“Corresponde señalar a quienes, una vez se percatan de que el ‘andalucismo’ puede convertirse en un margen de oportunidad, hacen una reinterpretación del mismo para acomodarlo a su cintura”
OPINIÓN. El templo inacabado. Por Manuel Ares
Suaviter in modo, fortiter in re
22/11/22. Opinión. El militante de Adelante Andalucía, Manuel Ares, en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre el andalucismo: “El andalucismo, por ejemplo -y aunque quienes intentan hacer un rebranding de éste lo pretendan negar-, es nacionalismo. Porque parte de algo tan básico como que Andalucía es una ‘Nación’ (y aquel que niegue que Andalucía es una nación, sencillamente,...
...no es andalucista) y, como tal, merece de un estatus político y unas herramientas políticas propias”.
Andalucismo de izquierdas
"Yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales"
- Blas Infante
Recientemente, Rojas-Marcos planteaba que, quizás, de igual modo que Adelante Andalucía encarnaba el andalucismo de izquierdas, podría ser necesaria una organización que hiciese lo propio con el andalucismo de derechas, como sucede con los movimientos nacionalistas de otras latitudes. Lo cierto es que ha habido -y hay- andalucistas de derechas, pero históricamente no se han conseguido articular en torno a un espacio político. A lo más, hubo un par de intentos por parte de Manuel Clavero Arévalo, primero con el Partido Social Liberal Andaluz (que terminó uniéndose a la UCD) y, posteriormente, con Unión Andaluza. Ni uno ni otro fueron a ningún lado. Quizás, porque el andalucista de centro-derecha asumía que tenía cabida en otros espacios, entonces existentes, y no necesitaba uno propio, o, quizás, porque el andalucismo de derechas es una suerte de oxímoron en una tierra, como Andalucía, donde la causa nacional está intrínsecamente ligada a la causa del trabajo.
Lo que es un hecho es que Adelante Andalucía, efectivamente, es la fuerza política que encarna, a día de hoy, al andalucismo de izquierdas. Porque Adelante Andalucía trabaja por ser la casa común del andalucismo, pero entendiendo a éste como un instrumento emancipador social. Un andalucismo que parte de la base de que es mediante la soberanía, la capacidad de decidir, el relacionarnos con el mundo con instrumentos propios, el que puede garantizar unas mejores condiciones de vida para las mayorías sociales en Andalucía. Es decir, una perspectiva clara y netamente de izquierdas, con los valores como la redistribución, la justicia social y el Estado social como base. Y en esto caben distintas tendencias del andalucismo (desde el federalismo, pasando por el confederalismo, llegando al independentismo), y diversas tendencias en el espectro de la izquierda (desde la socialdemocracia, pasando por el (eco)socialismo, el comunismo, a vertientes más libertarias). Todas, eso sí, partiendo de la base de que ambas -el andalucismo y la izquierda- luchas son indisolubles, porque nada es la una sin la otra en una realidad periférica como es la andaluza (al hilo de esto, recomiendo la lectura del artículo del compañero Curro Cuberos ‘El andalucismo, la nación y la clase en el siglo XXI’).
Y todo esto, que ya lo tenía claro Blas Infante cuando hablaba sobre los males del jornalero y proponía una sociedad alternativa basada en la justicia social, la fraternidad y políticos al servicio de la ciudadanía (y no de sus intereses personales y de clase), sigue vigente hoy en día. Es así como, personas diferentes, con posicionamientos diferentes, nos encontramos en una casa común que se construye día a día.
Pero, de la misma forma que Juanma Moreno se dice andalucista y no tenemos remilgos en señalar la incongruencia que supone decirse andalucista cuando tus políticas perjudican a las mayorías sociales en Andalucía, cuando únicamente alzas tu voz cuando el partido en el Gobierno del Estado no coincide con el tuyo, o cuando tu concepción de Andalucía es la de una identidad folclórica descafeinada; corresponde señalar a quienes, una vez se percatan de que el ‘andalucismo’ puede convertirse en un margen de oportunidad, hacen una reinterpretación del mismo para acomodarlo a su cintura. Porque sí, ahora ‘de pronto todo el mundo “es” andalucista’, hasta quienes hace no tanto lo combatían beligerantemente.
Y, no se equivoquen, como cristiano me encantaría pensar que Don Blas se apareció a más de una/o de camino a Damasco y, cayendo a la tierra, iniciasen su conversión al andalucismo. Pero, cuando hablamos de personas con años de formación y militancia política, difícilmente estemos ante una conversión milagrosa, sino ante un ejercicio de gatopardismo, donde se añaden una etiqueta más, por oportunismo, pero todo sigue igual.
El andalucismo no es un cajón de sastre en el que cabe todo (como advertí hace ya dos años ‘Andalucismo, ¿para qué?’: “A las puertas del advenimiento de la tercera ola del andalucismo, me preocupa que el andalucismo pueda volver a convertirse en un cajón de sastre donde todo quepa si es andaluz. Ser andaluz no te hace andalucista (...) el andalucismo, (...) no es un cajón de sastre, y no es el autodenominarse como tal lo que te hace andalucista, es el asumir una teoría política para un marco político concreto y ejercer una práctica política andalucista”). Ser andalucista no es sentirse andaluz (como pretenden argüir cuando se indignan con el “es que vosotros os creéis los buenos andalucistas pero el resto también somos andaluces/as”). El andalucismo es una corriente política concreta, con unas bases teóricas e ideológicas concretas que, sí bien pueden tener matices entre una y otra corriente, comparte un nexo común. El andalucismo, por ejemplo -y aunque quienes intentan hacer un rebranding de éste lo pretendan negar-, es nacionalismo. Porque parte de algo tan básico como que Andalucía es una ‘Nación’ (y aquel que niegue que Andalucía es una nación, sencillamente, no es andalucista) y, como tal, merece de un estatus político y unas herramientas políticas propias. No por ser un nacionalismo se trata de algo pernicioso, como plantean, porque es un nacionalismo cívico, no étnico (un nacionalismo internacionalista, como atisbaba el propio Infante). Tampoco el nacionalismo es necesariamente independentista, porque existen múltiples posturas ante el encaje que debe tener esa Nación. Mismamente, yo soy federalista, porque creo que una Andalucía soberana debe tejer lazos de unión política, federativa, con el resto de pueblos ibéricos. Pero esa es mi postura, e igual de legítima será la de quienes, desde el andalucismo, apuestan por el confederalismo, el independentismo, o el propio federalismo concebido de forma distinta. Y es tan fácil como repasar los textos de los andalucistas históricos para llegar a dicha conclusión.
Porque de la misma forma que sería absurdo decir “soy comunista, pero no marxista” (y ellos mismos señalarían dicha incongruencia), es absurdo decir “soy andalucista, pero no nacionalista andaluz”, porque son dos elementos intrínsecos. No digo que tengamos que reivindicarnos sistemáticamente como ‘nacionalistas’, va implícito en un término tan hermoso y potente como es ‘andalucista’, pero tampoco renegar ni combatir elementos básicos, o buscar reconfigurar décadas de un movimiento político, sólo para hacerte un traje a medida en el cual puedas caber. Porque eso que le criticamos a Juanma Moreno es exactamente lo que hacen personas de izquierdas que ven en el ‘andalucismo’ un significante vacío que rellenar con aquello que les conviene, algo que manipular, deformar y modelar hasta que no signifique nada.
Adelante Andalucía es, y debe seguir siendo, la casa común del andalucismo de izquierdas. Para ser la herramienta de aquellos que, entendiendo que el pueblo andaluz es un sujeto político pleno, y, como tal, debe ser capaz de dotarse de instrumentos propios y trabajar por su Poder político, consideramos que la subalternidad cultural, la dependencia económica y la marginación social son los fines a solventar con ese Poder político. Porque la lucha de clases se concreta en Andalucía como lucha nacional por la situación que ocupa Andalucía en España, Europa y el Mundo.
Adelante es quien encarna el andalucismo de izquierdas, una propuesta soberanista y de clase necesaria para Andalucía, como tienen ya otros pueblos del Estado y del Mundo. Es por ello que la tarea actual y principal que tiene como organización es la de ampliar su base social a través de la pedagogía en ambas claves: la de avanzar hacia un nuevo modelo de sociedad en una Andalucía empoderada política, cultural y económicamente, basada en una economía al servicio del ser humano y donde las lógicas del capitalismo voraz vean su fin. Es decir, el Andalucismo de Izquierdas. Que cada vez sean más las andaluzas y andaluces que asuman estas dos claves y se integren en la casa común. Que Adelante Andalucía se convierta en el mejor instrumento para las mayorías sociales en Andalucía, capaz de ocupar, desde la izquierda, el espacio de impugnación a los partidos del Gobierno, a la vez que abandera una propuesta integral andalucista.
Teresa Rodríguez y otros dirigentes políticos de Adelante Andalucía lo han dicho claro alguna vez: este proyecto no es para mañana, es para dentro de 30 o 40 años, es para nuestras hijas e hijos, para nuestras nietas y nietos. Porque no es un proyecto político cortoplacista que pueda colapsar en cuestión de años, sino que ha de construirse con esmero y cuidado, “despacito y con buena letra”, para que pueda ser una alternativa política real en Andalucía. Su fin no pueden ser “las próximas elecciones”, sino que es un fin último, el transformar Andalucía, el que debe constituir la meta final, y, para ello, se ha de ser especialmente cuidadoso en no buscar el camino fácil, sino en construir, con coherencia y determinación, esa alternativa andalucista y de izquierdas.