OPINIÓN. Flâneur. Por Rogelio López Cuenca
Artista visual

29/11/13. Opinión. Rogelio López Cuenca continúa su serie ‘Mal de archivo’ una semana después en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. Relaciona la celebración del aniversario del artista Pablo Ruiz Picasso con el goteo incesante de cuerpos inertes a las playas de Cádiz por los intentos de emigrar a través del Estrecho de Gibraltar. “Náufragos ateridos. Chozas de cartón y plástico. Inmigrados en chabolas anegadas.

Cajas cuidadosamente descargadas de un camión son introducidas en el museo. Grupos de guardias civiles cargan bultos envueltos en mantas empapadas. Las cajas con los cuadros, los fardos con los muertos”.

Mal de archivo / 1: Inauguración

EL lunes amaneció desapacible. Yo ya había decidido no salir a la calle ese día. La semana anterior me había pertrechado de cintas de video suficientes para grabar todos los noticiarios de día tan señalado. De hecho ya había estado registrando algunos telediarios y programas especiales dedicados al evento. Y comprando los periódicos. Era 2003, la cresta de la ola de la burbuja inmobiliaria. Y de la publicitaria. Era la edad de oro de las teles locales. Nada más que Localia tenía unas 90 en toda España. Había CNN+. Muchos telediarios. Y había una incontable variedad de publicaciones que se repartían gratis: se mantenían a base de anuncios. Todas incluían noticias y alusiones al suceso del día: se inauguraba el Museo Picasso Málaga. Después de años de retrasos motivados por diversas razones -desde la reconsideración de los planes iniciales, ya que, puesto que las obras se desarrollaban en el interior de un barrio ya condenado a la demolición, se decidió ampliar la superficie del museo; pasando por los “imprevistos” hallazgos arqueológicos realizados durante las excavaciones; o hasta un accidental incendio-. El último aplazamiento se debió a la voluntad de ajustar la fecha a la agenda de la Casa Real, para que Sus Majestades protagonizaran la jornada, que se había intentando hacer coincidir con el día 25, el sábado anterior, aniversario del nacimiento de Picasso.

EL lunes 27 fue un día feo. El mal tiempo impidió que, como estaba previsto, los reyes ofrecieran una recepción en la Alcazaba, al aire libre, y el cóctel se tuvo que trasladar al interior del edificio de la Aduana. Las ráfagas de viento y lluvia eran los coletazos del temporal que durante el fin de semana había azotado el Estrecho de Gibraltar.

AÑOS más tarde, en 2010, al darse la ocasión de preparar un trabajo sobre el tema –la exposición Ciudad Picasso, que se mostró en la galería Juana de Aizpuru, en Madrid- , al volver a ver aquellas grabaciones me encontré con una doble sorpresa: por un lado, la coincidencia de la cobertura de la inauguración del museo con las noticias que informaban del macabro goteo de cuerpos sin vida en las playas de Rota, en Cádiz, víctimas del naufragio que había tenido lugar la noche del viernes anterior. Esa misma noche, en las calles del centro de Málaga se celebraba a lo grande, con pólvora del rey, entre fuegos de artificio, el que hubiera sido el 122 cumpleaños de Picasso, con un espectáculo de Els Comediants, con la actuación del grupo Chambao y el fin de fiesta de la Orquesta Girasol: salsa, blues, rock, pop, mambo y pasodoble. Los cadáveres iban apareciendo en los telediarios, incrementando progresivamente su número, que acabaría sumando 37. La mayor tragedia conocida desde que en 1988 apareciera en Tarifa el primer cuerpo de sin vida de un inmigrante ilegal.
La segunda sorpresa consistió en que el tiempo transcurrido desde la grabación de aquellas cintas las había deteriorado, de modo que habían perdido el sincronismo vertical –lo que los legos llamamos que la pantalla “hace rayas”- y, lo más sorprendente, que entre el sonido y las imágenes se producía un décalage, un desfase que hacía coincidir las imágenes del rey, vestido con el uniforme de la Armada, descendiendo del Juan Sebastian Elcano con una voz en off que hablaba de “pequeñas embarcaciones con cadáveres”; o la visión de cuerpos espantosamente blancos, desollados, tendidos en la playa con la información de que habían sido “recibidos con todos los honores por el Presidente de la Junta”, y continuaba, “tirando por la borda los cuerpos de los que iban falleciendo”, mientras aparecían en pantalla los invitados a la inauguración, “muchas personalidades, personas muy destacadas… que posiblemente se conviertan en inmigrantes ilegales”, o las exultante sonrisa de los políticos profesionales que presidían los actos “protegiéndose del frío con unas mantas”. Y se repetía la frase “el sueño del artista hecho realidad”.

EN efecto, el imprevisto accidente no podía dejar de recordar los experimentos de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX: el collage y el montage como airado rechazo de la chata mímesis del naturalismo, la denuncia del llamado realismo como un señuelo falsamente simplificador que lo que hace realmente es camuflar y ocultar la complejidad, la simultaneidad y la multiplicidad conflictiva de lo real, enmascarando su carácter de constructo ideológico. La cinta estropeada suscitaba el extrañamiento, la desactivación del automatismo de la mirada que los cubistas buscaban: “El sueño del artista hecho realidad”.

FASTOS inaugurales. Náufragos ateridos. Chozas de cartón y plástico. Inmigrados en chabolas anegadas. Cajas cuidadosamente descargadas de un camión son introducidas en el museo. Grupos de guardias civiles cargan bultos envueltos en mantas empapadas. Las cajas con los cuadros, los fardos con los muertos. “Picasso nunca olvidó su origen malagueño”.

EL entonces ministro del Interior –ahora consejero de Iberdrola- Ángel Acebes anuncia los planes de coordinación entre las policías de la Fortaleza Europa para endurecer las condiciones de ingreso, tránsito y estancia de inmigrantes, “implementar medidas de control de indentificación para dificultar la inmigración ilegal”. En la inauguración no faltaban inmigrantes y emigrados. Gentes que habían nacido en un sitio y que habían viajado a otro, donde viven y trabajan; desde Antonio Banderas a Lucía Bosé o hasta la misma reina. “Se obligará a las compañías aéreas a controlar las listas de pasajeros”.

LAS noticias hablan de la imponer “contratos de integración” y de exigir a los inmigrantes extranjeros a comprometerse "a cumplir las leyes, a respetar las costumbres de los españoles, a aprender la lengua (…) a trabajar activamente para integrarse en la sociedad española”. Una niña pizpireta, recién adoctrinada, probablemente esa misma mañana, recita como si fuera la tabla de multiplicar: “Picasso vivió hasta los diez años en Málaga (…) y los franceses querían que se hiciera francés, pero él no quería, quería ser malagueño”. Un inmigrante.

PARA ver un trailer del Vídeo Opening Picasso AQUÍ.

PUEDE consultar aquí anteriores artículos de Rogelio López Cuenca:
- 21/11/13 Mal de archivo
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