“Tichy iba a vivir en uno de los barrios con mayor densidad por metro cuadrado de Europa. En el tejido urbano de Málaga, el barrio de Huelin era una colmena gigantesca y bulliciosa”
OPINIÓN. Crónicas malacitanas
Por Augusto López y Daniel Henares. Ilustración: Fgpaez
08/05/24. Opinión. El escritor y profesor de escritura, Augusto López, junto con el también escritor, Daniel Henares, continúan con su sección semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, ‘Crónicas malacitanas’ https://linktr.ee/cronicasmalacitanas, un folletín cómico cósmico malaguita, que recupera el espíritu de los folletines del siglo XIX. Está protagonizado por unos marcianos que visitan Málaga, lo que sirve...
...a los autores para hacer crítica social. Cada capítulo trae consigo además un dibujo del ilustrador Fgpaez.
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No resultaba fácil mudarse del Málaga Palacio.
Victoria había llamado a varias amistades suyas que sabía que alquilaban pisos o habitaciones, pero los primeros estaban ocupados por turistas y las segundas tenían una demanda feroz: en cuanto se quedaba vacía una, cien personas llamaban.
–No lo entiendo –decía Tichy perplejo–. ¿Dónde vive la gente?
–En pueblos cercanos –le explicaba Victoria–. Campanillas, Cártama, Rincón de la Victoria. Cada vez más lejos, porque el alquiler turístico se expande, suben los precios y toca desplazarse aún más.
–¿No se reservan o construyen viviendas para los nativos?
–Se nos aconseja que estudiemos más y nos preparemos mejor para tener un salario acorde con los alquileres.
–Pero la lógica es que los precios cada vez suban más y casi nadie pueda pagar ni el piso ni eso estudios que os sugieren.
–Es el mercado, amigo –sentenció Victoria.
Tichy se asomó a la terraza: empezaba a comprender algunas cosas.
–Málaga no es una ciudad turística, es una ciudad de turistas –dijo.
–”La ciudad redonda”, dice ahora la propaganda.
–¿Porque no tiene pies ni cabeza? –aventuró Tichy.
–Ya te digo. Le han quitado hasta la tilde.
–Pero una ciudad no es un hotel, necesita ciudadanos, no solo huéspedes.
–Tampoco podemos quejarnos mucho: hay otras que hasta los médicos se tienen que ir porque no encuentran piso.
–Pues va a ser complicado, querida Victoria. Igual hemos de irnos a otra localidad. ¿Que te parece Gramada? Está cerca.
Victoria sonrió. Acababa de leer una notificación en su móvil.
–Deja los gramos para la fiesta, Tichy. Es mi colega Nacho, se le acaba de ir un inquilino –dijo triunfante.
Tichy iba a vivir en uno de los barrios con mayor densidad por metro cuadrado de Europa. En el tejido urbano de Málaga, el barrio de Huelin era una colmena gigantesca y bulliciosa. Sus calles, cargadas de historias y vidas que se entrecruzaban, eran testigos de la lucha diaria en un espacio donde el aire parecía escasear, entre los bloques de viviendas que se elevaban, imponentes y cercanos. La sombra de su pasado industrial era patente, transformaba la geografía emocional del barrio en una mezcla de nostalgia por lo que fue y resignación ante lo que era. Las escasas áreas verdes, se convertían en refugios preciados, oasis en medio de un desierto de asfalto donde la gente intentaba respirar y vivir.
El amigo de Victoria vivía en el décimo piso de un bloque desvencijado por el paso de los años y sin embargo, lleno de vida. El ascensor, en un traqueteo trabajoso, los llevó a la puerta de la vivienda. Tocaron el timbre, que sonó con inesperada solemnidad. Un hombre de unos cuarenta años abrió la puerta y dijo:
–¡Me alegro de verte, Victoria!
–¿Qué tal, Nacho? Te presento a Tichy.
–¡Encantado! ¿Cómo te va, tu primera vez en Málaga?
–Gott kvöld, vinur! –le dijo Tichy.
–¡Muerde el rollo, tu colega habla klingon, Victoria! –dijo Nacho.
–No, no –se apresuró a decir la aludida–, es islsndés y saluda así.
–Ah, guay. Pasad, voy a por unas birras y os enseño la habitación.
Cuando Nacho se dirigió a la cocina, Victoria dijo:
–Tichy, ¿de qué coño vas?
–Solo le he dicho “buenas noches, amigo” en islandés.
–Te gusta meterte en el papel, eh.
–Sí, mi abuelo fue el gran Hoku, uno de los mejores actores de Marta.
–Pues el nieto no ha sacado su don. Dejaste de islandesadas y más discreción.
–Vale. ¿Qué significa eso de “muerde el rollo”?
–Que como sigas así, te voy a cobrar el doble.
–No puede ser. Norma dos: “sé generoso pero sin pasarte”
–Qué rápido aprendes, bicho.
Nacho apareció sonriente con tres latas de cerveza.
–Bueno, familia. Vamos pa dentro –dijo.