Observó el puerto, el mar y los barcos; las avenidas, la gente y los coches pululando. Aquello le pareció estructuralmente aceptable, aunque el equilibrio cromático dejaba mucho que desear”

OPINIÓN. Crónicas malacitanas
Por Augusto López y Daniel Henares. Ilustración: Fgpaez

13/03/24. Opinión. El escritor y profesor de escritura, Augusto López, junto con el también escritor, Daniel Henares, continúan con su sección semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, ‘Crónicas malacitanas’ https://linktr.ee/cronicasmalacitanas, un folletín cómico cósmico malaguita, que recupera el espíritu de los folletines del siglo XIX. Está protagonizado por unos...

...marcianos que visitan Málaga, lo que sirve a los autores para hacer crítica social. Cada capítulo trae consigo además un dibujo del ilustrador Fgpaez.

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Tichy se despertó con los brazos doloridos y la cabeza zumbando. Llegó a la conclusión de que dormir haciendo el pino puente quizá no era lo más adecuado para la gravedad de aquel planeta. Estiró sus articulaciones y bostezó como hacían los terráqueos, luego se asomó a la lujosa terraza de su suite. Observó el puerto, el mar y los barcos; las avenidas, la gente y los coches pululando. Aquello le pareció estructuralmente aceptable, aunque el equilibrio cromático dejaba mucho que desear. El arte pictórico marciano se limitaba a dos colores, el negro y el gris, y de este último algunos tonos estaban considerados escandalosos. Con lo cual el extraterrestre tuvo que agarrarse a la barandilla del balcón cuando comenzaron a despuntar por el horizonte los tonos rosados y anaranjados del amanecer. Sintió un suave vaivén, como si estuviera un poco ebrio, ante el torbellino de color que se le ofrecía.

Se recuperó en unos segundos y adoptó la actitud analítica digna de su raza y profesión. Observó cuidadosamente el panorama: los humanos caminaban por las calles con rapidez, parecían impacientes por comenzar el día y Tichy pensó que, aunque atrasada, la humanidad era una raza industriosa. Se fijó en unos grandes barcos que se acercaban lentamente al puerto, sobre ellos remolineaban pájaros de alas blancas. Lo cierto es que había un cierto sosiego en aquella escena, transmitía una tranquilidad agradable.

El marciano sacó una ración de revitalizante del tamaño de un dado, un alimento concentrado que podía mantenerlo una semana, sin embargo, antes de comerlo, se fijó en unos frutos terrestres que había sobre una bandeja. Los analizó y pensó que sería buena idea interactuar con los elementos químicos del planeta Tierra, así que se decidió por una bolita roja. El traductor le informó que era una cereza y se consideraba alimento apto para humanos. Tomó una y la escaneó: parecía saludable. Comió media y dejó la otra mitad para el día siguiente. Cuando iba a guardar su pequeña ración marciana, un pequeño pájaro de color pardo se posó en una de las sillas de su balcón. Tichy apretó el dadito entre sus dedos y lo deshizo sobre la mesa, se apartó y observó como el gorrión se acercaba con curiosidad. El pajarillo comió una miguita del revitalizante, extendió las alas, giró un par de veces y salió volando a la velocidad de un rayo. Una plumita del tamaño de una uña cayó en la mesa. Fue tan divertido que Tichy estuvo a punto de sonreír.


El agente especial marciano se miró al espejo y se alisó la ropa, se miró por todas partes y decidió que quizá le faltaba una nota de color a su indumentaria. Tomó una tela roja y blanca de un mueble y se la colocó alrededor del cuello: ahora estaba mucho mejor. Seguro que pasaría desapercibido.

Tichy se dirigió al ascensor y pulsó el botón de la planta baja, a medio camino la cabina paró y una señora entró y se colocó junto a él. El aire se llenó de un perfume dulzón y asfixiante y Tichy tuvo que regular su aparato respiratorio para no intoxicarse. El traductor le informó de que los humanos usaban aromas artificiales para disimular sus efluvios naturales. La señora no paraba de mirar a Tichy.

—Oiga. —Dijo la mujer—. ¿Por qué lleva un mantel como bufanda? Pensé que ya habían terminado los carnavales.

Tichy sonrió amablemente y pidió una respuesta a su traductor. La IA extraterrestre hizo sus conexiones y ofreció la respuesta más coherente que se le ocurrió. El marciano la repitió:

—Los carnavales están en el corazón.

La señora no dijo una palabra más.