa posibilidad cuando se resistían a entregarlos (porque, tampoco nos engañemos, eso les va a generar la posibilidad de construir más y vender más) y también los ucranianos han reconocido que la llegada de los susodichos tampoco les va a hacer ganar la guerra con un chasquido de dedos. Así que el tema es un pelo más complejo y el riesgo se extiende sutilmente mucho más allá: hasta qué punto este nudo de acciones, reacciones, declaraciones, gestos y advertencias acaba en un embrollo mucho más gordo.
Sin embargo, la mayoría de los medios seguían arriba y abajo con el tema de los Leopard destacando las desavenencias en la Unión Europea, mientras que la empresa alemana que los fabrica ya está despuntando en bolsa con máximos históricos.
Separar el grano de la paja en el batiburrillo de información que nos sacude a diario, es una tarea tediosa y cada vez más estresante.
No es para menos. Nos acercamos a la información sabiendo que, en cualquier momento, nos la pueden colar y eso supone que, por cada noticia que leemos, hay que ponerse a bucear por internet leyendo las diferentes versiones que del mismo hecho hacen distintos medios, a ver si así se pilla el matiz o la divergencia.
Para colmo, has de ser consciente de que eso puede dar algún resultado cuando la novedad tiene que ver con la política y siempre que sepas qué padre ideológico hay detrás de cada cabecera. Pero, cuando hablamos de ciencia o cuando los hechos que nos relatan están más alejados de nuestro entorno, las cosas se van complicando porque la búsqueda de información te introduce en revistas especializadas de difícil comprensión o escrita en otro idioma.
Por ejemplo, seguro que no soy la única que ha sentido una especie de pánico atávico cuando se ha enterado por la prensa de que el núcleo de la tierra estaba haciendo cosas raras. A mi mente ha regresado una película (por cierto, bastante mala salvo por las escenas de catástrofes apocalípticas) en la que un par de guapos actores se metían en una nave especial que parecía espacial, pero, era obviamente, terrenal y se dirigían viento en popa al meollo de nuestro planeta a solucionar el problema.
El camino de estos terrenautas no tenía nada que ver con el que recreó el magnífico Julio Verne, igual que tampoco eran ni siquiera parecidas las intenciones de los exploradores de cada uno de los inframundos imaginados. Pero, al parecer, sí hay una coincidencia en ambas versiones: el escaso conocimiento científico de lo que oculta el interior de nuestro planeta.
Algo parecido ha pasado con la interpretación que la prensa ha hecho del estudio publicado por dos científicos (solo dos, subrayemos) respecto al posible fenómeno de que el núcleo de la tierra haya ralentizado su giro; porque unas horas después de haber sido bombardeados con titulares escalofriantes; han aparecido versiones algo más afinadas sobre qué han dicho el Sr. Yang y el Sr. Song.
La que más me gusta es la de un tipo llamado Antonio Cantó (que nada tiene que ver con el pseudo político y actor secundario) que escribe una columna llamada “La pizarra de Yuri” y en la que se queja de lo poco que les hubiera costado a los grandes medios de comunicación (exactamente 32 euros) leerse el artículo original y dar la noticia de que se ha advertido una posible “variación multidecadal de la rotación del núcleo Interno terrestre” de manera más ajustada, aunque menos sensacionalista.
Sin embargo, no nos engañemos, un titular hablando de algo parecido a un fenómeno que ocurre cada varias décadas (significado de la palabreja “multidecadal” que no está todavía aceptada por la RAE), cuya última variación ocurrió hace 13 años y que tiene escaso impacto en nuestra vida, tiene poco atractivo y la prensa tiene que vender.
Así que, a veces, se permiten algunas licencias, pequeñas desviaciones o reducciones simplistas de una realidad compleja y van coloreando el papel sobre el que escriben con un tonito amarillo que atufa. Pero qué más dará. Los consumidores (porque así nos ven, sin lugar a duda) actuamos con la información igual que con la comida: un bonito color, un aspecto atractivo, disimular el olor y cierta confianza en el cocinero y ya está: sumergidos de pleno en el gran submarino amarillo que nos hace cantar y bailar al ritmo de los Beatles.
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