Librero y ecologista

OPINIÓN. Lecturas Impertinentes. Por Paco Puche
Librero
y ecologista
30/10/09. Opinión. El
colaborador de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com
Paco Puche
defiende en este artículo la vigencia del libro en papel, frente a la versión
online señalando que su “formato diverso, su sensualidad, la emoción de verlo
en la estantería, su carácter simbólico invocando quinientos años de cultura y
creación, su palpabilidad, su autonomía, su sinestesia, su funcionalidad, su
duración, su belleza en suma, lo hacen insustituible.
El libro de papel ha muerto,
¡viva el libro de papel!
Los libreros siempre hemos sido una especie en peligro de
extinción: antes, porque
por difundir ideas heterodoxas te
las podías ver con la Santa Inquisición, y te podía
ir en ello la vida; ahora porque las
tiendas virtuales dicen que somos prescindibles.
P. Puche, 2000
LA historia es contingente. Esto
quiere decir que el futuro no está predeterminado, que no es único, que puede
haber varios porvenires (“hay otros mundos, pero están en éste”, como dice el
poeta Paul Éluard; u “otro mundo es
posible” como preconizan los críticos del pensamiento único).
NADIE lo ha expresado mejor que W.
Faulkner al recoger su premio Nobel de Literatura. Dejó dicho para la
posteridad que “la voz del poeta no tiene por qué ser simplemente el registro
del hombre (tal como es), puede ser uno de los apoyos, los pilares que le
ayuden a resistir y a prevalecer”. El contexto en el que hablaba en 1949 era el
de la creciente amenaza nuclear, pero es aplicable a muchos otros.
POR eso las profecías autocumplidoras consisten en tratar de moldear el futuro
que interesa a alguien, o que es congruente con un sistema económico, por
ejemplo. Los que utilizan este método juegan con el pretendido determinismo
tecnológico y con una gran capacidad de hacerse propaganda. A fuerza de ‘convencer’
de que no hay vuelta atrás, de que va a ocurrir lo que dicen terminan venciendo
las mentes resistentes y, en un proceso de retroalimentación positiva,
consiguen que lo que fuera una mera hipótesis termine validándose.
PERO las profecías no solo son
anticipaciones del porvenir, sino denuncias del futuro que se avecina si siguen
las cosas tal como van. Se denominan por ello profecías autocontradictorias, porque si las denuncias prosperan y
cambian el curso de los acontecimientos la anticipación profética queda
invalidada, pues ha propiciado que no ocurra la catástrofe: no ocurre porque se
ha denunciado con éxito lo mucho nefasto que puede ocurrir, y se ha contribuido
a cambiar el sistema.
ESTE necesario preámbulo se puede aplicar
a la profecía del fin del libro de papel (y de camino de las librerías), en un
futuro próximo, a causa de la digitalización de todo el proceso, edición y
distribución. Es conocido que hubo un intento de implantar los e-books a principios de siglo que ha
resultado fallido. En la actualidad asistimos al segundo intento en el que
muchos -editores y libreros- creen ver venir las cosas en serio y todo el mundo
se estremece intentando adaptarse a los nuevos y revolucionarios tiempos.
Y va en serio, porque dos gigantes
multinacionales están posicionándose para acaparar el mercado. Hay razones para
creer que el soporte digital contiene algunas virtudes que lo hacen muy
potente. Por ejemplo, los costes pueden bajar, de momento, significativamente y
por tanto también los precios de los libros (que empiezan a perder su nombre y se
llaman contenidos). Y si se eliminan
algunos intermediarios -distribuidores y libreros- este coste puede resultar
más bajo aún. Esto tiene un efecto a su favor muy significativo.
SE puede invocar, también, la rapidez fotónica con que un libro
puede ser enviado a la casa de un futuro comprador respecto a la parsimonia de
ir a comprarlo, o la semana que tarda si hay que pedirlo. Se recordará, en una discusión sobre
soportes, que ecológicamente se preservarán bosques, no se despilfarrará casi
nada y los costes ecológicos de los transportes se reducen casi a cero.
ALGUIEN más sofisticado argumentará que la
hipertextualidad implícita en el texto digital, conectado a la red, rompe la ‘dictadura’
de la lectura lineal del libro de papel a la que el autor nos somete. Es una
tecnología que permite una concentración mundial de los textos e igualmente una
distribución centralizada, además a muy bajos costes con relación a la
distribución actual caracterizada por una logística físicamente muy voluminosa,
pesada, distante y descentralizada
(múltiples puntos de almacenamiento y de venta). Y que la tendencia de todos
los sectores económicos va hacia la oligopolización mundial (Monsanto, por
ejemplo, controla el 90 por ciento de los transgénicos).
ALGUIEN también, preocupado por la pequeñez
de las viviendas, podría aducir que se terminaría con el agobio de los libros
en la casa por todas partes.
PERO dejemos algo a los defensores a
ultranza del libro digital. ¿Van a llevar razón y la profecía es más que
autocumplidora?
UMBERTO Eco ya ha salido al paso y ha hecho
una cerrada defensa del papel, con su libro No
esperéis libraros de los libros. Aduce varios argumentos que sirven para
oponerse a los que hemos desarrollado
más arriba: - la duración, dice que es difícil mantener los soportes digitales
por 500 o 1000 años tal como se puede con los de papel. Es más, vemos cómo las
tecnologías de almacenamiento son efímeras y volátiles; - la coexistencia, dice
que muchas formas y tecnologías no se han perdido con las novedades, por
ejemplo la radio y el teatro con la aparición de la televisión y el cine.
(Diríamos nosotros que las puertas automáticas no han hecho inútil la bisagra);
- la personificación, dice que en un libro o en una obra de teatro sabemos
quién es el autor o la tendencia pero que en Internet (no olvidemos que los e-books son hipertextualizables) “se
presta una especie de mermelada comunicativa en la que todos hablan igual como
sucedió con las emisoras de radio hace unos años”.
ENTENDEMOS que, además de los argumentos de
Eco, hay unos puntos centrales en los que hay que seguir indagando y que
contradicen el futuro imperio de lo digital. Son los siguientes:
PRIMERO. El carácter físico del libro de
papel. Su formato diverso, su sensualidad, la emoción de verlo en la
estantería, su carácter simbólico invocando quinientos años de cultura y
creación, su palpabilidad, su autonomía, su sinestesia, su funcionalidad, su
duración, su belleza en suma, lo hacen insustituible.
SEGUNDO. Ecológicamente
los libros de papel se basan en materiales renovables, por lo que el problema
no es de agotamiento sino de insostenibilidad. Es decir hay que corregir la
producción de papel a la baja y hay que reciclar. Sería responder a la
necesidad de decrecimiento, al “mejor con menos”. Los ordenadores, los e-books,
sin embargo, utilizan constantemente energía y materiales no renovables y lo
hacen en cantidades apreciables. Por ejemplo, los chips de un ordenador Pentium
requieren 11,4 metros cúbicos de agua, 12 kilos de productos químicos y 120
metros cúbicos de oxígeno, generándose como residuos 14 metros cúbicos de
agua, 4 kilos de residuos peligrosos (incluidos residuos radiactivos) y 0,82
metros cúbicos de gases nocivos. Pero un ordenador personal utiliza más de 700
sustancias diferentes que suman entre 16 y 19 toneladas materiales, esto es
varias miles de veces el peso del ordenador, o sea que solo el 0,1 por ciento
de los materiales que se utilizan en la fabricación llegan a formar parte del propio
ordenador (Carpintero, 2005: 94). En cuanto a energía la fabricación de un
ordenador es de cuatro veces la de un televisor en color, siendo especialmente
consuntiva la fase de transportar desde largas distancias los materiales que
intervienen en el proceso productivo. En cuanto a la energía de funcionamiento,
en EEUU, los aparatos de Internet, ordenadores y otros equipos de oficina
suponen el 2 por ciento del total de electricidad consumida en aquel país.
TERCERO. El Sindicato de la Librería
Francesa ha propuesto que la librería podría aprovechar plenamente todas las
oportunidades digitales y que libreros y editores podrían desempeñar todavía
mejor su papel de mediadores. Efectivamente, si hacemos caso a Puche (2004:
146), quedan por hacer todas estas tareas a los libreros en sus
establecimientos, cualquiera que sea el soporte: 1.- La función informadora. Se trata de tener todas las bases de datos
necesarias, o su acceso no-line. 2.- La función recomendadora. Se trata de transmitir
el saber conspicuo y creíble sobre los contenidos de los libros, que se aprende
con el amor y la experiencia. 3.- La función de encuentro. La librería palpable
será siempre un lugar de reunión de gentes y de cruce esporádico de personas. 4.-
La función cultural. Se trata de tener una postura activa en la difusión de la
cultura y el pensamiento. 5.- La función civilizatoria. En los tiempos que
corren hay que fomentar los valores de no violencia, solidaridad, sabiduría y
frugalidad. 6.- La función de resistencia. Los huecos están ahí, pero es
necesario ocuparlos. 7.- La función endógena. La empresa cultural librera debe
incardinarse en su medio social. 8.- La función de etnodiversidad. Hay que
fomentar las lenguas y culturas locales y mantener libros de fondo. 9.- La
función de servicio polivalente. La librería palpable tiene en su mano
proporcionar todos los servicios, incluidos los virtuales. 10.- La función
corporal. Propiciamos el poder tocarnos, en estos tiempos de virtualidad y
rechazo. 11.-La función laboral. Tenemos los medios para dignificar el trabajo.
12.- La función empresarial. Podemos representar polos de fomento de la escala
humana. 13.-La función poética. Podemos seguir repartiendo sueños.
CUARTO. La función del pequeño comercio en las ciudades. En efecto, una ciudad puede verse
desde dos perspectivas: una que la contempla como un escenario meramente físico
en el que la vida humana ‘tiene lugar’, que alguien ha llamado paradigma geométrico del urbanismo; y
otra que la ve como un complejo de actividades humanas de una sociedad local,
que entre otras, si bien de mucha importancia, realiza la de construir el
escenario que la misma vida activa humana se desarrolla, y que se ha denominado
paradigma histórico del
urbanismo. En el primer caso predomina la tecnocracia y en el segundo la
ciudadanía. En el primer caso, dentro del escenario que le han creado, los
seres humanos desarrollan ciertas formas de vida urbana, es ‘la vida en la ciudad’; en el segundo
caso la ciudad es un sistema organizado de actividades humanas que crean las
estructuras sociales y físicas que han de permitir su propio desarrollo y
renovación, es ‘la ciudad como vida’.
La ciudad como vida necesita, en otras cosas,
de pequeños comercios que fomenten la convivencia y la vida comunitaria,
que tengan personalidad propia, que fomentan el empleo (“hoy por cada empleo
precario creado en la gran distribución, cinco empleos permanentes son
destruidos en comercios de proximidad”, Ridoux, 2009: 30), que no sean no
lugares como las grandes superficies, que favorecen proximidad y que
pertenezcan a gentes del propio barrio.
QUINTO. La tendencia al monopolio y el
peligro de la libertad creadora y crítica. El capitalismo, en su fase actual, a
pesar de predicar el libre mercado
tiene una tendencia irrestricta a la concentración del capital. Ya lo advirtió
Adam Smith, padre de la economía liberal, conociendo como nadie la dinámica del
beneficio. Advirtió, allá por 1785, en su obra clásica titulada La
Riqueza de las Naciones, que
“El interés del comerciante consiste siempre en ampliar el mercado y reducir la
competencia. La ampliación del mercado suele coincidir con el interés público,
pero la reducción de la competencia siempre está en contra de dicho interés, y
sólo sirve para que los comerciantes (…)
impongan, en beneficio propio, una contribución absurda sobre el resto
de los ciudadanos”. Por eso, hoy, 500 multinacionales manejan el 25 por ciento
de toda la producción mundial y el 50 por ciento del comercio, y en los
sectores de medios de comunicación de masas “los medios globales comerciales
están dominados por unos diez conglomerados verticalmente integrados, la
mayoría de ellos establecidos en EEUU. Otras 30 ó 40 compañías suplementarias
importantes rematan las posiciones significativas en dicho sistema” (Herman, 1999:
107). Esta concentración general no lleva más que a multiplicar el desempleo.
Por ejemplo, en Francia el paro ha crecido un 50 por respecto a 1980 mientras
el PIB se ha incrementado un 156 por ciento (Ridoux: 56). Las dos multinacionales
que están apostando fuerte por el libro digital son Google y Amazon, ambas
pretenden quedarse con la mayor parte del mercado o con todo. Este monopolio
implicaría el control de la creación (con ese poder de venta, orientarían la
creación y condenarían al ostracismo toda disidencia del sistema y toda
crítica), bajo los supuestos de mantener el beneficio, o sea el orden
establecido.
SEXTO. El deterioro cognitivo. Esta
tecnología promueve nuevos hábitos de lectura. “Internet propicia la eficacia,
la inmediatez y la masa informativa. La lectura es allí más fragmentada,
segmentada y discontinua. Lo digital- hipertexto y multimedia- induce a la
hiperatención que algunos psicólogos estadounidenses oponen a la atención
profunda que necesita la lectura lineal sobre el papel. Asistiremos entonces a
la liquidación de la facultad cognitiva reemplazada por la habilidad
informacional… porque lo último que desean los empresarios de la red es alentar la lectura lenta, ociosa
o concentrada. Su interés económico es alentar la distracción” (Biagini, www.Rebelión.org, consultada el 24/10/2009).
Por eso, de los trabajos realizados por pedagogos noruegos se ha deducido que
los escolares que estudian sobre soportes digitales tienen menos capacidad de
comprensión que los que lo hacen sobre libros de papel, precisamente por el
carácter disperso que facilita el manejo digital de los textos. Esto se explica
bien con los trabajos psicológicos
realizados sobre atención y esfuerzo en los que se puede concluir que
“algunos tipos de actividades de procesamiento de información pueden ponerse en
marcha partiendo sólo de un imput de información. Otras requieren un imput
adicional de atención o esfuerzo. Dado que la cantidad total de esfuerzo que se
puede ejercer en un momento dado es limitada, las actividades concurrentes que
requieren atención tienden a interferirse entre sí (Kahneman, 1997: 45). Como dice el famoso neurólogo Damasio (2001: 234) “ya hace cierto tiempo que los seres humanos
se encuentran en una nueva fase de la evolución, una fase pensante, en que la
mente y su cerebro pueden ser a la vez esclavos y dueños de sus cuerpos y de
las sociedades que constituyen”.
A modo de conclusión: a la fuerza de
lo digital se opone la potencia del libro de papel, por lo que si sabe
defenderse coexistirá con holgura digamos que en, al menos, un 50 por ciento de
su territorio actual. En este asunto como en ningún otro se impone el
excepcionalismo cultural y, por tanto, una intervención pública decidida en la protección del libro de papel.
IGUALMENTE la librería como lugar de encuentro
y de afectos podrá seguir defendiendo su presencia en la ciudad, y si además
logra entrar en la administración de los libros digitales, poniendo en todos
ellos las funciones que les son propias, seguirá consolidada.
COMO dice Wilson (1999: 393) “nos estamos
ahogando en información, mientras que nos morimos por falta de sabiduría. En lo
venidero el mundo estará gobernado por sintetizadores, personas capaces de
reunir la información adecuada en el momento adecuado, pensar de forma crítica
sobre ella y realizar de manera sabia importantes elecciones”
POR ello, con el visitado Biagini
podemos concluir que para Secta de Gutenberg “el libro de papel, en su
linealidad y su finitud, en su materialidad y su presencia constituye un
espacio silencioso que hace fracasar el culto a la velocidad y la pérdida de
sentido crítico. Es un punto de anclaje, un objeto de inscripción para un
pensamiento coherente y articulado, fuera de la red de flujos incesantes de
información y solicitud: sigue siendo uno de los últimos lugares de
resistencia”. Tal como se pueden poner las cosas, el libro de papel se perfila
como una condición necesaria para la democracia.
Bibliografía.
Carpintero, O. (2005), El metabolismo de la economía español. Recurso naturales
y huella ecológica (1955-2000),
Fundación César Manrique.
Damasio, A. (2001),El error de Descartes, Crítica.
Herman, E. y Mcchesney, R. (1999),Los medios globales. Los nuevos misioneros
del capitalismo corporativo, Cátedra.
Kahneman, D.(1997),Atención y esfuerzo, Biblioteca Nueva.
Puche,P. (2004),Un librero en
apuros. Memorial de afanes y quebrantos, Ed. del Genal.
Ridoux, N. (2009), Menos es más. Introducción
a la filosofía del decrecimiento, Libros del lince.
Wilson, E.O. (1999), Consilience. La unidad del conocimiento. Galaxia de
Gutenberg
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