“Deberíamos tomarnos la vida de una forma más reposada, menos competitiva, más sana a nivel emocional y físico, correr menos detrás de sinsentidos u objetivos que la mayoría de las veces no son ni nuestros”
OPINIÓN. Por Ana Lucas
Escribir desde el corazón
17/12/24. Opinión. Ana Lucas en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe un artículo sobre los buenos propósitos de año nuevo: “Dentro de pocos días la mayoría de nosotros empezaremos con las promesas y los buenos propósitos para el nuevo año. Ya sabéis, esa interminable y manida lista que todos hacemos por estas fechas, casi siempre a mano alzada y sin dejar rastro fehaciente,...
...para que luego no nos podamos reprochar que no cumplimos ni con una mínima parte”.
Con mis mejores deseos
Pues parece poco original que en estas fechas tan señaladas recurra a lo tópico, que no es ni más ni menos que felicitar las fiestas y desear todo lo mejor para el próximo año… Pero resulta que la próxima vez que nos leamos será en 2025 así que sería poco educado por mi parte si no aprovechara esta colaboración para hacer lo que se espera de uno… Pero lógicamente, como no podía ser de otra manera, a mi manera: con “una poquita” de reflexión filosófica “madeinAna” y un par de acrósticos poéticos.
Dentro de pocos días la mayoría de nosotros empezaremos con las promesas y los buenos propósitos para el nuevo año. Ya sabéis, esa interminable y manida lista que todos hacemos por estas fechas, casi siempre a mano alzada y sin dejar rastro fehaciente, para que luego no nos podamos reprochar que no cumplimos ni con una mínima parte. Que si vamos a empezar la dieta -casi siempre después del roscón de Reyes-, apuntarnos al gimnasio -eso mejor para febrero que pagar la cuota para ir sólo desde el día 10 de enero no tiene sentido y además la cuesta de enero es muy larga y vienen los cargos de las tarjetas de las compras de las Navidades-, que si aprender idiomas, dejar de fumar…
Además están esas cosas menos tangibles y más inmateriales que separamos por las que queremos hacer más o menos que en años anteriores. La relación quedaría probablemente algo así como:
Por supuesto esta lista es muy subjetiva y depende mucho del tipo de individuo que esté leyendo este artículo, igual algunos propósitos, según de quién se trate, cambien de columna… Sobre todo por ejemplo en lo de ver a familiares ;-)… Lo que creo que casi nadie va a querer pasar a la otra fila es lo de “trabajar”. :-P
Está claro que uno tiene que ser relativamente realista y honrado consigo mismo al hacernos esos propósitos, y no despegar mucho los pies del suelo (que volar con la imaginación sabemos todos pero cuanto más alto subamos más grande es la hostia).
Aún así, sea como sea de larga la lista en cualquiera de sus dos apartados, hay un punto sobre el que deseaba hacer hincapié y quería que fuera la base de mi reflexión de hoy: es importante que tengamos amor propio e intentemos realmente cumplir alguna de estas promesas, sobre todo las más importantes y que nos puedan dar una mejor calidad de vida (yo diría que casi todas las que he incluido en la segunda columna)… Deberíamos tomarnos la vida de una forma más reposada, menos competitiva, más sana a nivel emocional y físico, correr menos detrás de sinsentidos u objetivos que la mayoría de las veces no son ni nuestros sino espejismos de los tiempos que nos han tocado vivir, pararse a reflexionar si queremos entrar en cierto tipo de ruedas, de ritmos… aprender a decir que no cuando de verdad no nos apetezca hacer algo, si la frase que se coloca después del no es clara y explicativa el interlocutor no tendría por qué enfadarse, y si lo hace el problema es suyo y no de uno… aprender a desconectar de situaciones y ruidos externos que no nos aportan nada, que son como emisoras de radio mal sintonizadas que no producen más que zumbidos y no nos dejan ni descansar porque parecería que no podemos ni bajarles el sonido -no sabéis lo fácil que es encontrar el botón de “off” y una vez localizado usarlo cada vez que sea necesario-…
Quizá el truco esté en tomarnos nuestras promesas a nosotros mismos como si fueran hechas a algún amigo… de esas ofertas que tantas y tantas veces hacemos en voz alta y que muy a menudo nos arrepentimos nada más haberlas pronunciado: te ayudo con la mudanza, con la pintura, cuando quieras me paso y te echo una mano en el jardín, o a arreglar el trastero, a lo que sea… y cuando llega el momento y nos toman la palabra dice uno “me podría haber metido la lengua en el orto”, pero vamos, porque somos coherentes y honrados y queremos cumplir con la palabra dada… ¡¿Y por qué entonces cuando nos la damos a nosotros mismos tiene menos valor, menos importancia !? De ahí quizá es de dónde tendríamos que tomar las fuerzas y el amor propio para seguir adelante con nuestros deseos e intentar por todos los medios que se hagan realidad, sobre todo cuándo sólo depende de nosotros y no de factores externos…
Casi seguro que si practicamos un poco dentro de nada no nos cuesta tanto y nos sale casi sin esfuerzo…
Así que para el 2025 lo que pido para todos aquellos que forman parte de la parte de la vida que me importa -ojo con el jueguecito de palabras que tiene toda la intención del mundo- es que sepan encontrar la brújula que los lleve a descubrir sus deseos más íntimos, profundos y personales y luego consigan también las herramientas necesarias para hacerlos realidad.