“En la misma línea de incredulidad nos movemos cuando hablamos de los estratosféricos presupuestos con los que cuentan algunos programas de televisión, preocupante sobre todo si se trata de canales públicos”
OPINIÓN. Por Ana Lucas
Escribir desde el corazón
11/02/25. Opinión. Ana Lucas en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe un artículo sobre la televisión: “Algo tiene la tele que la convierte en uno de los negocios más lucrativos de nuestro tiempo, lo mires desde dónde lo mires… Sino, no se entendería que en el primer trimestre de 2024 la inversión publicitaria en España estuviera cerca de los mil setecientos millones de euros,...
...casi un cinco por ciento más que en 2023”.
La caja tonta
En este tema elegido para mi colaboración de hoy es otro en los que noto que me hago mayor; aplíquese al eufemismo el sinónimo viejo y por extensión y pura ecuación vital cascarrabias, impaciente, intolerante y otros muchos en similar línea de autoflagelación. Sin embargo, si quiero ser totalmente sincera, mi animadversión hacia la tele como tal no es achacable a mi edad ya que hace muchos años que la tengo prácticamente aborrecida, pero sí que es directa y fehacientemente proporcional a la pérdida de contenido, calidad y fiabilidad de la misma.
Hace ya varias décadas que empezó a circular el término “caja tonta” para referirse a la televisión, se entiende que por su poder de retener a los espectadores horas y horas frente al aparato y por extensión, aunque eso ya es hilar más fino, por su función de velo o cortina ante determinados temas de los que no interesaba que se hablase, o al menos no en profundidad. A estas alturas, a la vista de la involución del invento -o más bien de su contenido-, cabe preguntarse si no deberíamos buscarle un nuevo apodo ya que parece, a todas luces, que el término ha quedado mucho más que obsoleto. O igual todo se pueda resumir en la obviedad que tan sabiamente expresó la actriz Bibiana Fernández en una entrevista: “la caja no es tonta, sólo es tonto el que la ve”… ¡eah, así de fácil, pá qué darle más vueltas!… Si quiero abrir más polémica desde ya, objetivo por otro lado nada complicado tratándose del asunto de hoy, no tengo más que añadir que estoy casi segura de que habrá hogares españoles en los que haya más televisiones que libros (en estos últimos no cabe incluir los de obligada adquisición como los escolares o similar) y ya la he liado la parda. ;-)
El primer televisor que se puso a la venta en España lo hizo en los escaparates de unos grandes almacenes madrileños, el 14 de Marzo de 1948, al nada despreciable precio de cincuenta mil pesetas, definitivamente un lujo al alcance de muy pocos y además un puro capricho ya que por aquellos entonces no había emisiones de cadenas españolas, sólo canales como la BBC o demostraciones y pruebas técnicas. En 1952 se celebra la primera retransmisión deportiva, como no un partido de fútbol -entre Real Madrid y Racing de Santander-, pero no es hasta el 28 de octubre de 1956 cuando echa a andar de verdad la televisión pública en España a través de su primera cadena; la segunda tendría que esperar hasta el 15 de noviembre de 1966 para hacer lo propio.
Aquellos “cabezones” que pesaban un quintal y sus emisiones en blanco y negro ocuparon un lugar privilegiado en los hogares españoles, a menudo convenientemente cubiertos con sus tapetes de crochet, sus figuritas flamencas y sus toros. El color no llegaría hasta 1969 -aunque con producción propia sólo en 1972- y el primer mando a distancia en la década de los 80.
En aquellos años la señal era analógica es decir, que se transmitía directamente al televisor, con lo cual los sonidos y la imagen (brillo y colores) eran poco nítidos debido a que captaban los ruidos del entorno, los altibajos de la electricidad, etc... A finales de noviembre de 2005 comienzan las primeras emisiones de los canales digitales que convivirán con los analógicos hasta el 2010. La nueva Televisión Digital Terrestre (TDT) es el resultado de la aplicación de la tecnología digital a la señal de televisión para luego transmitirla por medio de ondas hercianas, es decir, aquellas que se transmiten por la atmósfera sin necesidad de cable o satélite consiguiendo imagen optimizada y mayor calidad de sonido.
El siguiente salto exponencial se notaría a partir de finales de ese mismo año cuando se empiezan a comercializar las actuales Smart TV (televisión inteligente en español)… Las televisiones de hoy comparten según marcas y modelos poco más que la estética de su pantalla plana porque, aunque todas parezcan iguales, las diferencias de componentes y sobre todo tecnologías hace que el mercado sea tan variado como desconocido para el ser humano de a pie: ¡¿quién sabe distinguir entre un LCD, LED, o Plasma y sobre todo defender cuál es el mejor!? De hecho creo que a la mayoría de nosotros nos pudiera parecer que los tres son el mismo perro con distinto collar…
Y lo último de lo último, los nuevos OLED y QLED: negros más profundo y mejor contraste los primeros y mayor brillo y mejor rendimiento en estancias iluminadas el segundo… El sumun del lujo y la ostentación para el deleite de los más caprichosos.
Pero volviendo al tiempo en que todo era mucho más sencillo aunque se escuchara regular y tuviéramos que andar a menudo pegándole mamporrazos a la caja tonta para que se viera mejor la señal, todos tenemos aún frescas y fácilmente identificables cabeceras tan tarareadas como la abeja Maya, el hombre y la tierra, Barrio Sésamo, Un,dos, tres, responda otra vez…, Informe semanal, La clave, Verano azul, o aquel Con las manos en la masa, el primer programa de cocina televisivo presentado por Elena Santonja (… siempre que llegas a casa, me pillas en la cocina, embadurnada de harina, con las manos en la masa…)… Por cierto, la letra fue escrita por el dúo Vainica doble y Gloria Van Aerssen (componente del mismo) ponía voz a la sintonía junto a nuestro camaleónico Joaquín Sabina… ;-)
Aunque recordar esto tiene poco o ningún mérito en primer lugar porque quiere decir que uno ya tiene unos cuantos octubres y por otro lado porque ante la exigua variedad de canales todos terminábamos viendo lo mismo.
Pero cuando hace pocos días me sorprendió el anuncio de que A3 celebraba ya sus 35 años de emisiones ¡qué barbaridad! y el próximo mes de marzo T5 empata en temporadas a su eterna contrincante decidí darme una vuelta para ver qué se cuece en la televisión en estos momentos y mi pequeño sondeo me tiene aún patidifusa.
Tenía claro que las siguientes cadenas tardaron luego unos cuantos años en aparecer, en concreto Cuatro y La Sexta lo hicieron en 2005 y 2006 respectivamente, y que después, propiciados por el cambio de sintonías se dispararon exponencialmente la llegada de canales y en mi ya más que obsoleta televisión -casi a pilas o pedales- he podido bichear, entre otros: Mega, Neox, Nova, Energy, Be mad, Divinity, Boing, Dkiss, Dmax, Ten, Paramount Network, Trece, Tcm, Tnt, Cosmo, Comedy Central, National Geographic, Discovery, Canal Cocina, De Casa, Dream Works además de un sinfín de canales autonómicos, de deportes, noticias, dibujos animados, cocinas, reformas… Pero es que además la gente, no contenta con todo esto, se suscribe a un sinfín de plataformas de streaming (distribución digital de contenido multimedia) que permiten acceder a una amplia variedad de películas, series, documentales y otros contenidos “online”. Raro es el hogar español que hoy en día no dispone de acceso a Movistar+, Netflix, Prime Video, HBO, etc... Una tremenda barbaridad que más que tonta debe haber vuelto ya a la gente totalmente tarambana.
Porque en el asunto de la televisión la gente miente más que con el sexo o las elecciones, que ya es decir… ¡Yo no la veo nunca, apenas si la pongo, como mucho alguna serie de tanto en cuanto! Y justo esos son los que luego se conocen de pé a pá todos los actores, los argumentos, las distintas temporadas y todos los subterfugios que se cuecen en todos los canales… Ciertamente yo debo haber perdido, entre otras muchas cosas a lo largo de los años, el sentido del humor, porque conozco a muuuchaaa gente que parece medianamente inteligente e interesante que se traga programas de los cuales yo ni amarrada soy capaz de ver más de cinco minutos seguidos: grandes hermanos, islas y tentaciones, supervivencias, primeras citas, cocinas, costuras… en serio… Dicen que se lo pasan bomba viendo como la gente pierde los papeles y hace el mono… Para eso siempre se ha ido al zoo que al menos está al aire libre… ;-)
Está claro que una de las preguntas más difíciles de contestar en los últimos tiempos es ¡¿Cuánto tiempo dedica la gente al día a ver la televisión y, sobre todo, qué tipos de canales “consumen”!? Porque eso de que todos vemos los documentales de la dos después del telediario no se lo cree ni Bob esponja…. ¡Sino de qué iban a haber aguantado quince temporadas en antena las eminencias del “Sálvame”! ;-(
Supongo que para conocer la verdad de lo que se esconde detrás de las audiencias habría que desenterrar mucha porquería que no le interesa a nadie que salga a la luz, partiendo de la propia base de la parcialidad que se le presupone a las mismas. Porque, para los que no lo sepan, las audiencias de televisión se miden con un audímetro que es un pequeño dispositivo que se instala en los hogares para registrar el consumo televisivo de quienes viven en ellos. Ese aparato mide qué canales están siendo sintonizados en tiempo real. Este sistema de medición ha evolucionado algo pero su núcleo permanece prácticamente intacto desde hace décadas. En España la empresa encargada de gestionar los paneles de audimetría desde 1993 es Kantar media que tenía en septiembre del año pasado 5920 aparatos repartidos por todo el país, lo que permitía obtener una muestra representativa de los hábitos televisivos de algo más de 14.000 espectadores.
¡Teniendo en cuenta que en esa misma fecha España rozaba los cuarenta y nueve millones de habitantes está claro que este simple dato habla por sí solo! Y eso sin contar que no sabemos qué tipo de selección/estudio previo hacen a la hora de implantar el aparato en esos lugares; cada cuál que recapacite en los ejemplos que se le vienen de primeras a la cabeza y seguro que no hace falta que dé más explicaciones de cuáles son mis propios pensamientos -negrísimos- al respecto… Acordémonos de este punto cada vez que veamos a partir de ahora los índices de audiencia de los programas de televisión que tantas y tantas veces nos refriegan a la cara como si fueran agua en el desierto cuando en realidad son poco más que el mismísimo Manuscrito de Voynich (que no sirve para nada)…
Pero está claro que algo tiene la tele que la convierte en uno de los negocios más lucrativos de nuestro tiempo, lo mires desde dónde lo mires… Sino, no se entendería que en el primer trimestre de 2024 la inversión publicitaria en España estuviera cerca de los mil setecientos millones de euros, casi un cinco por ciento más que en 2023. Hay que tener en cuenta que el precio de un spot de 20 segundos puede oscilar entre los cuatrocientos euros en la franja de madrugada (de las dos de la mañana en adelante) hasta los veinticinco mil en prime time (entre las nueve y las doce de la noche), dependiendo por supuesto también del canal en el que se emita… Y eso sin contar los eventos especiales para los que casi se puede decir que se “subastan” los segundos al mejor postor. Para muestra mejor que un botón, una coca cola, el primer anuncio del año en TVE1 y por el que dicen que se pagaron entre tres y siete mil euros.
En la misma línea de incredulidad nos movemos cuando hablamos de los estratosféricos presupuestos con los que cuentan algunos programas de televisión, preocupante sobre todo si se trata de canales públicos que pagamos entre todos con nuestros impuestos, como muchos olvidan demasiado a menudo. Y si ya nos vamos a los sueldos de algunos de los presentadores, entonces la “bronca no” se queda mucho más abajo de la exosfera… Por eso en esta colaboración no he querido entrar en ese punto más allá de este párrafo para no alargarme hasta la extenuación. Pero es que precisamente ese apartado es el que me produce más indignación porque para poder cortar ese mal de raíz entiendo que la única solución viable y que pocos serían capaces de llevar a cabo sería apagar la caja tonta para siempre y sustituirla por otros pasatiempos más motivadores, beneficiosos y productivos… aunque esa sería con total probabilidad una de las utopías más quiméricas que pudiéramos plantear al ser humano.
Pero para no terminar con tan mal sabor de boca, que se pierde mucha energía y además mi trabajo queda así como ligeramente empañado, rescataré un dato más que me ha parecido como mínimo curioso e insólito en medio de tanta modernidad, oferta y medios digitales casi supersónicos: señores, el teletexto sigue existiendo, pero lo realmente anecdótico es que aún lo utilizan más de dos millones de personas… Supongo que si se hiciera un estudio para comprobar qué tipo de población hace uso de él estaríamos en septuagenarios -o de ahí para arriba-, poco interesados en los medios digitales o que no los tienen a su alcance, pero que aún así quieren estar enterados de las noticias fuera de los canales y programas con horarios pre-establecidos; ya sabemos que a esas edades la impaciencia suple los huecos que dejan las hormonas ;-)
Para aquellos de vosotros que no sepan lo que es eso del teletexto, que seguro que haberlos haylos, os recordaré que es un invento que se remonta a los años 70 en Reino Unido (allí desapareció en 2012) y que fue pensado precisamente para mostrar titulares de noticias junto a la emisión regular de la programación televisiva. Casi de inmediato el invento hizo las veces de “tablón de anuncios” ya que los usuarios podían consultar al momento el tiempo, la información de la bolsa o el tráfico sin tener que esperar a los telediarios o programas específicos. En España se implantó en 1988 y según algunos medios fiables Televisión Española se gastó más de quinientos millones de las antiguas pesetas para ponerlo en funcionamiento… Visto lo visto, no podremos decir que no lo estamos amortizando bien, para que luego no nos quejemos de los despilfarros de nuestro ente público… ;-) y al menos con esa sección nuestra caja tonta parece un poquito menos boba...