“Tichy se tapó con las rosas mientras se lamentaba por estar metido en aquel endiablado lío. Sin embargo, se lamentaba por algo más, algo más grave y peligroso”
OPINIÓN. Crónicas malacitanas
Por Augusto López y Daniel Henares. Ilustración: Fgpaez
22/05/24. Opinión. El escritor y profesor de escritura, Augusto López, junto con el también escritor, Daniel Henares, continúan con su sección semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, ‘Crónicas malacitanas’ https://linktr.ee/cronicasmalacitanas, un folletín cómico cósmico malaguita, que recupera el espíritu de los folletines del siglo XIX. Está protagonizado por unos marcianos que visitan Málaga, lo que sirve a los...
...autores para hacer crítica social. Cada capítulo trae consigo además un dibujo del ilustrador Fgpaez.
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El paquete parecía una gran flor amarilla y rectangular entre las mil rosas rojas. Los objetos de la habitación estaban literalmente enterrados en una capa de pétalos de un metro de grosor. Tichy se rascó la barbilla y pensó que debería decirle a Walmer que fuera un poco más discreto en sus comunicaciones. Nacho le había avisado del envío y aunque no había preguntado nada Tichy estaba seguro que ese tipo de envíos no eran los usuales en la Tierra.
El martiano abrió el paquete y sacó un pequeño cubo de Rubik. Bien por Walmer, pensó, al menos no era una cabeza parlante. Tichy guardó el cubo de colores debajo del colchón y una pequeña tarjeta cayó al suelo, en la cual había escrito: «Llámame cuando quieras» W.E. La guardó en su bolsillo y tras escarbar en la pared apartando rosas pudo llegar al tirador de la persiana y subirla. El día llegaba a su fin y las luces del atardecer crearon un efecto interesante sobre las montañas de rosas. Quizá demasiado colorido, pero estéticamente aceptable, pensó Tichy.
El martiano cenó medio garbanzo cocido, había descubierto un alimento ligero y suave en esa legumbre. Nacho era aficionado a hacer puchero y así había descubierto aquel manjar. Era ideal para cenar.
De madrugada, cuando más silencioso y tranquilo estaba todo, Tichy sacó el cubo de Rubik de entre las rosas y siguiendo las secuencias establecidas fue ordenando los colores hasta completarlo. Tras unos segundos se estableció una comunicación a través del Dirax, un aparato que podía comunicar a seres separados por años luz sin una décima de segundo de retardo.
Un holograma que representaba el busto de Walmer Eldritch se materializó en el aire sobre el cubo que el martiano acaba de ordenar. Comenzó a hablar inmediatamente.
—Tichy, nuestra organización, la Sociedad Barsoon ha tenido un pequeño problema de filtraciones.
El martiano bajó el volumen y le interrogó sobre aquello.
—Uno de nuestros agentes cuya misión era muy parecida a la tuya ha desertado, ahora es miembro de otra organización enemiga. No sabemos exactamente cuánto sabe, pero ten los ojos abiertos ¿vale?
—Por supuesto. Parece que las cosas se complican.
—No tiene por qué ser así, siempre que hagas bien tu trabajo. Nosotros también tenemos personas infiltradas entre los Bene Yogg, el grupo del que te hablo, por ahora están organizándose y trazando un plan. Si eres rápido todo saldrá bien.
Una tercera voz llenó la habitación.
—¿Hola? Tichy son las cuatro de la madrugada. ¿Qué luces son esas? ¿Estás hablando con alguien?
—Disculpa, Nacho. Estoy probando un prototipo de videojuego experimental. Es tecnología confidencial, aún está en desarrollo. Voy a apagarlo.
—Vaya… ¿y tú manejas a ese personaje tan feo?
—Sí, es mi avatar. Mira.
Tichy se sincronizó con Walmer y el primero siguió todos los movimientos del martiano.
—¿Ves? Estamos desarrollando los personajes y sus movimientos.
—Qué interesante ¿Y eso gasta mucha luz?
—No, va con baterías, no te preocupes.
—Bueno Tichy, me voy a la cama, no hagas mucho ruido.
El martiano reanudó su conversación con Walmer.
—Bueno ¿cuánto tiempo tenemos para finalizar la misión?
—No estoy seguro, pero usa este medio de comunicación cuando encuentres la pirolita, yo te informaré si hay novedades.
Tichy se tapó con las rosas mientras se lamentaba por estar metido en aquel endiablado lío. Sin embargo, se lamentaba por algo más, algo más grave y peligroso.
Empezaba a sentir una simpatía por los humanos que no le era posible ignorar.
Y eso era algo muy poco profesional.