“Ese tipo de vandalismo nos indigna, nos enfada, nos enerva. Nos duele cuando alguien, en un momento de gracia estúpida, de tontería inconsciente, o de intoxicación etílica, tira todo nuestro trabajo por la borda; porque sí; sin razón; porque pueden”
OPINIÓN. Si Protestas… ¡Lo logramos!
Por Mercedes Pírez. Presidenta de la Asociación de Vecinos de El Palo
04/07/22. Opinión. Mercedes Pírez escribe en esta nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los colilleros que colocan en las playas de El Palo para intentar mantener la playa un poco más limpia, y que algún vándalo ha destrozado: “Por desgracia, esta pasada semana nos han roto otro colillero -y estamos al comienzo del verano-: han cortado el palo central y lo han vuelto a enterrar en la arena, por...
...lo que el colillero queda al ras del suelo y, además de suponer un riesgo, ya no se puede utilizar. Y puesto que son artesanales, no los podemos comprar en una gran superficie y reponerlos de forma inmediata”.
Los colilleros de la playa
Hace varios años que llevamos hablando del mal estado de nuestras playas; unas veces por una limpieza deficiente, y otras por la falta de civismo de los ciudadanos.
Cuando iba a la playa con mi hija llevábamos, con gran ilusión -como todos los padres-, el cubo de la playa con su rastrillo y su pala, un molde con forma de estrella y otro con forma de caballito de mar. Pero al coger arena para construir torres con sus amigos, aparecían colillas, colillas y colillas. Y así un día tras otro. Y no era la única madre a la que le afectaba esa situación.
Un día lo hablamos en la Asociación y decidimos pedir al Ayuntamiento que colocara colilleros en las playas -ya que no parecía posible prohibir que se fumase-. Al principio nos dijeron que si, pero luego pasó el tiempo y todo quedó en conchas huecas de acciones sin concluir: pura promesa política. Decidimos que no íbamos a esperar más para hacer algo y, entre varios, buscamos qué se hacia en otros lugares. Así obtuvimos ideas sobre qué hacer con un coste bajo, y con un uso alto, de materiales reciclados.
Y creamos nuestro propio colillero: con forma de cruz para que pudiéramos colocar en sus extremidades ganchos de los que colgar latas con una inscripción que dijese: “Orillas sin colillas. Coge. Usa. Devuelve”. Lamentablemente, esas latas hay que reponerlas cada par de días, porque algunas personas, la aplastan y no se pueden volver a utilizar. Para esa reposición, nuestra querida Ana se encarga de pedir a los socios que le traigan a la sede latas a las que se les hace un agujero para colocar la cuerda de la que cuelgan, y la pegatina con el texto. Es una tarea que hace con mucho cariño, y le dedica varias horas a la semana.
Los colilleros los fabrican Antonio Estévez y Paco Valentín durante los meses de invierno, en los que buscan el material y pintan el texto, y Carmen Caballero, de Centermóvil Verona de El Palo, nos facilita las ruedas que se colocan bajo el colillero como medida de seguridad, y que decora con colores llamativos. Esos voluntarios antes nombrados pasan horas en la Asociación -que le quitan a su tiempo libre- para que todos podamos disfrutar las playas sin colillas. Al concejal Carlos Conde le gustó la idea y se sumó al proyecto y nos ayudan en todo. Justo es reconocerlo.
Gracias a todas las colaboraciones tenemos colilleros entre el arroyo Jaboneros y el arroyo Gálica.
Pero no todo es miel sobre hojuelas: el primer año sólo rompieron un colillero. Fue en diciembre, porque se quedaban en la playa todo el año. Al siguiente año tomamos la decisión de retirarlo de las playas tras finalizar el verano, porque en agosto ya habían destrozado uno y no queríamos que rompiesen más. Por eso los servicios operativos del Distrito Este los retiran al final del verano y los guardan en una nave hasta que volvemos a colocarlos al verano siguiente.
Por desgracia, esta pasada semana nos han roto otro colillero -y estamos al comienzo del verano-: han cortado el palo central y lo han vuelto a enterrar en la arena, por lo que el colillero queda al ras del suelo y, además de suponer un riesgo, ya no se puede utilizar. Y puesto que son artesanales, no los podemos comprar en una gran superficie y reponerlos de forma inmediata.
Ese tipo de vandalismo nos indigna, nos enfada, nos enerva. Nos duele cuando alguien, en un momento de gracia estúpida, de tontería inconsciente, o de intoxicación etílica, tira todo nuestro trabajo por la borda; porque sí; sin razón; porque pueden.
Pero las buenas acciones tienen alguna recompensa: ese día le contamos al director del Distrito Este lo sucedido y, en unas horas, habían retirado el colillero roto. Y aunque no se ha podido reponer aún, esperamos salvar algo para utilizarlo en otro que le sustituya. Sólo nos resta creer en que la justicia poética pondrá en su lugar al responsable del destrozo.
Nuestras playas, nuestras calles, nuestro barrio, el entorno donde vivimos no sólo es responsabilidad del Ayuntamiento: también es nuestra responsabilidad como ciudadanos. Debemos colaborar y cuidar todo entre tod@s.
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