Librero y ecologista

OPINIÓN. Lecturas Impertinentes. Por Paco Puche
Librero y ecologista

Democracia S.A.
el título de este artículo no es una exageración o una extravagancia, es justamente como Sheldon S. Wolin ha encabezado un libro que Ediciones Katz acaba de publicar. Este autor americano, profesor emérito de la Universidad de Princeton, uno de los más destacados teóricos de su país sobre la democracia, a sus 82 años nos ha dejado en 400 páginas una especie de testamento intelectual en el que no deja títere con cabeza sobre la práctica del sistema político americano, en un país que presume de exportar democracia.
su tesis fuerte es que hay ”evidentes tendencias en nuestro sistema de poder que se oponen a los principios fundamentales de la democracia constitucional... estas tendencias son totalizadoras en tanto revelan una obsesión por el control, la expansión, la superioridad y la

la personificación más llamativa de esta cultura de expansión es la empresa Wal-Mart. Es una compañía de origen estadounidense, la más grande minorista del mundo; y por sus ventas y número de empleados, la mayor compañía del mundo. La revista Forbes apunta que si Wal-Mart tuviera su propia economía, sería la 30ª en el mundo, justo detrás de Arabia Saudita. Es un poder invasivo y totalizador que se va afianzando en una tras otra comunidad local, destruyendo los negocios pequeños, imponiendo salarios bajos, condiciones de trabajo duras y desalentando la sindicalización.
llama a este fenómeno ‘totalitarismo invertido’ para distinguirlo del totalitarismo clásico, nazi o estalinista, en la medida que éste es un régimen que despliega un Superpoder que se impone desde arriba y aquél alienta una relación simbiótica entre el sistema de gobierno tradicional y el sistema de gobierno ‘privado’ representado por las modernas corporaciones empresariales, combinándolo con otras formas de poder como las religiones evangélicas. Este Superpoder coincide con una época, dice, de analfabetismo político y una degradación de la democracia que de un principio formativo está pasando a tener sólo una función retórica dentro de un sistema político cada vez más corrupto.
este Superpoder tiene su propia ‘constitución’ y, al contrario que la Constitución escrita que habla de límites y equilibrios, ésta está pensada para el ‘aumento’, para desafiar los límites incluso del planeta mismo, no para la restricción. Aúna dos elementos: uno es un imperio y consiste en gran medida en el poderío militar, la venta de armas (es el país que más vende), las bases dispersas y los tratados con estados clientes; el otro es la corporación globalizadora que lleva productos y servicios al extranjero y el poder suavizador de productos culturales. Este poder imperial y el de las corporaciones unidos a la ciencia organizada y a la tecnología tienen como rasgo distintivo la distancia de las experiencias de las gentes ordinarias. Las estructuras militares y corporativas son jerárquicas, complejas y misteriosas, la democracia exalta lo común, lo compartido y es ajena a esos modos de comunicación.

el totalitarismo invertido no se rebela contra el sistema existente, más bien afirma estar defendiéndolo, por lo que ha aprendido a explotar lo que parecen restricciones políticas y legales formidables, evadiendo las prohibiciones. Por eso, como se ha revelado en numerosos escándalos corporativos y políticos, la corrupción es tan sistemática como lo fue en el totalitarismo clásico. [En estos momentos de latrocinio generalizado ya no se puede ocultar esta naturaleza].
este totalitarismo prospera en una sociedad desmovilizada, aletargada. Hay un porcentaje de entre la mitad y dos tercios de los votantes que no acuden a las urnas, y lejos de representar una abstención politizada permiten el manejo del ciudadano ‘activo’ mucho más fácilmente. El ciudadano está manipulado por la ‘atención dirigida’ y por los gerentes del miedo, nos dice Wolin; ellos no saben cuándo ni cómo pueden atacar los terroristas, ni cuándo será el próximo Katrina o la siguiente epidemia, y no les queda más que seguir las instrucciones de las ‘autoridades’. Y para asegurar la paz interior tienen un sistema penitenciario embrutecedor, que ha sido privatizado en gran medida, en un país con la tasa de encarcelamiento más alta del mundo. En las cárceles existe un número desproporcionado de afroamericanos que se explica tanto por ser un grupo con un marcado espíritu de resistencia y rebelión como por ser una forma de canalizar el racismo instintivo de la sociedad.
actualmente el sistema electoral americano consiste en que la ciudadanía pueda elegir entre candidatos que hayan conseguido donaciones por más de un millón de dólares. Este rito asegura que el candidato está en deuda con el poder corporativo antes de asumir el cargo y por ello es una regla que el candidato que más dinero recauda sea el ganador.
[en un informe (septiembre 2008) de la Comisión Electoral Federal de los Estados Unidos, se anota que la campaña presidencial de Obama ha sido la más cara de la historia electoral de este país. Sólo Obama para su campaña personal recaudó 471 millones de dólares, mucho más que la de John McCain, que logró la suma de 230 millones de dólares. La mayor parte de

y si las cosas van mal, como en el caso de Bush II, tanto en las elecciones del 2000 como en las del 2004, “sus secuaces emplearon tácticas que revelaron una cadena de corrupción que se extendía desde funcionarios locales hasta el tribunal más alto... Éste detuvo el recuento de Florida y declaró solemnemente que la opinión de la mayoría no debía tomarse como precedente. Consultado sobre el tema, un juez de la Corte, compañero de caza del vicepresidente Cheney, respondió: ¡Vamos! ¡A ver si lo superan de una vez!”.
POR si todo eso fuese poco, la simbiosis de corporaciones e instituciones gubernamentales y la normalización de la corrupción están encarnadas en la institucionalización de la industria del lobbismo. “La proliferación de lobbistas de Washington, que ya son varios miles, indica un cambio radical en el significado de a quién y qué se está representando e indica también la derrota final del gobierno de la mayoría”, nos dice Wolin. Tiene toda la razón William Buffet, un inversor mil millonario, que en marzo del 2004, en el Santa Rosa Press Democrat, declaraba: “Si en los Estados Unidos se está librando una guerra de clases, está claro que mi clase es la que está ganando...”.
esta mezcolanza ha hecho que la política adquiera características gerenciales, pero la cultura empresarial está moldeada por las presiones de una economía competitiva que pone a prueba constantemente la legalidad y las normas éticas. Por eso, la arrogancia que lleva a los ejecutivos corporativos a violar la ley tiene su paralelo en la arrogancia con la cual el Superpoder desprecia e ignora las normas internacionales.
el llamado libre mercado no es solamente cuestión de

pero no es simplemente que la democracia haya ido degenerando desde un inicio prístino, es que muchos de los Padres Fundadores de la Constitución, en el siglo XVIII, lo que quisieron fue establecer un gobierno central fuerte porque creían, casi sin excepción, que el gobierno democrático de la mayoría presentaba la más grave de las amenazas para un sistema de élite republicano. Y desde el principio pusieron una serie de filtros a las expresiones de la voluntad popular: el Presidente y el Senado nombrados de manera indirecta, los jueces federales nominados por el Presidente y confirmados por el Senado y el ejecutivo nombrado por el Presidente. Fue más bien una contrarrevolución, no sólo contra el sistema político que había conducido a la revolución contra Gran Bretaña, sino contra las tendencias democráticas y populistas producidas desde finales del XVII y durante todo el siglo XVIII. Categóricamente afirma Wolin que el sistema político “estadounidense no nació como una democracia sino con un perjuicio contra la democracia... (por tanto) lejos de ser innata, la democracia en los Estados Unidos ha avanzado contra la corriente”, antes como ahora. Recuérdese que la Constitución original aceptaba explícitamente la esclavitud y no incluía una declaración de derechos.
antidemocracia, predominio del ejecutivo y dominio de las élites son los elementos básicos del totalitarismo invertido. Leo Strauss, alemán emigrado que nunca hizo una crítica severa de Hitler ni cuando estaba dentro ni cuando estaba fuera de su país, y que es uno de los ideólogos del elitismo americano, dice al respecto que el gobierno “de un tirano que, tras haber llegado al poder por medio de la fuerza y el fraude o tras haber cometido innumerables delitos, escucha las sugerencias de hombres razonables es en esencia más legítimo que el gobierno de magistrados electos” (sic).
el elitismo funciona como una empresa autosuficiente. Durante su periodo de formación se

el Superpoder del totalitarismo invertido se presenta especialmente favorable para el elitismo, para los ingeniosos y para los manipuladores, pero incompatible para los valores democráticos y las prácticas deliberativas.
para estimular el crecimiento de la democracia en el exterior, el director de la inteligencia con Bush, Negroponte, especificó que los “operadores de las distintas agencias, que en total suman más de 100.000 espías, iban a forjar relaciones con democracias nuevas para ayudar a fortalecer el imperio de la ley y apoyar los gobiernos representativos”. Por ello subvencionan también a las ONG para ayudar a cambiar las políticas de las antiguas repúblicas soviéticas, [como hace, por ejemplo Ashoka, una fundación filantrópica muy penetrada en ONG y movimientos sociales a la que confunden con la CIA por sus métodos de selección interrogativa de futuros socios.]
para hacer todo esto pasable al público y a los damnificados, la mentira se ha hecho un fenómeno cultural y no un caso aislado. El pueblo ha sido moldeado durante más de un siglo por la cultura inexorable de la publicidad, sus exageraciones, afirmaciones falsas y fantasías y estas técnicas mercantiles han sido adoptadas por los gabinetes políticos y sus expertos en medios. “El resultado ha sido”, dice taxativamente Wolin, “la contaminación de la ecología y de la política por la práctica falsaria de un gobierno engañoso que alega ser lo que no es: compasivo, conservador, temeroso de dios y moral”.
POR todo ello, Sheldon Wolin saca la siguiente conclusión, que contradice toda la propaganda que los partidarios del modo de hacer política norteamericano no paran de propagar, y es que se puede afirmar que la democracia en Estados Unidos nunca ha estado verdaderamente consolidada y que ahora tiende al totalitarismo.
este octogenario, como el niño inocente del cuento, ha encontrado al rey sin ropa y va voceando a los cuatro vientos que ¡el rey anda desnudo!
Democracia S.A.
La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido
Sheldon S. Wolin
Katz Editores, Serie conocimiento, 404 páginas
Democracy Inc. Managed democracy and the specter of inverted totalitarianism
Traducción: Silvia Villegas
ISBN 9788496859463, rústica.
PUEDE consultar aquí otros artículos anteriores de Paco Puche:
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