“En nombre de la democracia no se puede fastidiar a una parte de la población en favor de los que más tienen. Además de injusto es una manera de desprestigiar a la propia democracia”
OPINIÓN. Compromiso con Andalucía. Por José Antonio Jiménez Ramos
Coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz
06/05/24. Opinión. José Antonio Jiménez, docente y coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA), escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre democracia y sanidad: “El gobierno del “moderado” Moreno Bonilla sigue diciendo que nunca se ha invertido tanto en la sanidad andaluza como ahora y puede que sea verdad, pero detrás de esa afirmación hay una gran mentira. Esas inversiones...
...van en su inmensa mayoría a las empresas privadas que a pesar de ganar más dinero que nunca, los servicios que prestan son los más malos de los últimos años”.
La defensa de la democracia
La democracia podría ser la palabra más vapuleada en los últimos tiempos. Se utiliza para justificar supuestos derechos individuales. Uno de los ejemplos más flagrantes lo tenemos ante nuestros ojos. Pongamos uno que cada día estamos viendo, en nombre del derecho a elegir centro docente, se intenta decir que esa libertad de elección se antepone al derecho a la propia educación de la generalidad de la población y sin ningún pudor se determina desde el poder institucional el cierre de cientos de aulas de la escuela pública y se hace, además, bajo criterios de gestión que son los menos democráticos de todos.
En los últimos años en concreto, la Junta de Andalucía gobernada por el “moderado” Moreno Bonilla viene cerrando, no solo aulas, sino líneas completas de centros públicos exprimiendo la ratio escolar al máximo, mientras que las unidades de los centros concertados se mantienen con una ratio muy inferior a la que se le está exigiendo a las escuelas públicas. Y todo ello con la justificación de la caída de la natalidad, que todos asumimos como una realidad patente, pero que por misterios de esa gestión solo afecta a la escuela pública, como si las familias de esas escuelas sean culpables de esa bajada de natalidad. ¿Acaso esa falta de natalidad es selectiva? ¿Hay diferencias de natalidad entre los sectores de la población, pero que solo afectan, en el 100% de los casos, a las escuelas públicas?
Actuar de manera indiscriminada en estos asuntos es solo una decisión ideológica y partidista, tiene razones exclusivamente que se basan en el interés particular de un pensamiento sectario, la potenciación de colegios que no responden en su totalidad a un concepto democrático, donde en nombre de esa libertad individual, se puede segregar alumnado, se puede hacer adoctrinamiento ideológico o sencillamente se hace un traspaso de renta colectiva a los beneficios particulares o dicho de otra manera privatiza un derecho básico. Y eso es claramente un asunto que va en contra de la democracia. En nombre de la democracia no se puede fastidiar a una parte de la población en favor de los que más tienen. Además de injusto es una manera de desprestigiar a la propia democracia.
Tenemos un gran caso, que está acabando sistemáticamente con la democracia como elemento esencial de la convivencia, el deterioro inexplicable de la sanidad pública. Es un asunto tan escandaloso que a pesar de lo bien montado que está el sistema de comunicación gubernamental, ya es patente de manera diaria como se está destrozando la sanidad pública andaluza, esa que nos ha protegido antes las grandes circunstancias, como fue el caso de la pandemia reciente y como es incluso aún patente, sabemos que es el referente de los casos realmente duros. Se puede escuchar con cierta frecuencia, que es verdad que tardan mucho en llamarte para una cita o que hay mucha gente en las consultas, pero que cuando la enfermedad se manifiesta a lo bestia, el único recurso factible está en la sanidad pública. Pues bien esa sanidad pública está llenando los bolsillos privados, donde los beneficios están por encima de la salud, donde la cuenta de resultados es lo que importa.
El gobierno del “moderado” Moreno Bonilla sigue diciendo que nunca se ha invertido tanto en la sanidad andaluza como ahora y puede que sea verdad, pero detrás de esa afirmación hay una gran mentira. Esas inversiones van en su inmensa mayoría a las empresas privadas que a pesar de ganar más dinero que nunca, los servicios que prestan son los más malos de los últimos años. Un responsable de la patronal de las empresas sanitarias, a requerimiento de un periodista que le preguntó si su objetivo era que dejara de existir la sanidad pública, respondió de modo tajante, “en ningún caso, nosotros necesitamos que se siga invirtiendo cada vez más en la sanidad pública, pero lo que queremos es que la gestión de esa sanidad pública esté en manos de la empresa privada”. Esta es la clave de bóveda de la malversación de lo público, que exista pero que lo gestione la empresa privada.
Por todo ello, en defensa de la democracia, es preciso defender lo público, como único sistema que puede garantizar un derecho colectivo. En las próximas semanas veremos cómo este asunto coge fuerza y estaremos manifestando lo que creemos, que solo lo público refuerza la democracia, la gestión privada de estos derechos es un cáncer para nuestra sociedad.
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