El cielo estaba despejado pero la bruma de la mañana difuminaba la línea del mar y la del cielo, creando un horizonte borroso y difuminado. Como mi futuro, pensó Victoria”

OPINIÓN. Crónicas malacitanas
Por Augusto López y Daniel Henares. Ilustración: Fgpaez

22/01/25. Opinión. El escritor y profesor de escritura, Augusto López, junto con el también escritor, Daniel Henares, continúan con su sección semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, ‘Crónicas malacitanas II’ https://linktr.ee/cronicasmalacitanas, la segunda temporada del folletín cómico cósmico malaguita, que recupera el espíritu de los folletines del siglo XIX, donde los autores hacen crítica social...

...Cada capítulo trae consigo además un dibujo del ilustrador Fgpaez.

Capítulo 9


Después de currar un mes como si le fuera la vida en ello, bueno quizá no la vida, pero puede que sí la libertad, Victoria agradeció el fin de semana libre. Por la mañana fue a relajarse a la playa de la Malagueta. Sentarse en la orilla y escuchar las olas ir y venir tenía un efecto balsámico sobre su mente. La chica extendió su esterilla en la arena y se sentó a contemplar el mar.

El cielo estaba despejado pero la bruma de la mañana difuminaba la línea del mar y la del cielo, creando un horizonte borroso y difuminado. Como mi futuro, pensó Victoria. Intentó olvidarse de la espada de Damocles que pendía sobre su cabeza, despejar su mente y respirar de forma profunda y lenta, pero no sirvió de mucho. Su cabeza era un avispero de emociones. No podía evitar pensar en su hermana, en el cobarde de su novio, en Euristeo y sus trabajos.

La chica se rindió, recogió sus cosas y fue directa a casa a informarse sobre su próximo trabajo. Sabía su nombre ¿no? Era suficiente para rastrearla en redes sociales y ver de qué iba. Tenía amigos que subían videos en plataformas web o hacían podcast, el siguiente paso sería hablar con ellos y ponerse al día sobre esta nueva forma de relacionarse por Internet.

Ya en casa se puso cómoda, fumó un cigarrillo y mientras descansaba un poco la espalda sentada en el sofá, se quedó frita. Como un tronco, vaya. Aquel mes había requerido de todas sus energías y aunque su mente siguiera bailando la polka su cuerpo estaba exhausto. Ya casi de madrugada la pobre se despertó y se arrastró hacia la cama, donde durmió hasta la mañana.


Ya recuperada, desayunó y comenzó a investigar a Lerma. Se dio cuenta de que sus publicaciones habían ganado muchas visualizaciones e interacciones en los últimos meses, pero también que el contenido era bastante polémico e injustificado y su comunidad, un pozo de veneno. Aun así, ciertas empresas habían querido patrocinarla y sus ingresos podían ser bastante altos.

Su página principal se llamaba Lermaweb, pero en los foros se la conocía como «Hydra», en ella Lerma agrupaba todos sus videos, audios y textos. El tráfico se estaba disparando en ella. Los usuarios se habían multiplicado por diez y las donaciones eran cada vez más generosas.

Victoria intentó juzgar todo aquello con los mejores ojos posibles, al fin y al cabo ahora era parte del equipo, pero lo cierto es que aquello era un despropósito. No podía dejar de sentir más simpatía por los que la criticaban que por los que la alababan. El mensaje de Lerma en esencia era este: «Cada uno tiene lo que se busca, por lo tanto, lo merece». Su filosofía podía resumirse así.

Victoria no se molestó en intentar refutar una teoría que eliminaba las circunstancias y los condicionantes vitales como si no existieran, igual que no se hubiera molestado en refutar a un terraplanista, por ejemplo. Pero pensó que después de todo este trabajo podía darle cierta satisfacción personal, si conseguía que Lerma entrara en razón y dejara de ser tan superficial quizá habría conseguido que un trocito del mundo fuera mejor. Un trocito muy pequeño, pero bueno, algo es algo.

Durante el resto del fin de semana Victoria consultó con sus amigos posibles estrategias para afrontar el reto, ellos le explicaron un poco el funcionamiento de las redes sociales y le dijeron que el caso de Lerma era típico y que lo más probable es que su popularidad se inflara como un globo hasta estallar y quedar en nada. Las comunidades tóxicas son muy inestables, son como lugares de paso, y no existe un compromiso real con el influencer. Sus amigos confirmaron lo que ella pensaba: debía conseguir que cambiara su mensaje.

El lunes a las nueve de la mañana Victoria llegó a la casa de Lerma. Era un chalet adosado en el Puerto de la Torre, pequeño pero muy bonito. Una mujer delgada correteaba entre unos empleados que estaban descargando una furgoneta. Los trabajadores iban acumulando cajas en la puerta de Lerma y ésta los apremiaba a darse prisa.

Victoria respiró lentamente tres veces y se dirigió hacia Lerma.