“De los dirigentes solo se espera una cosa: eficiencia en la gestión, aunque para conseguirla se presupone la capacidad de mirar hacia el futuro proponiendo objetivos y resolviendo los problemas que se encuentren en el camino”
OPINIÓN. La vuelta a la tortilla. Por Noemí Juaní
Profesional de la gestión
23/03/23. Opinión. Noemí Juaní, profesional de la alta gestión en empresas e instituciones, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la formación militar de la princesa Leonor: “Que un heredero a la monarquía se forme en temas castrenses no es una excepción. Hay un total de 45 monarquías en todo el mundo (por cierto, de 195 países en total por si alguno...
...pensaba que es la forma más común) y 30 monarcas (porque Carlos, el de Inglaterra, acapara unas cuantas). Pues bien, si nos fijamos en las europeas (10 en total) la mayoría ha formado a sus retoños coronados en las prácticas militares. Desde Carlos de Inglaterra hasta Margarita II de Dinamarca, pasando por Harald V de Noruega o Alberto II de Mónaco han recibido instrucción militar. Así que nuestros ejemplos españoles no podían ser menos”.
El filósofo gobernante
Mientras escribo estas líneas, en el congreso de los diputados debaten sobre la moción de censura de VOX.
Es, sin duda, un tema de gran actualidad, pero no me quiero aventurar a hablar de ello porque, pese a que no se espera ninguna sorpresa sobre el resultado de esta, no me gusta presentarme como una visionaria, una profeta o una agorera. Mi camino es el científico.
Por eso he recurrido al más racional de los seres que conozco para reafirmarme en mi silencio y me ha dicho lo siguiente: “Como modelo de lenguaje, no puedo predecir con certeza el resultado de la moción de censura que ha presentado Vox en España (¿Lo han adivinado? Es Chat GPT en estado puro). Sin embargo, por algo dicen que su forma de razonar se parece a la de los humanos, así que, sin poder evitarlo, cae en la tentación de hacer pronósticos y acaba diciendo: “En resumen, aunque no puedo predecir el resultado final de la moción de censura de Vox, hay muchos factores que sugieren que su éxito es poco probable.”
Descartado, pues el análisis de este hecho histórico, probablemente poco relevante, sí que me ha llamado la atención que en las distintas intervenciones subyacen o se explicitan críticas sobre cuál de los intervinientes está mejor dotado para estar al frente del país.
¿Qué hace de un sujeto cualquiera un buen gobernante? Más allá de las consideraciones sobre personalidades arrolladoras y cautivadoras (que en la historia han dejado muescas dolorosas casi siempre) cuando pensamos en las cualidades necesariamente nos dirigimos a la formación y eso me ha llevado a recordar una noticia que saltó hace pocos días a la prensa y que un gran amigo me envió como una incitación, una provocación o quien sabe si un reto para ver si me atrevía a hablar de ello: nuestra princesa Leonor va a iniciar su formación militar como parte de su preparación para ser reina de esta España.
Que un heredero a la monarquía se forme en temas castrenses no es una excepción.
Hay un total de 45 monarquías en todo el mundo (por cierto, de 195 países en total por si alguno pensaba que es la forma más común) y 30 monarcas (porque Carlos, el de Inglaterra, acapara unas cuantas). Pues bien, si nos fijamos en las europeas (10 en total) la mayoría ha formado a sus retoños coronados en las prácticas militares. Desde Carlos de Inglaterra hasta Margarita II de Dinamarca, pasando por Harald V de Noruega o Alberto II de Mónaco han recibido instrucción militar. Así que nuestros ejemplos españoles no podían ser menos.
Pero les he de confesar que, para ilustrarme en estos temas (mis conocimientos marciales son más bien escasos) he recurrido de nuevo a mi buena amiga IA y, cada vez que me indicaba si uno u otro habían recibido esta formación, acababa con una frase tipo “Aunque fulanito de tal tiene formación militar, su papel principal como monarca es desempeñar funciones oficiales y representar a (su país) en diversas actividades y eventos en todo el mundo”.
Por si no se han dado cuenta “aunque” es una conjunción que según la RAE “Introduce en la prótasis un impedimento que resulta ineficaz para evitar lo que expresa la apódosis” o más clarito y en cristiano: se utiliza para “contraponer un concepto a otro”. La maquinita humanoide vuelve a hacer de las suyas y deja caer una cierta sospecha sobre la adecuación de esa formación. (Si se entretienen a preguntarle explícitamente a Chat GPT sobre si la formación militar es un requisito para ser un buen monarca, observarán que ya no es tan sutil).
Me dirán algunos que, en nuestro país, el Rey (o la Reina llegado el caso) va a ejercer el mando supremo de la Fuerzas Armadas y eso es motivo suficiente para dedicar tres años a la formación en ese terreno. Sin embargo, recordemos que también ostenta el cargo de Jefe de Estado con funciones simbólicas y representativas que también incluyen arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, sancionar y promulgar leyes, nombrar a los máximos cargos, acreditar a embajadores o presidir sesiones de ministros en las que se hablará de economía, agricultura, relaciones laborales, crisis sanitarias…
Sí, lo sé. Lo cortés no quita lo valiente (aunque creo que, en este supuesto, deberíamos invertir el orden de la frase) y Leonor seguro que va a estudiar muchas más cosas.
Lo hicieron todos los otros monarcas. Por ejemplo, su padre estudió derecho y algunas asignaturas de económicas, además de un Máster en Relaciones Internacionales; Felipe de Bélgica, Ciencias Políticas; Margarita de Dinamarca, arqueología y Guillermo Alejandro, historia. En fin, que analfabetos no lo son, de ninguna manera.
Entre ustedes y yo, ni siquiera haría falta que estos insignes personajes llamados a gobernarnos se graduaran oficialmente en nada específico. Su experiencia de vida, su entorno, sus posibilidades y hasta el aire que respiran suponen un grado de conocimientos que la mayoría de los mortales no alcanzamos ni después de haber cursado cuatro carreras universitarias.
Pero, hasta para ellos, tener un título tiene su peso y es una carta de presentación ante sus súbditos. Así que el valor de sus diplomas y acreditaciones tiene mucho de simbólico. Por eso me sorprende que sigamos apostando porque la formación de nuestros monarcas tenga ese alto componente militar y que se haya optado porque sea previo al de otros estudios. No es baladí. No es insignificante. Es un mensaje.
De la misma manera que el director general de una empresa, pongamos que de fabricación de zapatos, no tiene por qué ser un experto zapatero para dirigirla, al ministro de Educación, no le es preciso ser maestro de profesión; para dirigir el Ministerio de Sanidad, tampoco necesitamos a los médicos y para hacerlo con el de Justicia, no deberíamos confiar tanto en los jueces.
De los dirigentes solo se espera una cosa: eficiencia en la gestión, aunque para conseguirla se presupone la capacidad de mirar hacia el futuro proponiendo objetivos y resolviendo los problemas que se encuentren en el camino (y otro día ya explicaré que nada de eso es posible sin principios ideológicos por más que los tecnócratas piensen otra cosa).
Sin embargo, para dirigir a las Fuerzas Armadas, parece ser imprescindible que lo haga un militar, aquel al que reconozcan como un igual y que alcanza su autoridad de acuerdo con los cánones castrenses.
Platón nos decía que los guerreros tenían en la valentía su mejor virtud; pero no los ponía al frente de su sociedad ideal. Allí ponía a los gobernantes, que debían ser filósofos, es decir, amantes de la sabiduría. Pero no podemos olvidar que eso lo decía en un título que también era una declaración de intenciones sobre su modelo político: La República.
Mientras tanto, en el congreso, la pregunta sobre las capacidades respectivas para gobernar sólo busca hacer de la respuesta un insulto que llame la atención de medios de comunicación y consiga el titular. Fantástico.
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