Aunque la bruma de El Verdugo Rojo seguía siendo intensa, los ojos de Tichy se habían habituado y podía distinguir con algo más de claridad las facciones de Eldritch”

OPINIÓN. Crónicas malacitanas
Por Augusto López y Daniel Henares. Ilustración: Fgpaez

29/02/24. 
Opinión. El escritor y profesor de escritura, Augusto López, junto con el también escritor, Daniel Henares, continúan con su sección semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, ‘Crónicas malacitanas’ https://linktr.ee/cronicasmalacitanas, un folletín cómico cósmico malaguita, que recupera el espíritu de los folletines del siglo XIX. Está protagonizado por unos marcianos que visitan Málaga, lo que sirve a los autores...

...para hacer crítica social. Cada capítulo trae consigo además un dibujo del ilustrador Fgpaez.

4

Eldritch apuró el cóctel, contempló a Tichy con una mirada calculadora y le dijo:

—El universo es puro azar. Y fue por suerte como hace unos doscientos años, la gran exploradora Dita la Incansable descubrió la primera muestra de pirolita.
—El 4 de arnunio del 19745 de la Neo Era Marciana —asintió Tichy.
—Así es. Y desde entonces, se ha buscado sin descanso más pirolita, y se han encontrado unos gramos y nada más.
»Un material con el que, según micro modelos experimentales, se pueden abrir portales a otros universos y así poder escapar del previsible cataclismo del nuestro. Expandirnos y vivir para siempre, saltando de universo en universo.

Los ojos de Eldritch se entornaron soñadores. Tichy dedujo que se veía como un monarca multiversal, el poseedor de la puerta de entrada a la eternidad. Se estremeció de forma imperceptible.

—Sí. Y tras cientos de años de búsqueda infructuosa y otra vez por pura chiripa, hemos dado con un yacimiento estimado en doscientos kilos de pirolita, de sobra para construir los portales.
—¿Todo en un solo planeta?
—Correcto, en la Tierra.

Tichy esta vez se quedó pasmado. ¿La Tierra, el planetucho atrasado vecino de Marte, era quien poseía tamaña riqueza?

—Es lógico que a nadie se le ocurriera indagar allí —dijo.
—Y tanto. Están en la protohistoria y lo que les queda. Por supuesto,esos bárbaros no tienen ni idea de lo que poseen y no se lo vamos a decir.
—Pero, ¿qué pinto yo en todo esto? Basta con ir con unos cuantos robots invisibilizados, extraer el material y ya está.

Eldritch resopló.


—No es tan fácil. La pirolita es puñetera y genera ubicaciones inexactas: parece como si tuviera inteligencia propia y juega con nosotros.
—Entiendo. Una multi prospección llamaría la atención de incluso los terrícolas, cuanto más del Consejo Universal. Se liaría una guerra cósmica.
—Terrible, ¿verdad?
—Y La Sociedad Barsoon perdería los derechos sobre el yacimiento.
—Sí, eso también. Una condecoración como mucho sería la recompensa, me temo.

Aunque la bruma de El Verdugo Rojo seguía siendo intensa, los ojos de Tichy se habían habituado y podía distinguir con algo más de claridad las facciones de Eldritch. No tenían nada de especial, se podría haber dicho que era un marciano más en un antro cualquiera.

—Bien —siguió Eldritch—, bajo la tapadera de AlienTours, vas a viajar a la Tierra como prospector turístico, en teoría haciendo informes sobre modo de vida, sociedad, ocio y esas chorradas. Un perfil como el tuyo no levantará sospecha alguna.
—Perdón —protestó Tichy— pero no son chorradas. El conocimiento de la diversidad de formas de vida y de civilizaciones son un tesoro incalculable, quizás no rentable a corto o medio plazo, pero de suma importancia en una perspectiva amplia.
—Vale, vale —rezongó Eldritch—, por mí tómate esa parte del trabajo en serio, no tengo inconveniente, pero no olvides que tu principal labor es discriminar los falsos yacimientos del auténtico y avisarnos cuando lo sepas con seguridad.
—Comprendido.

Eldritch se levantó de la mesa y se desperezó. Igual llevaba días sentado allí. Le entregó a Tichy un vetusto artilugio rectangular.

—Se llama móvil —le explicó a Tichy—, y con esto se comunican los terrícolas y llevan dinero. Te he ingresado cuatrocientos millones de euros, espero que tengas suficiente.
—Así que euros, ¿eh?
—Es una de las formas de moneda que tienen, ya que siguen divididos en países.
—Es un planeta -99 en la escala de civilización del Consejo —dijo Tichy—. Yo, como Observador, solo he estudiado los planetas a partir del -10. Debería de investigar más sobre los terrícolas antes de ir.
—No hay tiempo —le advirtió Eldritch—. Partes esta noche mismo. Un platillo te espera en nuestro hangar.
—¡Vaya! ¿Y se puede saber a qué punto concreto de la Tierra me dirijo?

Eldritch se rascó la cabeza pensativo. Finalmente, dijo:

—Creo que se llama Mágala.
—¿Cómo? ¿Gámala?
—No, Lámaga. Bueno, mira, —extendió un mapa holográfico— es justo aquí.