Porque aquí, para rodar una película, lo tenemos todo: el emperador que lleva muchos años gobernando y que, hasta ahora, ha logrado superar todos los obstáculos posibles, gracias a sus excelentes dotes natatorias (no así las ciclistas)”

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PINIÓN. El Blues de la señora Celie. Por Ainhoa Martín Rosas
Licenciada en Sociología y diseñadora, @aimaro6

30/04/24. Opinión. Ainhoa Martín, socióloga y diseñadora, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com compara el guión de la película ‘Quo vadis’ con la Málaga actual: “Mientras, Nerón sigue a lo suyo, construyendo parkings que se pasan un 30% de nada del presupuesto inicial, con arreglo a la costumbre (¿podemos llamarla derecho romano municipal?), y dándole vueltas a cómo hacer más obra...

...civil que permita a los Pijus Magníficus de la ciudad seguir adorando al amado emperador, mientras el Frente Popular de Judea protesta con escaso éxito y nula organización, al mejor estilo Monty Python”.

Quo vadis, Málaga

Me encanta el cine clásico: para mí, tiene una magia especial, de principio a fin. Actrices y actores eternos, vestuarios suntuosos, bandas sonoras envolventes y grandiosas… Cuando los efectos especiales y los decorados estaban en la fase prehistórica, la lucidez de los guiones y los argumentos bien hilados conseguían mantener la atención del espectador de principio a fin, sin After Effects, ni artificios, porque no hacían falta. 

Hace poco volví a ver una de mis películas favoritas: Quo Vadis. Robert Taylor no podía salir más guapo ni Deborah Kerr estar entonces más arrebatadora…con el tiempo estas viejas glorias de Hollywood terminaron envejeciendo como todos e, ironías del destino, la pelirroja llegó a pasar temporadas aquí al lado, en Marbella, donde la famosa Clínica Buchinger sometía a un Gran Hermano de adelgazamiento a todo aquel dispuesto a pagar un disparate por calditos depurativos y saunas relajantes. Yo, de pequeña, veraneaba en Marbella, pero nunca me la crucé, ya me hubiera gustado. Tampoco he ido a la Clínica, que ahora se llama de otra forma, y ayuda a ponerse en forma a famosos de medio pelo, nada que ver con el glamour de Hollywood ni con el de la Marbella ochentera.

Pero, si había un actor en estado de gracia en la película, ese era Peter Ustinov, el imponente y dictador Nerón, el líder romano pasado de vueltas y con un narcisismo patológico e indistinguible de la locura, al que nadie llevaba la contraria por miedo a sufrir represalias. Porque la figura del palmero incondicional siempre va de la mano del todopoderoso cabecilla, o, dicho de otra forma: sin cooperadores necesarios no hay equipo, sea cual sea el fin último a conseguir.

Lo bueno de estas películas es que, como el guión clásico que siguen, son historias que se repiten una y otra vez a lo largo de los tiempos, y es muy fácil jugar a imaginar que este cuento se podría superponer en la Málaga de hoy sin hacer demasiados cambios en el elenco, como si de un remake se tratase. Porque aquí, para rodar una película, lo tenemos todo: el emperador que lleva muchos años gobernando y que, hasta ahora, ha logrado superar todos los obstáculos posibles, gracias a sus excelentes dotes natatorias (no así las ciclistas). Cuenta también, el pro-hombre, con una cuadrilla de fieles alrededor, que le seguiría hasta el mismo infierno, y que, por supuesto, permanece alerta noche y día, para ladrar y ahuyentar a aquellos que osen chistar al sacrosanto imperius malacitanus, sin importar el fondo ni las formas, saltándose la Lex Flavia porque ellos lo valen. Sin su cooperación necesaria, sería imposible presentar, una y otra vez, maquetas grandiosas para renovar la ciudad, aunque, en su fuero interno, el amado líder piensa que, quizás, lo mejor sería echarlo todo abajo con una demolición generalizada y reconstruirla de nuevo, por las diosas.


El otro día escuchaba una tertulia política en la radio local y, algún periodista, ejerciendo de Petronio, lanzó, como quien no quiere la cosa, que hay malestar en el seno del Grupo de Gobierno, puesto que la Junta ha optado por pasar la patata caliente del llenado de piscinas de este verano a los ayuntamientos. Ya se pueden ver, por tanto, pequeñas fisuras en el senado de La Bella, sin que de momento salgan de puertas para afuera, para no alterar al vulgo que, como no tiene suficientes estudios, ya anda bastante soliviantado por no poder permitirse pagar los diez millones de sestercios que cuesta un ático en la Vía Pacífica o en la Vía Martirica.

Mientras, Nerón sigue a lo suyo, construyendo parkings que se pasan un 30% de nada del presupuesto inicial, con arreglo a la costumbre (¿podemos llamarla derecho romano municipal?), y dándole vueltas a cómo hacer más obra civil que permita a los Pijus Magníficus de la ciudad seguir adorando al amado emperador, mientras el Frente Popular de Judea protesta con escaso éxito y nula organización, al mejor estilo Monty Python.

En resumen, ya sólo queda esperar al incendio, pero cuando llegue, quizás, el que toca la mandolina a la par que recita infumables versos, ya no estará aquí para sufrirlo…Menos mal, porque los bomberos tampoco tendrían medios suficientes para socorrerle, allá en las alturas…Quo vadis, Málaga…