“Como resultado del muro, los niños de este barrio debían andar casi un kilómetro para ir a la guardería, porque les cortaba el camino. Ese muro escenificaba una segregación al más puro estilo apartheid

“Se cumplen 39 años de la caída del muro de la vergüenza en Las Cuevas, y para conmemorarlo va a realizar un corto documental el director Javier Gómez Bello”

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PINIÓN. Si Protestas… ¡Lo logramos! Por Mercedes Pírez
Presidenta de la Asociación de Vecinos de El Palo


25/04/22. Opinión. Mercedes Pírez escribe en su colaboración habitual para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el muro que separaba Miraflores de El Palo de Las Cuevas de El Palo: “Nos dijeron que nos ponían el muro para cortar calle Calvario y, a cambio, nos ponían el agua a la entrada del barrio. Y vimos el cielo abierto”...

El muro de la vergüenza

Porque olvidar no es la opción que debemos elegir.

Se cumplen 39 años de la caída del muro de la vergüenza en Las Cuevas, y para conmemorarlo va a realizar un corto documental el director Javier Gómez Bello, un artista multidisciplinar, una excelente persona, un colaborador de la Asociación en el Festival de Cortos Cinematográficos, y una persona comprometida con nuestro barrio y su problemática.

Vamos a llevar a la pantalla este evento histórico de nuestro barrio. Y esta es su historia:

Hubo una vez un muro que separaba una flamante urbanización de chalés de un barrio humilde. Como resultado, los niños de este barrio debían andar cerca de un kilómetro para ir a la guardería, porque les cortaba el camino. Ese muro escenificaba una segregación al más puro estilo apartheid.

La flamante urbanización era Miraflores de El Palo y el barrio humilde, Las Cuevas de El Palo.


La demolición tuvo lugar el 30 de abril de 1983 pero para lograrlo hubo que recorrer un largo camino.

Antonio Rodríguez Carmona (Falele), ex presidente vecinal, recuerda cómo, siendo camarero en Casa Pedro, acudió a un servicio en la desaparecida Casa Grande de El Palo a comienzos de los 60 y allí se presentó el proyecto de urbanización de Miraflores de El Palo.

“La urbanización levantó el muro a cambio de darle agua a los vecinos. Fue un convenio con los vecinos de calle Calvario, en Las Cuevas”, resume Miguel López Castro, también ex presidente vecinal.

Antonio Morales, de 75 años, el vecino de calle Calvario que inició las protestas, cuenta que el muro se levantó después de “mil peleas” entre los responsables de la urbanización y los vecinos, dado que mientras se estaba levantando, los habitantes de Las Cuevas, un barrio sin agua ni saneamiento, seguían entrando en esos terrenos para llenar sus cubos y cántaros. “Íbamos a por agua a una minilla que estaba calle Villafuerte arriba, por debajo del Unamuno”. Sin embargo, cuenta que, en ocasiones, les tiraban el cubo de agua a las mujeres, que volvían sin agua a las casas.

Al final, se alcanzó una solución de compromiso: “Nos dijeron que nos ponían el muro para cortar calle Calvario y, a cambio, nos ponían el agua a la entrada del barrio. Y vimos el cielo abierto”, reconoce Antonio Morales.


Con este acuerdo, Las Cuevas contó con una fuente, y los propios vecinos, “con la ayuda de la Iglesia y el Ayuntamiento, hicieron las obras para la conducción del agua y el saneamiento”.

Como destaca José Olivero, que ayudó a revitalizar Las Cuevas a partir de 1970, el barrio se inundaba por el arroyo que lo cruzaba; no había la más mínima infraestructura y un gran estercolero campaba en mitad del barrio.

Antonio Morales, que se consideraba ‘el rebelde’ de Las Cuevas, entendía injusta y denigrante la medida: “Yo le decía al de la urbanización que por qué no cortaba la calle Villafuerte o la calle de los jesuitas, pero lo que le estorbaba eran Las Cuevas”.

Al tiempo que el Ayuntamiento dotaba de agua al resto de la barriada y llegaba la democracia, Antonio Morales explica con gracia que un día “me dio a mí por escuchar los verdiales, se me cambió la cabeza y al otro día eché el muro abajo”.

Era el año 81 y Antonio fue llevado a juicio. En realidad, como recuerda Miguel López Castro, para tirar el muro contó con la ayuda de dos vecinos, pero él solo acarreó con las consecuencias para no perjudicarlos.

Tras el juicio, fue multado con 365.000 pesetas -que alguien o alguna entidad pagó en su lugar- y fue condenado a levantar el muro de nuevo. Esta segunda versión, más endeble, y con la presencia de un notario, se construyó un domingo de mucho calor, rememora Antonio.

El muro de peor calidad originó que la urbanización lo echara abajo para levantar a continuación un muro más sólido, esta vez de hormigón.

El gesto de Antonio, sin embargo, no cayó en saco roto. Dio lugar a una gran movilización vecinal, a pancartas y pintadas por todo El Palo, y a una comisión y asambleas coordinadas por la Asociación de Vecinos del Palo. El concejal del Palo de entonces, Manuel Ramírez, muy receptivo al problema, hizo las gestiones para que el Ayuntamiento expropiara el muro y el suelo donde se levantaba.


De esta forma, y con una calle Calvario engalanada con banderas, el 30 de abril de 1983 se echó el muro abajo. Una manifestación de vecinos recorrió El Palo con una gran pancarta que rezaba: ‘La unidad ha triunfado. El muro fue derribado’.

Este éxito vecinal fue el pistoletazo de salida para embovedar el arroyo y dotar al barrio de aceras, luces y un aspecto digno, algo que se logró en 1990.

(Texto extraído de la web de la AAVV de El Palo).

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