Ninguna mente racional ha cuestionado tampoco si existía algún indicio de comisión de algún delito en las acciones de esos ácratas antisistema que justificara la arriesgada misión policial”

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PINIÓN. La vuelta a la tortilla. Por Noemí Juaní
Profesional de la gestión

09/02/23. Opinión. Noemí Juaní, profesional de la alta gestión en empresas e instituciones, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre el caso del policía infiltrado: “La clave está en que el guaperas no se acostó con las señoras para su disfrute personal, para engordar su ego o para sumar muescas en el cabezal de su cama; sino que lo hizo presuntamente, como estrategia...

...calculada para introducirse en determinados grupos de gente”.

El fin justifica los medios

Hace unos días saltaba a la palestra el caso de un policía infiltrado contra quien se han querellado cinco mujeres que mantuvieron con él relaciones sexuales.

Le acusan, entre otros, de abuso sexual porque, aunque hubo consentimiento, lo consideran viciado en la medida que lo concedieron equivocadas sobre la identidad de la persona y aclaran que nunca hubieran tenido relaciones con un policía.

Mis lecturas sobre el tema han ido, cual saltimbanqui curioso, de las bromitas en redes hablando del Poli Cupido y otros apodos similares, a las disquisiciones jurídicas sobre si en el ámbito del Derecho Penal es aplicable el concepto de consentimiento viciado que rige en el Código Civil y todo ello mientras que, de fondo, la polémica sobre el “solo sí es sí” arreciaba en los medios.

Ninguno de esos comentarios ha resuelto una duda que sobrevolaba mi cabeza: eso de no acostarse con un policía, ¿aplica a todos los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado incluyendo los de las comunidades autónomas? ¿Podría afectar también a los guardias de seguridad que, en algún momento, se presentaron y suspendieron las oposiciones? Y, ¿qué pasa con los adultos que de niños jugaban a policías y ladrones y elegían siempre el primer rol? Es decir, ¿en qué momento cambia tu identidad y te conviertes en eso que otros rechazarían sin fisuras?

No sé, a lo mejor, la justificación del enfado legítimo de las querellantes no hacía falta centrarlo en el “a qué te dedicas” de toda la vida.

Sin embargo, los medios sí me han instruido sobre que no es lo mismo un agente infiltrado que un agente encubierto.


Para las mujeres afectadas el matiz puede ser insignificante, pero para las querellantes puede ser esencial, puesto que hay una diferencia sustancial que reside en el hecho de que el encubierto puede cometer delitos si es necesario para su misión y ha estado previamente autorizado por un Juez.

Eso sí, primero deberíamos demostrar que ha habido delito en la acción de haber mantenido relaciones sexuales haciéndose pasar por alguien que no es; aunque entre nosotros, como así sea y empecemos a extender el concepto va a haber más de un usuario de Tinder temblando.

Así que la clave está en que el guaperas no se acostó con las señoras para su disfrute personal, para engordar su ego o para sumar muescas en el cabezal de su cama; sino que lo hizo presuntamente, como estrategia calculada para introducirse en determinados grupos de gente.

Bueno, debió ser incluso necesario para permanecer en ellos, puesto que fueron más de dos años y como mínimo ocho las relaciones de mayor o menor duración e intensidad.

¿De verdad uno no puede formar parte de un grupo ácrata o antisistema si no se tira a todo lo que se menea? ¿No cabe ninguna posibilidad de que el tipo lo hubiera conseguido limitándose a asistir a manifestaciones, defendiendo a los okupas o gritando consignas antisistema?

Ninguna mente racional ha cuestionado tampoco si existía algún indicio de comisión de algún delito en las acciones de esos ácratas antisistema que justificara la arriesgada misión policial. Quizás porque hay demasiados que solo con la mera alusión a esas categorías den por hecho que hay alguna oscura y malévola conducta detrás.

Y nadie nos ha aclarado si la misión policial tuvo algún resultado: ¿Se descubrió algún peligroso plan para la paz social? ¿Se pudo encarcelar y juzgar a algún criminal que pretendía cometer un delito horrible?

Pero quizás eso no es lo importante. A fin de cuentas, ¿cambiaría en algo nuestra opinión sobre el affaire? ¿El fin justificaría los medios?

No pretendo hacer una disquisición filosófica sobre una teoría que puso negro sobre blanco el gran Nicolas Maquiavelo, pese a que seguro que hacía ya mucho tiempo era práctica común entre reyes, príncipes y demás mandamases de la época. No olvidemos que el florentino lo único que pretendió con su obra fue ser readmitido en el trabajo. Y teniendo en cuenta que había sido despedido, apresado, torturado y exiliado podríamos entenderlo, excusarlo y disculparlo.

Además, la famosa frasecita es un tanto capciosa, porque sugiere que los recursos utilizados van a ser inmorales hasta el punto de que el resultado, por bueno que pueda considerarse, quedaría contaminado, pero esa es la opinión políticamente correcta mientras que, en paralelo, en nuestro interior más recóndito, hay un pequeño demonio que dudó o suspiró aliviado cuando se enteró de que el vuelo 93 de United Airliness se estrelló sin llegar a su objetivo aquel aciago 11 de septiembre.

Sin embargo, nuestro policía tatuado no estaba salvando el mundo, ni pretendiendo evitar ninguno de los once delitos para los que sí está previsto el agente encubierto. Tampoco tenía autorización judicial y, por tanto, no se supervisaba por quien tiene autoridad para hacerlo, si sus acciones guardaban la debida proporcionalidad.

Sospecho que sí seguía instrucciones de algún jefe o de varios que decidieron que conocer qué pasaba en determinados círculos sociales era suficientemente importante como para dedicarle unos recursos económicos sin que fuera necesario acudir a un Juez; pero que cometieron la torpeza de introducir otro recurso con exactamente los mismos apellidos que al primero (para ostentar un cargo la imaginación no debe ser un requisito).

Y es entonces cuando me digo que no sé si el fin justifica los medios, pero sí que los medios deberían tener mayor y mejor altura.

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