“Al parecer, EEUU ha gastado unos 180 mil millones de dólares durante estos tres años de guerra en Ucrania y como esto no era una ayuda, como no lo fue nunca, si no un acuerdo comercial diferido, ahora llega el momento de cobrárselo”
OPINIÓN. La vuelta a la tortilla. Por Noemí Juaní
Profesional de la gestión
06/03/25. Opinión. Noemí Juaní, profesional de la alta gestión en empresas e instituciones, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la oferta, la demanda y la especulación: “Hace muchos años, poniendo en marcha un servicio nuevo en el sitio donde trabajaba, me empeñé en conocer el coste real para poder ponerle precio. El director financiero me miró ojiplático...
...mientras debía pensar que yo era gerente, pero seguramente tonta. Que más da lo que cueste. Las cosas valen lo que la gente quiera pagar por ellas. Ni más, ni menos. Y esta es una verdad incuestionable”.
Specula Speculorum
La Mobile World Congress vuelve a triunfar en Barcelona y, aunque la foto de normalización institucional hace tiempo que se esperaba, sigue siendo más importante que el impacto en la ciudad sea de más de 540 millones de euros.
Algo similar deja, más o menos, la celebración del Madrid Orgullo pero todavía queda lejos de la Feria de Abril que supone para Sevilla más de 900 millones de euros.
Así que, para el próximo año yo casi que les propondría que dejaran de hacer la exposición de productos y se limitaran al tinglado festivo a ver si probando la fórmula sevillana consiguen mejorar las cifras.
Mientras tanto, tampoco está mal la receta de inflar los precios que es lo que realmente ocurre con las habitaciones de hotel, los restaurantes y hobbies similares sin que nadie parpadee. Lo dijeron el otro día en los informativos y el tono de la voz del locutor fue muy neutro, sin ningún adjetivo calificativo y tampoco expresó sorpresa, rechazo o alborozo el tipo que salió a comentarlo, directivo de uno de esos hoteles donde la reparación diaria a la que sometemos nuestro cuerpo por las noches salía a 75,00 euros la hora.
Que una habitación de hotel sea tres veces más cara parece normal. Que la recepcionista que hay atendiendo al huésped pretendiese cobrar tres veces más de sueldo sin hacer una sola hora extra, nos parecería una reivindicación exagerada del sindicato más izquierdoso. Que el billete de avión comprado a última hora pueda quintuplicar el vendido en el asiento 35 F (atrás y pasillo) es lógico. Que el taxista que nos lleva del aeropuerto al centro tarife el paso más caro por ser Semana Santa, es ilegal.
Me parece que a esa operación comercial por la que las cosas dejan de valer lo que valen y se conviertan en objetos de lujo, se le llama especular, pero como la palabra también tiene otras acepciones, como reflexionar teóricamente sobre las cosas, voy a seguir pensando.
Hace muchos años, poniendo en marcha un servicio nuevo en el sitio donde trabajaba, me empeñé en conocer el coste real para poder ponerle precio. El director financiero me miró ojiplático mientras debía pensar que yo era gerente, pero seguramente tonta. Que más da lo que cueste. Las cosas valen lo que la gente quiera pagar por ellas. Ni más, ni menos. Y esta es una verdad incuestionable.
Eso debían tener en mente también los negociadores del alto el fuego en Gaza. Inicialmente pactaron la liberación de 33 rehenes por un lado y de 1.000 prisioneros gazatíes por el otro. Sin embargo, debió ser por aquello de la oferta y la demanda que, finalizada esta fase, las proporciones cambiaron un poco y han sido más de 1.800 los de uno de los lados. Así que ya sabemos que un israelí vale algo más de 54 palestinos.
Cualquiera pensaría que esa no fue una maniobra inteligente teniendo en cuenta que todavía quedan unos 60 rehenes más por liberar, vivos o muertos. Pero Nentanyahu sabe que le quedan más de 10.000 existencias susceptibles de canje por lo que no va a tener problemas de liquidez.
El mismo argumento debe utilizar el brillante pensador que asesora a Trump. Al parecer, EEUU ha gastado unos 180 mil millones de dólares durante estos tres años de guerra en Ucrania y como esto no era una ayuda, como no lo fue nunca, si no un acuerdo comercial diferido, ahora llega el momento de cobrárselo con los 11 billones de euros con los que, según la revista Forbes, se estima el valor de los recursos minerales de Ucrania. No está mal la operación inversora. El resultado es que por cada dólar destinado pueden recuperar 83 y a saber qué pasará cuando se le aplique la inflación.
Contextualicemos las cifras. Cada vez que un ucraniano dispara un proyectil desde un obús M777 de 155 mm proporcionado por EEUU, podría estar lanzando al aire 1.500 dólares, ergo, el sueldo medio mensual de un español, aunque después, ese mismo proyectil le costará a su país más de 124.000 euros.
Así que vuelve a quedar demostrado que el coste no es lo mismo que el precio ni por asomo.
El negocio de la guerra parece ser rentable para algunos, pero no tengo claro si los 80.175 millones de euros que Trump exige que España invierta en el chiringuito (frente a los 19.723 millones actuales) nos va a salir a cuenta.
Todo va a depender de si se dan las circunstancias idóneas para que la especulación pueda aparecer y quintuplicar los beneficios. Menos mal que especular también es conjeturar sin suficientes conocimientos.
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