Se buscan arquitectos de fuera que tengan ‘nombre’ para los rascacielos insostenibles de Repsol. El alcalde De la Torre pretende lavar así su salvajada urbanística, máximo exponente de esta cateta, caducada y educada Málaga de Las Torres

OPINIÓN. Por Fernando Rivas
Editor de
EL OBSERVADOR

11/02/22.
 Opinión. El editor de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, el periodista Fernando Rivas, escribe una sección que titula Málaga también es esto, en la que opina y cuenta historias del pasado y de la actualidad. Hoy, una sobre el concejal de Podemos en el Ayuntamiento de Málaga, ‘Nico Sguiglia, el padre padrone de la Casa Invisible’, y otra: ‘Se buscan...

...arquitectos, razón la cateta y educada Málaga’, sobre la búsqueda fuera de la ciudad de estos profesionales para construir los salvajes rascacielos de Repsol.

Nico Sguiglia, el padre padrone de la Casa Invisible

El concejal de Podemos del Ayuntamiento de Málaga, Nico Sguiglia, apareció en la redacción de EL OBSERVADOR dos o tres días después de que se ocupara lo que se llama ahora La Casa Invisible por un grupo de artistas autodenominado Creadores Invisibles. Uno de los primeros actos que tuvieron lugar en aquel inmueble recién ocupado fue, al día siguiente, el 11 de marzo de 2007, domingo, a las 18:00 horas, un debate sobre La industrialización de la Cultura. En dicho debate no participó Nico Sguiglia, pero si un redactor de la revista EL OBSERVADOR representándola, Carlos Rodríguez, junto con artistas como Rogelio López Cuenca o economistas como Juan Torres. Ese fue el comienzo de la relación de este medio de comunicación con la actual Invisible. ¿Muy pronto, no? Pues sí.


Fueron los Creadores Invisibles, artistas transgesores, los que ocuparon el inmueble

A principio de la semana siguiente a la ocupación fue cuando el hoy concejal Nico Sguiglia, acompañado de otro personaje llamado Juan Díaz, entraron en la redacción de EL OBSERVADOR para tener un charla con el editor que escribe estas líneas. Querían que les informaramos de la situación del inmueble que se acababa de ocupar porque éramos los únicos en Málaga que habíamos investigado y publicado información sobre el anterior uso del mismo. Le veían a aquello posibilidades políticas.


Nico Sguiglia y Juan Díaz entregándole al alcalde la llave de una casa okupada, la Invisible. La primera vez en la historia que se ve una dejación de tal calibre en el movimiento okupa (que se supone que va contra el sistema, oiga, que no es una inmobiliaria)

La extraña pareja del concejal, el llamado Juan Díaz, que ahora, al igual que Sguiglia, cobra de algún organismo público un buen sueldo como ‘asesor’ de Podemos, años más tarde fue denunciado y demandado judicialmente por esta revista, porque junto a más neofascistas acosaron y amenazaron en la calle al redactor de EL OBSERVADOR, Alberto Aguiar, con abrirle la cabeza (eso sí, muy democráticamente) porque no les gustaba lo que escribía. Se llegó a juicio. Lo perdieron y fueron condenados. Los defendió, francamente mal, la actual portavoz de la Invisible, la letrada Amanda Romero.



Estas líneas las escribo porque mañana se cumple el plazo dado por el Ayuntamiento para desocupar el inmueble. Y son el inicio de los artículos que vamos a dedicar al centro okupado contando lo que este medio sabe desde el 9 de marzo de 2007, hasta ahora. Y es que queremos que la Invisible se quede, por supuesto, nos gustan las cosas que se hacen allí. Algunas, mucho. Aunque no sepamos por qué los que mandan tuvieron que ir a buscar una fundación de fuera de Málaga para controlar la Casa, ni sepamos con trasparencia que hacen con los ingresos que allí se generan, ni sepamos cuándo o quién nombra a sus portavoces y por cuanto tiempo, etc., etc. Con todo esto y más no estamos de acuerdo y nos parece una forma de ejercer un activismo social muy a la imagen y semejanza del que ahora parece que quiere estar al margen de la ‘historia’ de la Invisible y que durante años la controló con mano de hierro ejerciendo el matonismo político del que hace gala todavía: el actual concejal del Ayuntamiento de Málaga de Podemos, Nico Sguiglia. Y no mejoró a pesar de que cambió de chaqueta las veces necesarias para sobrevivir en los diversos colectivos que lo acogieron. Y es que no sabía dónde poner el huevo institucional, él, un activista social (?), hasta que llegó a la actualidad, a esa mezcla antinatura de unos y otros que componen la ‘famiglia’.

Se buscan arquitectos, razón la cateta y educada Málaga

Málaga es una ciudad tan cateta y caducada como su alcalde, Paco de la Torre. Eso sí, cateta educada y caducada educada, como De la Torre. Muy educada. Pero también muy caducada. Y muy cateta. Sobre todo si hablamos de Urbanismo, arquitectos, suelo, políticos responsables del asunto y esas cosas. ¿Cuándo fue la última vez que el Urbanismo se hizo progreso, sorpresa o magia en Málaga? ¿Qué edificio, urbanización o servicio general (modismo de PGOU) se puede enseñar a cualquiera que llegue de fuera con orgullo? Desgraciadamente, nada. No hay ninguna obra arquitectónica o urbanística que destaque sobre el resto. Todo es mediocre, al estilo del pegote del único Moneo que ha llegado a la ciudad en forma de hotel en Hoyo de Esparteros, que da grima.



Ahora, el alcalde, (y ese mediocre concejal de Urbanismo que tiene, Raúl López, eterno cabreado con el mundo entero, incapaz de despegarse de ese yoismo de manual cuando explica algún proyecto del Ayuntamiento. "Yo, voy a hacer en Martíricos, tal cosa...", "Yo, voy a hacer en los terrenos de Repsol, tal otra...". “Yo… yo… yo…”. Eso se lo ha tenido que decir alguien que lo haga o lo ha leído en un manual cutre de autoayuda, porque nadie en su sano juicio puede mantener esa actitud verbal. ¿No le suena mal oírse decir tanta tontería personal? Como si en realidad él pudiera hacer intelectualmente algún esfuerzo notable).

Ahora, el alcalde (perdón por la digresión anterior) convoca un concurso internacional para fichar a arquitectos de postín, como Moneo o más, para que le metan mano a los salvajes rascacielos de Repsol, como si el ser construidos por profesionales de renombre pudiera curar la aberración antisostenible que el Consistorio va a perpetrar en el centro de Málaga: tres rascacielos de 31, 32 y 33 pisos para viviendas de gente con mucho dinero, más otros dos mastodónticos para oficinas y comercios y un pequeñito jardincillo a los pies de todo con lo que camuflar tanta salvajada.


Y lo llamarán una nueva centralidad. De hecho ya lo han soltado. Siempre lo sueltan. Políticos responsables del progresivo deterioro de la ciudad y sus imprescindibles empresarios. Como si alguien quisiera vivir en otro Centro de mierda como el que han parido todos ellos en el verdadero de Málaga. Como si cada barrio no fuera ya una nueva centralidad. Son más antiguos que el hilo negro. Son esas estupideces a las que nos tienen acostumbrados los malos urbanistas, convertidos en los nuevos santones de la era moderna con su propio lenguaje o idioma del absurdo donde a todo hay que llamarlo de forma diferente a como se le dice de toda la vida. Lo mismo pronostican esa sobada nueva centralidad, que hablan de las nuevas topologias, que avisan de edificios de planta baja más 30, más ático, para decir que son mamotretos de 32 pisos. Pero es que así los entendería todo el mundo. Son tan ridículos como los políticos que los convocan o los promotores de provincia que ponen como ejemplo de lo que quieren hacer en Repsol el horroroso complejo madrileño Azca (AQUÍ). ¿Alguien ha visto en lo que se ha convertido esa porquería desarrollista que ya fue un auténtico mojón desde su inicio? ¿Esa basura quieren para los terrenos de Repsol?

Quitando los de siempre, los arquitectos diseñan esperpentos como churros. Para esta ocasión buscan extranjeros, por que en Málaga no se puede decir que haya muchos genios de la arquitectura que tengan nombre más allá de Casaberneja. Y es que en esta fenicia ciudad estos profesionales han sabido hacer de todo menos grandes obras. Aunque, eso sí, en la ciudad hay una Escuela de Arquitectura. Pero bastante gris en cuanto a su influencia técnica y artística en la sociedad malagueña. Vamos, que nadie sabe que existe y si lo sabe ignora todo cuanto ocurre en ella. Y es que la Escuela está montada a imagen y semejanza del gris Colegio de Arquitectos con el que camina de la manita hacia la nada.


Los internacionales y los no comunitarios, que se decía antes, vendrán a Málaga y buscarán (o les obligarán las autoridades locales a ello) arquitectos del terruño para que les hagan de mamporreros urbanísticos. Son los que conocen a los técnicos de la Gerencia municipal. Los que hacen que los papeles engrasados suban y bajen en el motón adecuado. Los que saben con qué empresa de gestión tienen que contratar el informe medioambiental para que lo aprueben. Esa, sí. Esa, precisamente. Para eso quedarán. De apoyo auxiliar a/para lo que sea. Aunque es un poco absurdo que compitan entre ellos porque, gane quien gane, será el arquitecto o así Pepe Seguí el que meta mano en el asunto.

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